25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

La decoradora mallorquina entró en los 80 en la vida de Juan Carlos I y desde entonces, salvo el intervalo de su relación con Corinna, nunca le falló

Marta Gayà, la mujer que sigue fiel al Rey Emérito: Le visita y acompaña con asiduidad

El Cierre Digital en Marta Gayá.
Marta Gayá.
El Rey Emérito, Juan Carlos I, ha dejado ya la ciudad de Vitoria. Tras acudir a las regatas de Sanxenxo para “competir” con su barco ‘El Bribón’, se desplazó el domingo hasta allí para ver a sus médicos y este martes a primera hora ha abandonado la capital vasca sin rumbo conocido. Algunas fuentes aseguran que estos días podría haber estado acompañado por su eterna ‘amiga entrañable’, Marta Gayà. Fue en los años 80 cuando se consolidó la amistad entre Juan Carlos I y esta decoradora mallorquina.

La visita del rey Emérito a España no ha salido como muchos esperaban. Aunque su intención era “competir” en las regatas de Sanxenxo —en concreto, en el V Circuito Clase 6mR de la Copa de España— con su barco ‘El Bribón’, Juan Carlos I solo pudo salir a navegar un día a causa de las inclemencias meteorológicas. No obstante, esto no le ha impedido aprovechar al máximo su tiempo en España, país en el que ha decidido alargar su estancia un poco más de lo estipulado.

Tal y como informaba elcierredigital.com, el Emérito decidió pasar por Vitoria, ciudad que ha abandonado este martes, para ver a sus médicos e intentar, ese era su deseo, degustar los exclusivos caldos de la Rioja Alavesa, una zona con importantes y conocidas bodegas, alguna de ellas en poder de grandes amigos de Juan Carlos de Borbón.

Entre ellos, figuran con letra mayúscula los barones de Rothschild, los millonarios banqueros franceses con los que mantiene un fuerte vínculo. Entre sus vinos destacan, el célebre Château Lafite (el burdeos más caro del mundo) o los Macán, que elaboran precisamente en su bodega alavesa de Samaniego. 

La amistad entre los Rothschild y el Emérito surgió en la ciudad de Palma de Mallorca. Esta ciudad fue también la encargada de presenciar el primer encuentro entre Marta Gayà —considerada como la eterna ‘amiga entrañable’ del Emérito— y Juan Carlos I. Ambos conocen perfectamente a los Rothschild, con los que comparten en ocasiones mesa, mantel y exclusivos caldos.

Marta Gayà, compañía del Emérito

Precisamente, tal y como comunican fuentes del entorno del Emérito a elcierredigital.com, “es posible que Marta Gayà haya acompañado a Juan Carlos I en su ruta durante su segundo viaje oficial de retorno a España”.

La decoradora malloquina, tal y como ha informado elcierredigital.com a lo largo de estos años, no ha abandonado al Emérito en ningún momento. De hecho, tal y como informamos desde nuestro diario, el equipo de Viva la vida de Telecinco sacó en 2021 unas instantáneas del rey Emérito en Abu Dabi —en su refugio de la Isla de Nurai— acompañado por una mujer que, según ratificaban fuentes solventes, era Marta Gayà.

Juan Carlos I degustando un vino.

Estas fotografías ponían de manifiesto que la relación entre ellos sigue intacta. Según fuentes cercanas al rey Emérito, ‘la dama’ se ha desplazado a Abu Dabi para visitar a su amigo en varias ocasiones. Incluso, estas mismas fuentes, señalan que la mallorquina pudiera haber pasado las vacaciones de Semana Santa junto a Juan Carlos I en los Emiratos Árabes.

Uno de los indicadores que hacen pensar también en ello es el hecho de que la reina Emérita Sofía de Grecia luciera, durante esta pasada Semana Santa, su anillo de pedida en diversos eventos en Palma de Mallorca. Según se rumorea, Sofía se quita o se pone esta joya en función de cómo esté en cada momento la relación entre los Eméritos españoles. Fuentes de su entorno explican a elcierredigital.com que “el hecho de aparecer en Mallorca con el anillo de pedida podría ser un mensaje para Marta Gayà que indicaría que ella sigue siendo la mujer del Emérito”.

El mencionado anillo que le regaló el entonces príncipe, en la pedida de mano celebrada en Lausana (Suiza), es de oro y tiene dos rubíes unidos por un diamante. El diseño se realizó a partir de la fundición de monedas que pertenecieron a Alejandro Magno.

Imagen de la mujer que acompaña al Rey Emérito en Abu Dabi/ Telecinco. 

Marta Gayà siempre ha sido una mujer discreta, que ha intentado huir de la fama. El polo opuesto a Corinna Larsen. Nacida en Palma de Mallorca en 1948, la decoradora fue señalada ya en 1992 por las revistas Point de Vue y Oggi como “la compañera sentimental del rey Juan Carlos”. Pero, nunca, ni desde entonces ni ahora, buscó ni reconocimiento público.

Cuando se destapó su affaire, ella dejó de ser la misma. Empezó a viajar con más asiduidad y actualmente ya no pasa apenas tiempo en su casa de Mallorca, en Can Barverà. Hoy vive a caballo entre Madrid y Suiza, donde al parecer tiene sus cuentas bancarias bien saneadas y millonarias. Muy lejos quedan ya sus años en los que, como joven veinteañera, se casó con Juan Mena, un ingeniero malagueño que trabajaba para su padre. El matrimonio duró cuatro años y no tuvieron hijos.

Un escándalo destapado por 'Época'

El rey Emérito mantuvo durante años relaciones más o menos breves con otras mujeres, pero Marta Gayà siempre estuvo ahí. Fiel, callada y en un segundo plano. Cuando la necesitaba, allí estaba. Siempre estuvo protegida por el príncipe georgiano ya fallecido Zourab Tchokotoua, el gran valedor de los secretos de don Juan Carlos y que daba refugio permanente a Marta en su mansión de Suiza.

Su amistad comenzó en Mallorca. En 1974 en la discoteca del célebre Club de Mar, en Palma de Mallorca, al lado del pantalán donde don Juan de Borbón atracaba su celebre yate "Giraldilla", el entonces príncipe Juan Carlos ejercía de pinchadiscos y bailaba encima de sus barras, ante el gesto complaciente de Marta, que vivía justo enfrente, en un preciado ático. Ese fue el inicio de una larga amistad que luego se afianzó.

Marta comenzó así a frecuentar los sitios de moda de Mallorca. Siempre protegida por sus fieles y contados amigos, que nunca la dejaban sola. De día acudía al Sporting Club, un club de tenis a pocos metros del elitista Puerto Portals, y de noche, a la boite del Club de Mar, donde trabajó durante un año como relaciones públicas a las órdenes del conocido hombre de la noche Pepe Oliver.

Así entró en la corte mallorquina del Rey, formada y liderada por el príncipe georgiano Zourab Tchokotua y su mujer, Marieta Salas, cuyo padre donó el Palacio de Marivent a los Reyes como residencia veraniega. Junto a ellos, no faltaban el entonces playboy Juan Marqués, el arquitecto Luis García-Ruiz, y el empresario dueño entonces de la compañía aérea Spantax, Rudy Bay, y su mujer Marta Girod, hermana de Jeannine, la compañera sentimental del que fuera presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza.

Marta Gayà.

La mallorquina formaba así parte del núcleo duro de amistades que rodeaban a don Juan Carlos en Mallorca. Una corte que desplegaba todo su poderío en verano y que hacía que el monarca viviese una vida "feliz", como él mismo reconoció en las conversaciones íntimas interceptadas por los propios servicios secretos españoles del entonces CESID. Una vida mucho más cercana a sus gustos que la oficial que le rodeaba en Madrid junto a la reina Sofía.

Durante años, Marta y Juan Carlos disfrutaron de una relación que era un secreto a voces para los que cubríamos por entonces el verano mallorquín. El Rey, recién entrado en la cincuentena, empezó a "perder la cabeza" rápidamente por ella: pasaban muchos fines de semana juntos, se iban a Gstaad y otros períodos no vacacionales también los disfrutaban.

Ese amor le llevó a descuidar las obligaciones familiares e, incluso, las oficiales. En un principio, sus encuentros eran protegidos con gran cautela, pero no duró mucho. La reina Sofía fue una las primeras personas en enterarse. Todo ocurrió en una cena con unos 200 comensales, en honor al multimillonario Aga Khan, ahora protector en Suiza de la infanta Cristina de Borbón. Allí llegaron puntuales el rey, la reina y sus invitados ilustres. Sin embargo, todavía pasados unos minutos había una mesa vacía.

Ya casi en los postres, se presentaron el escritor José Luis de Villalonga y Marta Gayà, así como el príncipe Tchokotua junto a su mujer, Marieta Salas. En lugar de enfadarse, el rey se levantó de la silla y fue a saludarles efusivamente, gesto que denigró a la reina. Fue una presentación relativamente pública de la relación de Juan Carlos I con Marta Gayà, pero también un golpe para doña Sofía.

La revista 'Época' se atrevió a poner nombre y rostro a la pareja del Rey en 1992, firmada por Juan Luis Galiacho.

La relación sentimental fue más seria de lo habitual. Una relación que por entonces hizo temblar seriamente la estabilidad del matrimonio real. Marta llevó aquello muy discretamente a pesar de que era vox pópuli. De hecho, siempre intentó no dañar a doña Sofía. Los encuentros tenían lugar preferentemente en Mallorca, en Gstaad (Suiza) o en París, donde ella se instalaba en casa de José Luis de Vilallonga a la espera de ser llamada por el rey. Pero para don Juan Carlos no había, por entonces, mesura alguna.

En un momento muy duro para la vida de Marta Gayà, tras presenciar in situ la muerte, en un terrible accidente de tráfico, de Rudy Bay y Marta Girod, el rey no dudó en dejar sus obligaciones como monarca y acudir junto a ella a Suiza, donde Marta se había recluido con un estado de gran ansiedad en la finca del príncipe georgiano Zourab Tchokotua, el gran confidente de don Juan Carlos durante esos años.

Escándalo político con nombre de mujer

Todo ello provocó una pequeña y grave crisis política en 1992. Lo que hizo estallar la mecha era el relevo de Francisco Fernández Ordóñez, entonces ministro de Justicia. El político padecía un cáncer en fase terminal y todo el mundo se preguntaba por qué el presidente del Gobierno, Felipe González, no lo relevaba. En una rueda de prensa, la ministra-portavoz Rosa Conde contestó a los requerimientos de los periodistas que no se podía sancionar el nuevo nombramiento porque el rey se encontraba fuera de España.

A partir de ese momento, la prensa comenzó a investigar el destino del monarca. El Mundo habló del viaje a Suiza y recordó que unos meses antes, el historiador Juan Balansó habló en clave sobre el proyecto del rey de escribir sus memorias con José Luis de Vilallonga achacándolo a alguna “gaya dama”. Sin duda, quien fue más allá fue Jaime Campmany, el director de la revista Época. La publicación llevó a su portada una foto de Marta y tituló 'La dama del rumor'. Una investigación firmada por quien esto suscribe, hoy director de elcierredigital.com, que levantó muchas ampollas en los círculos políticos y económicos de entonces.

El escándalo estaba servido. Por primera vez en la historia de nuestra reciente democracia, la prensa rompía el gran tabú real desde la Transición. Hablar de la vida privada y sentimental del rey. Hasta entonces, solo Jaime Peñafiel, a través del micrófono de Encarna Sánchez en COPE, había hablado de la crisis del matrimonio regio. “El rey está pasando por un período de crisis en su matrimonio que, si se le deja, esperemos que se pueda solucionar”, dijo en su momento. Sin embargo, el escándalo ya había estallado.

Marta Gayà cuando voló a Mallorca para el entierro de su madre en mayo de 2019.

Don Juan Carlos, presionado por Sabino Fernández Campo, entonces jefe de la Casa del Rey, regresó de Suiza el sábado 20 de junio por la mañana, despachó a Felipe González antes del mediodía y comió en privado con el presidente de Sudáfrica, Fredierik de Klerk, que estaba en Madrid de visita oficial. Por la noche ya estaba de nuevo en Suiza.

Dejó plantada a doña Sofía, entre lloros, en la celebración familiar del último aniversario de don Juan de Borbón, que cumplía 69 años ese 20 de junio, y que se celebró en el Club Financiero de la calle Génova de Madrid. La reina, al día siguiente, sustituyó al monarca en la apertura de la Cumbre Iberoamericana. La desaparición pública del rey desde el 15 al 23 de junio levantó por primera vez en España todo tipo de especulaciones sobre una supuesta relación extramatrimonial.

Juego de Tronos

Los servicios secretos españoles acusaron al exbanquero Mario Conde de la filtración. En el caso de su común amiga Bárbara Rey también estuvo, supuestamente, involucrado. Lo que ha quedado claro a día de hoy es que el propio CESID (hoy CNI) hacía seguimiento y grababa conversaciones relativas a las relaciones amorosas de don Juan Carlos.

Además de doña Sofía, el chivo expiatorio de la relación con Marta Gayà fue Sabino Fernández Campo, que acabó siendo sustituido como jefe de la Casa Real por Fernando Almansa, acólito de Mario Conde. Después de ese verano tumultuoso, Marta Gayà dejó de aparecer en las primeras páginas de la prensa. La caída en desgracia del general Fernández Campo siempre estuvo rodeada de especulaciones. Según algunos medios, Pedro J. Ramírez, entonces director de El Mundo, confirmó a don Juan Carlos que fue él quien les filtró el nombre de Gayà para dar un escarmiento al rey y que rectificase de una vez.

La familia de Sabino nunca perdonó el trato recibido. Mucho se ha hablado del papel de Mario Conde en este cambio del staff de Zarzuela e incluso, en la época, corrió un rumor según el cual el banquero, al saber que a Sabino le había otorgado el título de Conde de Latores, éste soltó: “La va al pelo. Conde-delator-es”.

Nunca se ha sabido la versión de Fernández Campo sobre lo sucedido. Desde 1993 se dedicó a dar conferencias y recibir premios, como también fue nombrado miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Siempre atento con los medios, evitaba cualquier tema espinoso. Cuando le preguntaban por sus memorias sonreía y decía: “¿Para qué? Lo que puedo contar no interesa y lo que interesa no lo puedo contar”.

Marta grabada por un turista junto a don Juan Carlos en Irlanda en 2017.

A la muerte de Sabino, en 2009, Marta reapareció asistiendo a su entierro y huyendo de las cámaras del programa Aquí hay tomate. Desde entonces, la relación de Marta y Juan Carlos de Borbón mutó de nuevo en una profunda amistad, aunque en la somba estaba la figura de Corinna Larsen.

Ya sin Corinna en el escenario amoroso del Emérito, en el verano de 2017, el vídeo de un turista descubrió a Marta y don Juan Carlos en la iglesia de un pueblecito de Irlanda. Sabedora de que en Mallorca era carne de cañón de la prensa, en 2018 puso a la venta su bonito piso en la isla balear por 300 millones, una propiedad que había adquirido en 1998. Sus visitas ahora a la isla de sus amores son intermitentes, una de ellas fue por un motivo triste. El mes de mayo de 2019 fue enterrada allí su madre

Hoy Marta Gayà sigue fiel a su amigo Juan Carlos de Borbón. Acude periódicamente a Abu Dabi para verlo y compartir días con él. Estos días podría haber estado también junto a él en la ruta del rey Emérito por España.

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