24 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Su excesivo consumo puede generar problemas de salud mental en los usuarios como depresión o ansiedad, según los expertos

La cantante Billie Eilish afirma que el consumo de pornografía ha destruido su cerebro

Billie Eilish, una cantante estadounidense de apenas 20 años, ha revelado en una entrevista para una emisora de radio americana que el exceso de consumo de pornografía ha destruido su cerebro y le ha generado problemas a la hora de relacionarse. Según la ciencia, el consumo de "cine para adultos" puede desencadenar graves problemas de salud mental además de resultar muy perjudicial para las relaciones interpersonales.

Las últimas declaraciones de Billie Eilish a una emisora de radio no han dejado indiferente a nadie. La cantante y compositora estadounidense, en un momento dado, se refirió a la pornografía como un grave problema en su vida, asegurando que haber estado tan expuesta a esta y consumirla tanto le ha destruido el cerebro y la ha dejado devastada.

El tema de conversación surgió durante una entrevista de un programa de radio de la emisora Sirius XM cuando le preguntaban por su canción Male Fantasy, que habla sobre la imagen sexual que han creado los hombres sobre el género femenino y el hecho de que, muchas veces, las mujeres se vean obligadas a reproducir esos estándares. Y Eilish afianzaba su postura crítica declarando que “como mujer”, considera que “la pornografía es una vergüenza”.

La pornografía como modelo a seguir

El debate por el consumo de pornografía viene de largo. Ya las feministas estadounidenses de la década de los ochenta criticaban duramente la industria del porno, aunque es cierto que la opinión del colectivo nunca fue homogénea de forma que, mientras algunas abogaban por su prohibición, otras lo hacían por la reapropiación de ese espacio y del imaginario que se ha formado en torno al sexo.

Manifestación feminista contra el consumo de porno en Madrid, 2021.

“Las primeras veces que me acosté con alguien, no supe decir que no a cosas que no eran buenas. Y fue porque pensaba que eso era lo que debía hacer para resultar atractiva”, confesaba la cantante. Y es precisamente ese uno de los problemas que se abordan en la crítica al consumo de pornografía, el consentimiento. El género pornográfico suele poner a la mujer en el papel de objeto de deseo para el hombre, un agente sumiso, llegando incluso, en no pocas ocasiones, a presentar mujeres vejadas, humilladas o penetradas contra su voluntad.

El fácil acceso a la pornografía la hace consumible a cualquier edad y por cualquier colectivo de modo que, puede erigirse como ejemplo a seguir o "manual de uso" en nuestras propias experiencias, sobre todo en los jóvenes, haciendo que se perpetúen conductas sexuales antinaturales que se encuentran muy alejadas del sexo real. La preocupación de comunidad médica es, precisamente, el crecimiento en el consumo de pornografía violenta que, creen, podría llegar a trasladarse a la realidad.

Los efectos del porno

La ciencia es otro de los agentes que se ha posicionado en el debate del consumo de pornografía. Por desgracia, es un elemento completamente normalizado por la sociedad y que, mayormente, se considera inofensivo. Sin embargo, abusar de su consumo puede llegar a ser muy nocivo para la salud mental y, desde luego lo es, para las relaciones interpersonales.

Rachel Anne Barr, doctorada en Neurociencia por la Université Laval, afirma en uno de sus artículos divulgativos que “no deja de ser paradójico que el entretenimiento para adultos pueda devolver a nuestras conexiones cerebrales a una etapa temprana”. Esta afirmación se apoya en las evidencias de demuestran que el consumo de pornografía contribuye al desgaste de la corteza prefrontal del cerebro, que es justamente la zona encargada de la moral y el control de impulsos. La inactivación de estas zonas pueden llevar al sujeto a un estado próximo al de su infancia, donde la moral aún queda lejos y los impulsos no se controlan voluntariamente.

Barr asegura que, a más redundar, la pornografía puede provocar depresión y ansiedad pues la transmisión natural de dopamina se ve directamente afectada al alterarse el tipo de placer que activa el sistema de recompensa de este neurotransmisor en el sujeto. Por otra parte, lo evidente: el consumo excesivo de pornografía altera la realidad y provoca disfunciones sexuales como la disfunción eréctil o la incapacidad de llegar al orgasmo.

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