26 de septiembre de 2023
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FIN DE SEMANA

La muerte de un sherpa en el ascenso al K2 y la imagen de decenas de personas pasando por encima de él ha puesto el grito en cielo nuevamente

La cara 'B' del turismo lujoso de riesgo: La 'deshumanización' tras las subidas masificadas en el Himalaya

El accidente del submarino Titán durante el descenso a los restos del Titanic o los viajes espaciales comerciales son ejemplos del turismo de lujo, sin tener en cuenta que son actividades de riesgo y no diseñadas para todo el mundo. La imagen viral de un guía agonizando durante el ascenso a una de las cimas del Himalaya, mientras decenas de personas pasan a su lado sin prestar ayuda, ha indignado al mundo del alpinismo. Una masificación sumisa al turismo sin importar el coste.

El mundo se sorprendió hace unos meses al ver que el Titanic volvía a ocupar la atención de todos los telediarios y su nombre aparecía en primera plana de todos los diarios. El transatlántico hundido en 1912, que descansa en el fondo marino se había convertido en una reliquia visitable, como si de un museo o una exposición se tratase. Eso sí, siempre y cuando el interesado tuviese 250.000 dólares en su cuenta corriente. Es el precio que la compañía Ocean Gate ofertaba por bajar a los restos del Titanic.

El 18 de junio se noticiaba la perdida de contacto con el sumergible que iba a realizar un nuevo descenso al Titanic, sería el último. Tras días de búsqueda a contrarreloj debido al límite de oxígeno dentro del habitáculo ocupado por los cuatro pasajeros y Stockon Rush, fundador y piloto del Titan. La peor de las noticias se confirmaba, el sumergible habría sufrido una implosión que acaba con la vida de sus ocupantes.

El 'Titán' sumergible que hacía expediciones a los restos del Titanic. 

A raíz de este trágico final, antiguos expasajeros del Titán denunciaron fallas en sus viajes y problemas de comunicación con el exterior. A todo ello se suma una voz autorizada, David Lochridge, un expiloto de Ocean Gate que denunció años atrás ciertas irregularidades que no garantizaban la seguridad a la hora de realizar la experiencia. Fue despedido por la compañía.

El descenso al Titanic es una experiencia más para un tipo de turismo que parece estar en auge: el turismo de lujo. En los últimos tiempos también ha crecido la curiosidad a cerca del turismo espacial. Un auge que ha llevado a la empresa Virgen Galactic a transportar a gente al espacio de forma comercial.

Jeff Bezos, fundador de Amazon, también vivió la experiencia de viajar al espacio, ver una buena panorámica de la Tierra y volver, como si de unas vacaciones se tratase. Al igual que visitar el Titanic, la foto de la Tierra desde el exterior es una experiencia restringida a bolsillos repletos, ya que dichos viajes tienen un coste que varía entre los 450.000 y los 600.000 dólares.

El Himalaya, turismo deshumanizado

A estos dos nuevos modelos de turismo se les suma un clásico, pero con el mismo nivel de riesgo: la altas probabilidades de muerte. Las expediciones o ascensos al monte Everest o grandes cimas del Himalaya. Una actividad peligrosa ya que se asciende a más de 8.000 metros y se necesita una cierta preparación.

En los últimos años se han hecho virales las imágenes de montones de basura en los campamentos base de la montaña más alta del mundo, además de las largas colas en varios tramos de la ascensión. La muerte de uno de los guías locales, Muhammad Hassan, en una de las cordilleras del Himalaya (el K2) mientras decenas de escaladores pasaban a su lado sin inmutarse ha reavivado la polémica en el mundo del alpinismo.

Nepal, una de las naciones más pobres de Asia, tiene en la escalada y el senderismo una importante fuente de ingresos y el principal atractivo turístico. Sin ir más lejos, antes de la pandemia, en 2019, el turismo generó más de 2 mil millones de dólares en el país. Al mismo tiempo, dichas actividades dieron trabajo a más de un millón de personas, según diversas fuentes.

Antes de explicar el escándalo de la muerte de Muhammad Hassan, hay que hacer hincapié en lo mencionado en el párrafo anterior para entender la masificación de las grandes cimas del Himalaya. Esta primavera se han tramitado 454 permisos, cifra récord hasta la fecha, para ascender a la cima del mundo, según ha informado el Departamento de Turismo de Nepal.

La concesión de dichos permisos ha reportado casi cinco millones de euros a las arcas públicas. Al igual que se menciona al principio del texto, la experiencia de subir a una cima del Himalaya requiere de una fuerte inversión económica. Desde los 11.000 dólares que cuesta el permiso hasta los gastos de transporte, acompañantes, equipamiento y demás necesidades para la ascensión. Un cifra total que puede superar los 100.000 dólares.

Muhammad Hassan, ejemplo de la desidia humana

El porteador paquistaní de 27 años fallecía durante el ascenso al K2, la segunda cima más alta del mundo. Las redes sociales se llenaron de vídeos con el cuerpo de Hassan tendido sobre la nieve, mientras decenas de escaladores pasan por encima de él sin inmutarse.

Hassan se encontraba realizando tareas de reparación en las cuerdas que usan como guías, pero por causas desconocidas sufrió un accidente y cayó por un desnivel conocido como cuello de botella. Una zona que se encuentra a más de 8.200 metros de altura.

El sherpa quedó herido y tuvo una agonía de más de tres horas hasta que su cuerpo se apagó. Las investigaciones, que están en curso, junto a las declaraciones de otros grupos que transitaron la zona ese mismo día desvelan varias irregularidades.

Kristin Harila, reputada alpinista, se encontraba en el cuello de botella cuando Hassan agonizaba lentamente. La montañera noruega afirma que intentaron prestar ayuda, pero que las condiciones eran demasiado peligrosas. Mingma Gyalje, propietario de la agencia Imagine Nepal, se encontraba en uno de los campamentos base cuando ocurrió y afirmó que Hassan carecía del equipo de escalada adecuado y de entrenamiento.

Según diversas informaciones, la familia del fallecido habría desvelado que Hassan aceptó el trabajo de porteador y reparador para hacer frente a los gastos médicos de un familiar. Mientras tanto, las investigaciones se centran en el porqué de la falta de auxilio y la evacuación del mismo.

Juanito Oiarzábal durante una de sus expediciones. 

Tamara Lunger, una reputada alpinista italiana, expresaba a través de su perfil de Instagram el sentir del mundo del alpinismo profesional sobre lo ocurrido: "estoy profundamente triste porque el alpinismo que una vez tuvo un sentido romántico, ahora va en una dirección que para mí es simplemente enferma y horrible".

A ella se suma una eminencia de las montañas como Juanito Oiarzábal, también vía redes sociales: "estoy harto, estoy cansado y estoy triste de ver cómo alpinistas mueren simplemente por tener egoísmos de alcanzar una cumbre, y como las agencias nepalíes han prostituido el Himalaya y ahora a Karakorum".

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