30 de septiembre de 2023
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FIN DE SEMANA

En esta ciudad-experimento, fundada en 1971 con la premisa de convertirse en una comuna antisistema, el narcotráfico y la violencia se han disparado

Caos en 'Christiania', el poblado anárquico danés que ahora se levanta contra las pandillas

Entrada a Christiania, en Copenhague
Entrada a Christiania, en Copenhague
La ciudad autogobernada de Christiania, fundada en 1971 con la intención de crear una comunidad anarquista y alternativa situada en Copenhague, atraviesa una de sus mayores crisis con el tráfico de drogas y la violencia que las bandas del crimen organizado ejercen por el control del mercado de estupefacientes. Los vecinos se levantan ahora para reducir estas actividades, que se han normalizado desde su fundación. Paralelamente, la comunidad lucha por mantener la posesión del terreno.

Christiania, la ciudad libre anarquista fundada en 1971 con el fin de crear una comunidad alternativa situada en el centro de Copenhague, ha visto cómo en los últimos años, especialmente este verano, el tráfico de drogas y la violencia derivada de este han aumentado exponencialmente.

Al entrar en Christiania uno se topa con un cartel que avisa de que están prohibidas las drogas duras, las armas y la violencia. Tampoco se pueden hacer fotos en la calle principal de este barrio, Pusher Street, quizá justificadamente debido a la peculiar venta que se lleva a cabo en esta insólita vía, de la que hablaremos más adelante.

Y aunque el cartel de bienvenida parece asegurar una convivencia pacífica y respetuosa, desde hace un tiempo no lo es tanto. Por eso, los vecinos de Christiania se han levantado contra las pandillas que poco a poco han tomado el control del barrio, generando una creciente inseguridad entre los residentes y los centenares de turistas que cada día lo visitan.

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Entrada a Christiania

Bajo el foco se encuentra la insólita Pusher Street, más conocida por los visitantes como el Distrito Verde: una calle de unos 100 metros con una plaza adyacente, alrededor de la que se vertebra el barrio. En este lugar es común encontrar una veintena de puestos ambulantes que aunque en su mayoría se dedican a la venta de hachís, es posible conseguir casi cualquier tipo de sustancia estupefaciente. Ahora, la situación se ha descontrolado y los trapicheos a plena luz del día y en público son algo común y corriente.

Cristiania

Puesto ambulante de Cannabis en Christiania

Los turistas y los jóvenes que quieren fumar tan sólo tienen que acercarse a uno de los numerosos puestos que anuncian su stock de cannabis a través de carteles serigrafiados con grafiti para atraer a los clientes. 

De una manera similar a lo que ocurre con los vendedores ambulantes ilegales, cuando la policía hace presencia en Pusher Street, algo que ocurre con frecuencia, los puestos desaparecen y los vendedores, la mayoría encapuchados y con la cara tapada, se esconden. Cuando las autoridades ya no suponen un peligro para su actividad, los camellos vuelven a ocupar la calle y todo continúa del mismo modo.

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Productos de un puesto ambulante de cannabis en Christiania

El uso y el consumo de drogas siempre ha formado parte de Christiania y, a pesar de las polémicas, las autoridades de Copenhague nunca han encontrado la forma de erradicarlo. Sin embargo, los vecinos aseguran que la escalada de violencia de los últimos meses se debe a la irrupción del crimen organizado y a la lucha entre bandas por el control de la venta de drogas en la zona.

El origen de Christiania

A principios de la década de los 70, en plena explosión del espíritu de mayo del 68, un grupo de familias se apoderaron de una base militar en desuso situada en el barrio de Christianshavn, en el centro de Copenhague, con el fin de establecer una comunidad alternativa. Fue entonces cuando Christiania autoproclamó su independencia del estado danés.

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Christiania

Los residentes de Christiania estaban marcados por el movimiento cultural y político “Provo”. La denominación de “provo” fue acuñada por el sociólogo holandés Buikhuizen, y bajo esta etiqueta se agrupaba a una serie de estudiantes con ganas de provocar al sistema mediante una combinación de humor absurdo y agresividad “no-violenta” de inspiración gandhista. Bajo esta premisa, los residentes de la zona quisieron ejemplificar estas aspiraciones de la vida comunal.

Hoy por hoy, se estima que alrededor de unas 900 personas residen en un área de 34 hectáreas bajo un sistema de “autogobierno” al margen de Dinamarca e incluso de la Unión Europea. El Løn es la moneda local junto con la corona danesa, y su símbolo identificativo es una bandera roja con tres puntos amarillos alineados en el centro.

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Christiania

A pesar de que esta antigua base militar fue ocupada a principios de los años setenta, no fue hasta 1989 cuando se promulgó formalmente la Ley de Christiania donde se le transfería parte de supervisión al ayuntamiento de Copenhague. 

La institución mantuvo y aceptó el asentamiento, supeditado a una futura legalización y normalización. En 2004 tuvieron lugar distintos conflictos entre la comunidad y el gobierno danés con respecto a la propiedad de tierras, así como con el mercado de estupefacientes y, desde entonces, numerosas redadas y controles policiales empezaron a ser frecuentes en el lugar. 

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Redada en Christiania

Uno de los puntos de inflexión tuvo lugar en 2011. Entonces, el Tribunal Supremo danés otorgó el derecho de propiedad y de uso al Estado pero, gracias a donaciones y al apoyo de grandes personalidades danesas de la escena artística, los christianistas lograron comprar una pequeña parte de los terrenos al Estado. Lo consiguieron pidiendo un crédito bancario, constituyeron la fundación Fonder Fristaden Christianian y lograron mantener los terrenos como comunales.

Dentro de este complejo autogestionado se pueden encontrar guarderías, un templo budista, cafeterías, bares y restaurantes, tiendas de ropa, parques, un teatro, un archivo o talleres, entre otros servicios.

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Christiania

A pesar de que muchas calles no están asfaltadas, todas son peatonales y libres de coches, siendo la bicicleta el principal medio de transporte. De hecho, en 1978 se patentaron las Christianiabikes, las bicicletas con una cesta de madera delantera usadas en toda Dinamarca para transportar a los más pequeños.

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Presencia policial en Christiania

Las viviendas de Christiania no pertenecen a ningún individuo sino al colectivo y, por tanto, no pueden venderse a un particular. Desde la creación de este barrio, los residentes se reúnen en asambleas y se toman decisiones por consenso. En más de una ocasión, Christiania ha cerrado temporalmente sus “puertas” a los turistas para poder reflexionar y llegar a ciertos acuerdos conjuntos entre los vecinos. 

Con los años, muchas de las normas han cambiado ligeramente como la prohibición de consumir drogas duras dentro del recinto, no acampar, mantener la armonía y respeto entre los residentes, así como no llevar armas. 

A pesar de su peculiaridad, el de Christiania no es un caso anómalo en el mundo, pues existen otros territorios que no dependen de ningún estado y siguen funcionando, como es el caso de Sealand (Reino Unido), La Paz Ecovillage en Baja California (México) y los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas en el estado de Chiapas (México), entre otros.

La violencia mantiene en vilo a los vecinos

Sin embargo, a lo largo de este verano se han producido una serie de episodios muy violentos que han alterado la tranquilidad del barrio, y la Policía teme que la violencia de las pandillas se pueda extender al resto de Copenhague. Se trata de una guerra entre bandas por el control de los puntos de venta de droga.

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Operación policial en Christiania

Los incidentes más recientes ocurrieron el pasado mes de julio, cuando dos personas que mantenían contacto con las pandillas fueron apuñaladas con apenas 24 horas de diferencia. Una semana después, un hombre, que según la Policía pertenecía al grupo Hells Angels, fue golpeado hasta la muerte en el Distrito Verde, Pusher Street. 

La violencia mantiene en vilo a los vecinos mientras el barrio autogobernado gana fama entre los turistas que curiosean por los rincones del vecindario, a escasos metros de los puntos donde la lucha por el control del mercado de la droga es cada vez más cruenta.

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