La posible captación sectaria de Sandra Jiménez recuerda al caso de Patricia Aguilar
Se suma en España la sospechosa desaparición de Anna Marín con características similares a la de la alicantina.
Sandra Jiménez Andrés, una joven de 21 años residente en la localidad madrileña de Guadalix de la Sierra, desapareció el pasado 20 de septiembre. Según reveló su madre, Julia, a elcierredigital.com, su hija dejó una nota exigiendo a su familia que no la buscara. Llegó incluso a llamar al cuartel de la Guardia Civil de Soto para hace constar que se había marchado voluntariamente.
Para su madre, hay detalles en la nota y en la llamada que le invitan a pensar que Sandra ha podido ser captada "por parte de una organización sectaria". “Las palabras con las que se dirigía a nosotros en la nota no eran suyas. La letra sí, pero las palabras no. Es más, me llamó la atención porque daba a entender que iba a pasar tiempo hasta que se comunicara con nosotros. Yo creo que alguien le ha tenido que dictar lo que debía poner”, sostenía Julia en una conversación con elcierredigital.com.
También se mostraba suspicaz sobre la llamada que, presuntamente, recibió la Guardia Civil: “La pueden haber obligado a realizar esa llamada o incluso otra persona podría haberse hecho pasar por Sandra".
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Aunque estas son las impresiones de la familia, no es la primera vez que la desaparición de una joven se vincula con sectas. Según comentaba en su cuenta de X (antiguo Twitter) el integrante de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), Luis Santamaría, “hace falta un mayor compromiso público en el estudio de este fenómeno para poder ayudar mejor a Guardia Civil, Policía, Mossos d’Esquadra y demás FFCCSE en su trabajo”.
Desaparición de Anna Marín Sánchez
Otra desaparición en la que se baraja la posibilidad de que hubiera una secta implicada fue la de Anna Marín Sánchez. La joven, de también 21 años y de Elche (Alicante), desapareció el 29 de agosto y fue encontrada el pasado 14 de septiembre en Lima, Perú. La joven pudo hablar con su familia, pero desde la asociación SOSDesaparecidos alertaban que, pese a haber sido encontrada, no descartaban que se pudiera tratar de “una desaparición por efectos de posible captación, inducción, manipulación”.
Según comentó a elcierredigital.com David, el hermano de Anna, la joven, al igual que Sandra, también dejó una nota. “Envió un WhatsApp a mis padres y dejó una nota en casa en la que decía que iba a estar cerca de su familia, pero sin ningún tipo de contacto”, explicaba, afirmando que esto provocó una tremenda preocupación en la familia.
El día de su desaparición, el 29 de agosto, era el día que Anna debería haber vuelto a casa, según confesó su hermano. "El 29 de agosto mi hermana avisa en casa de que va a pasar unos días con unas amigas en una casa del campo y, hasta el 5 de septiembre, día en el que tenía que volver, mantiene una comunicación normal conmigo y con mis padres. Lo que desconocíamos es que se encontraba en Perú", revelaba a elcierredigital.com David, hermano de la joven.
"A las 16.00 horas de la tarde de ese día y tras avisar de que llegaba tarde porque se había quedado dormida, nos empezamos a preocupar porque ya no tenemos ningún tipo de respuesta por su parte. Hasta una hora después, cuando mis padres reciben un mensaje suyo en el que dice que se va a vivir a un piso en Madrid porque ha encontrado un trabajo allí", afirmaba David en conversación con este diario.
La captación sectaria de Patricia Aguilar
En realidad, Anna se encontraba en Perú. Había incluso abandonado sus estudios de Historia en la universidad. En la localización de Anna el pasado mes de septiembre fueron fundamentales, según SOSDesaparecidos, tanto Patricia Aguilar como sus padres, que prestaron “apoyo a los familiares de Anna”. Y es que Patricia Aguilar fue el protagonista de una de las captaciones sectarias más conocidas de nuestro país.
En el año 2015 la joven tenía tan solo 16 años y se encontraba rota tras haber perdido a su tío. Patricia decidió indagar en Internet sobre la vida en el más allá y entró en un blog esotérico. Fue ahí cuando contactó con ella el líder de la secta Gnosis, considerada una de las más peligrosas del mundo tras estar vinculada con el secuestro de jóvenes. Este miembro le aseguró tener respuestas a todas sus preguntas y que si iba con ellos a tener una vida mejor.
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A base de manipulación este gurú la embaucó y le explicó que había sido elegida para repoblar el mundo tras un inminente apocalipsis. En 2017, cuando cumplió 18 años, se escapó de casa con 6.000 euros que robó a sus padres para reunirse con su captador, Steven Manrique, en Lima, Perú. La joven se enamoró de su gurú, que se aprovechó del complicado momento que estaba viviendo Patricia. La manipulación llegó hasta tal punto que Manrique logró que la joven se aislase de la sociedad.
Patricia no fue la única víctima de Manrique, ya que el gurú consideraba que necesitaba mujeres para repoblar la Tierra después de un apocalipsis que estaba próximo y por ello mantuvo contacto con numerosas mujeres jóvenes aparte de Patricia. Una vez en Perú, la víctima tuvo que hacer frente a unas infames condiciones de vida, aunque no estaba sola, ya que con ella también había cuatro niños y otras dos mujeres.
El gurú le dijo a Patricia que debía mantener relaciones sexuales sin ningún tipo de intimidad todos los días, con la misión de repoblar la tierra con el mayor número de hijos posibles. Los padres de Patricia denunciaron su desaparición y el caso fue muy mediático porque pasaban los días y nadie sabía nada sobre el paradero de Patricia.
Por otro lado, la relación entre Manrique y Patricia cambió por completo. La joven afirmó públicamente que se había ido de manera voluntaria y que no quería volver a España, pero empezó a ser maltratada tanto psicológica como físicamente por Manrique. Patricia se quedó embarazada, aunque poco empatizó Manrique. Su gurú la sometió a una insalubridad máxima y tuvo que hacer frente a la desnutrición. Patricia Aguilar tuvo que parir en la selva acompañada solamente de cuatro niños.
En julio de 2018 sus padres se desplazaron a Lima y dieron con ella en una zona selvática en la que residía junto a otras mujeres y niños, todos ellos hijos de Manrique y uno de ellos fruto de una relación con Patricia. Gracias a la colaboración de la policía peruana y los esfuerzos de los padres se consiguió que la joven volviera a su casa. Cuando Patricia regresó a España necesitó la ayuda de un psicólogo especializado en sectas para volver a ser ella misma. En octubre de 2019 la Sala Penal Superior de Perú condenó a Félix Steven Manrique a 20 años de prisión por la trata de cinco mujeres, Patricia entre ellas, a las que había sometido para explotarlas sexual y laboralmente.
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