El transatlántico que viajaba a Buenos Aires impactó contra un arrecife, provocando una explosión en la sala de máquinas que lo hundió en diez minutos
El olvidado caso del ‘Príncipe de Asturias’: El naufragio del 'Titanic español' que dejó 475 muertos

Cuando hablamos del mayor accidente marítimo de todos los tiempos, a todo el mundo le viene rápidamente el mismo caso a la cabeza, el Titanic. Sin embargo, aquel naufragio dejó en el olvido a otro muy similar que se produjo tan sólo cuatro años después y que tuvo origen español: el del 'Príncipe de Asturias'.
El hundimiento de esta embarcación es una de las más grandes y desconocidas tragedias de España que, a día de hoy, sigue albergando el gran misterio de por qué se fue al fondo del mar.

Imagen del 'Príncipe de Asturias'
De hecho, el suceso del 'Príncipe de Asturias' guarda muchas similitudes con el del Titanic. La primera y más evidente similitud es que ambas embarcaciones fueron construidas en Reino Unido. La nave española, que pertenecía a la Naviera Pinillos, fue diseñada en los astilleros Kingston, en Glasgow (Escocia), siendo trasladada al mar el 30 de abril de 1914.
La nave contaba con 146 metros de eslora y 18 de manga, se trataba de un monumental transatlántico repleto de lujos, construido con la intención de ser el buque insignia de la marina mercante española.
Como era costumbre en este tipo de viajes de la época, la embarcación estaba pensada para tres clases de billetes diferentes, de forma que, como no podía ser de otra manera, las comodidades mayores eran para los más pudientes, que contaban con impresionantes salones de baile, salas para fumadores, bibliotecas variadas y camarotes con baño propio.

Imagen del 'Príncipe de Asturias'
La principal novedad del ‘Príncipe de Asturias’ radicaba en que todos los espacios de primera clase estaban lujosamente iluminados con luz eléctrica, y el pasaje costaba 3.000 pesetas de la época más impuestos. Por desgracia, el 17 de febrero de 1916 la historia del transatlántico iba a cambiar para siempre. Aquel día daba comienzo el que sería su último viaje, partiendo desde el puerto de Barcelona en dirección a Buenos Aires (Argentina).
El día del desastre
Capitaneado por José Lotina Abrisqueta, transportaba a más de 600 personas además de un importante cargamento: más de 40.000 libras esterlinas de la época en lingotes de oro (casi 1 millón de euros de la actualidad), diamantes por valor de 18.000 libras (unos 450.000 euros), un Renault 35 HP, varios monumentos para la población española en Argentina y tres arcones con antigüedades para el Museo de Arte de Denver.

Fotografía del 'Príncipe de Asturias'
El viaje transcurrió con absoluta normalidad hasta el 4 de marzo. En las últimas horas de aquel día, sábado, la embarcación tenía que atracar en el puerto de Santos (Brasil). La noche estaba cerrada y la niebla se hacía notar cada vez más, pero la visibilidad se complicaría todavía más por culpa de la gran tormenta que arreciaba.
Tras un primer intento sin éxito por atracar, decidió alejarse y volver a intentarlo unas horas más tarde, con la situación climatológica más calmada. Pero no solo no se tranquilizó, sino que el 5 de marzo se complicó aún más, con la mar picada y altas olas que complicaron las maniobras.

José Lotina Abrisqueta, capitán del 'Príncipe de Asturias'
Eran las 04:15 horas de la mañana cuando el capitán Abrisqueta se dio cuenta de que había perdido la ubicación por unos instantes y que la cercanía del barco con la costa era realmente peligrosa: trató de maniobrar para evitar el impacto contra los acantilados, y lo consiguió, pero no se fijó en que bajo el caso del 'Príncipe de Asturias' se encontraban los arrecifes de Punta Pirabura.
Un impacto que desgarró al ‘Príncipe’
El casco del barco impactó contra las numerosas rocas que conformaban el arrecife, provocando una brecha de alrededor de 20 metros. Al igual que el Titanic, la nave contaba con compartimentos estancos para, en casos extremos como este, evitar que se hundiera antes de llegar a puerto o, en el peor de los casos, que sus ocupantes pudieran ser rescatados por otro barco, pero la fortuna no estaba de su lado.
El impacto se produjo en la sala de máquinas, dando lugar a una brutal explosión que hizo que se hundiera en poco más de 10 minutos. La cercanía de las rocas y el mar embravecido provocó que fallecieran un total de 457 personas en el hundimiento del 'Príncipe de Asturias', salvándose solo un porcentaje muy bajo de los ocupantes del barco.

Restos del 'Príncipe de Asturias'
Sin embargo, el misterio llegó solo unos meses después, cuando las autoridades consiguieron llegar al fondo del mar y encontrar la embarcación, se dieron cuenta de algo: ni el oro ni las joyas aparecieron en las bodegas de la nave.
Muchas teorías surrealistas se han lanzado, como que en realidad huían de un barco 'pirata' o que fue un submarino alemán el que se encargó de hundirlo o, incluso, que la propia naviera es la que decidió hundirlo para cobrar el alto importe del seguro. Sea como fuere, estas teorías se alimentaron porque en sus bodegas apareció absolutamente toda la carga, a excepción de ese oro y los diamantes de elevado valor, que se perdieron para siempre en el olvido.

Recorte de prensa anunciando el hundimiento
Lo cierto es que este misterio nunca se resolvió y el hundimiento del vapor 'Valbanera', que ocurrió solo tres años después y está considerada la mayor tragedia marítima de la historia de España, con 488 muertos, lo dejó absolutamente en el olvido. Así quedó sepultada para siempre la historia del 'Titanic español'.