24 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Esta figura histórica, que motivó el cisma con el Vaticano para pasar al anglicanismo, es la protagonista de la serie 'Sangre, sexo y realeza'

Ana Bolena, la reina consorte más poderosa de Inglaterra que ahora 'conquista' Netflix

/ La intérprete de Ana Bolena en 'Sangre, sexo y realeza'. Foto: Netflix.
La rompedora figura de la reina consorte más poderosa de todos los tiempos de Ingalterra, Ana Bolena, es la protagonista de la nueva producción de Netflix 'Sangre, sexo y realeza'. La miniserie, que promete destronar a la exitosa 'The Crown', realza el personaje de Ana Bolena, mujer que a principios del siglo XVI motivó el cisma con el Vaticano para pasar al anglicanismo.

El museo Thyssen de Madrid alberga en su colección uno de los retratos más conocidos del rey Enrique VIII de Inglaterra, el pintado por Hans Holbein el Joven. Esta obra de arte de 28 x 20 cm se convirtió en uno de los primeros ejemplos en inmortalizar en óleo sobre tabla a una figura conocida socialmente con el fin de perpetuar su imagen a través de los siglos. De esta manera se alcanzaba la eternidad. En definitiva, la celebridad del personaje se conservaba a través de los tiempos.

Como segundo monarca de la dinastía Tudor, su figura histórica ha sido determinante para entender la monarquía británica actual gracias a la segunda de sus seis esposas, Ana Bolena –figura que protagoniza la nueva y rompedora serie de Netflix 'Sangre, sexo y realeza'–. Esta fue una de las damas de honor de Catalina de Aragón, su primera mujer e hija pequeña de los Reyes Católicos, cuyo matrimonio significó la unión de dos de los imperios más notables de la historia. Pero como Catalina no le daba un varón al monarca, este tuvo que dedicarse a otras damas de la corte en busca del anhelado heredero.

Y lo encontró en Ana Bolena quien, a pesar de no tener una ascendencia aristocrática acorde a los estándares de la época, se convirtió en la favorita de Enrique. En aquella época heteropatriarcal, Ana Bolena supuso un revulsivo que dio al traste con muchos ideales. Desde pequeña se aficionó a la lectura y se culturizó de tal manera que nunca tuvo miedo de expresar públicamente sus propias ideas. Algo inaudito porque una mujer no podía ser independiente.

Durante la fase de su educación en Francia, Margarita de Angulema, esposa del rey Francisco I, le inculcó la imperiosa necesidad de cuestionar el poder papal y, por ende, la función del cristianismo, que solo velaba por sus propios intereses. La acumulación de riquezas mientras el pueblo se empobrecía era algo que enfurecía a Ana, por lo que poco a poco fueron aflorando en su interior ideas tan extremas como peligrosas.

Ana Bolena, 'desafiante' ante el catolicismo

En la corte, Ana Bolena leía a escondidas la Biblia en inglés traducida por primera vez por William Tyndale. Este hecho suponía una herejía, cuyo castigo consistía en ser quemado en la hoguera. Ana Bolena se empeñó en que la mayor cantidad de gente fuera consciente de que el cuerpo de Cristo no está en una hostia, sino que cada uno puede interpretarlo como desee. Aquel librepensamiento supuso un serio peligro. Además, Bolena depositó en manos de Enrique VIII el libro La obediencia de un hombre cristiano del propio Tyndale, en el que se dejaba patente que la figura del rey no debía responder ante nadie, ni tan siquiera ante el Papa quien, en aquel momento, era Clemente VII, que siempre se negó a disolver el primer matrimonio del soberano.

Ana-Bolena

Retrato de Ana Bolena.

Cuando Enrique VIII se dio cuenta de que podía desafiar los fundamentos de la fe católica romana empezó a considerar un cisma religioso que provocó numerosas revoluciones sociales, así como penurias económicas entre los más desfavorecidos. Cuando se casaron en secreto en 1532, el rey consideró a Ana su par, lo que significó una enorme piedra en el camino del ambicioso cardenal Wolsey que, mano derecha del rey y arzobispo de York, era un acérrimo enemigo de Ana. Para él, los mandamientos cristianos eran sagrados.

Poco a poco, Ana Bolena convence al rey de que corte lazos con la Iglesia de Roma. Cuando Wolsey cayó en desgracia, Thomas Crammer fue nombrado arzobispo de Canterbury, lo que le otorgó un gran poder para continuar con el proceso de Reforma. Él fue quien declaró nulo el matrimonio entre Enrique VIII y Catalina de Aragón, que en aquel preciso momento era tía de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, el hombre más poderoso de Europa. Este no pudo evitar el destino de su desgraciada pariente.

La obsesión por conseguir la nulidad fue el germen para que, en 1534, el Parlamento inglés aprobara el Acta de Supremacía por el que nacía la Iglesia de Inglaterra. Por fin, el Papa había perdido su poder. El anglicanismo ya estaba tomando forma a pesar de que Inglaterra estaba al borde de una revolución religiosa.

En 1536 murió Catalina de Aragón, había problemas con las cosechas y las revoluciones callejeras eran constantes. Pero todo se fue apaciguando. Además, Ana Bolena ejerció su poder para introducir por primera vez la noción de caridad, por lo que los monasterios cristianos que había acumulado riquezas incalculables fueron saqueados con el hipotético fin de mejorar la educación y ayudar a los pobres. En cierto sentido, Ana Bolena se había convertido en ‘la reina del pueblo’. Un alma caritativa que heredó lady Di, apodada ‘la princesa del pueblo’.

A pesar de los grandes cambios que introdujo en la corte, Ana Bolena se granjeó el desamor del rey porque no le había dado un heredero varón. En su último aborto espontáneo los doctores confirmaron que era un niño. Desesperado por tener un sucesor, no tardó en encontrar consuelo en Juana Seymour, que se convirtió en consorte tras la decapitación de Ana Bolena en 1536 al ser acusada de alta traición, incesto y adulterio. Unos cargos inventados por el propio monarca para deshacerse de ella. La figura histórica de la reina consorte inglesa más poderosa puede verse en Netflix en la miniserie 'Sangre, sexo y realeza'.

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