Pablo Ibar vuelve a ser juzgado en EE. UU. ante tribunal contrario a su excarcelación.
El inspector principal del caso confirma ahora que amañaron pruebas y sobornaron a testigos para inculpar al español.
Pablo Ibar vuelve a sentarse en el banquillo. Este lunes se reanuda en Florida (EEUU) el proceso contra este español, que lleva 24 años en prisión, 16 de los cuales en el corredor de la muerte. Ibar fue condenado por un triple crimen que él asegura no cometió. Fue sentenciado en un juicio con evidentes irregularidades y carencias legales, sin pruebas sólidas e incluso algunas falseadas. Así lo confirmó el Tribunal Supremo de Florida en 2016. Todas esas irregularidades, pruebas, testimonios falseados y testigos comprados son los que, en esta ocasión, la defensa de Ibar espera poner en evidencia definitivamente. Irregularidades, que no cesan, ya que en este nuevo juicio se vuelven a repetir.
Todo comenzó el 26 de junio de 1994. Pablo Ibar, de 22 años, estaba en casa de su novia , Tanya - hoy casada con él - donde acabó pasando la noche. En una zona cercana, se produjo un terrible crimen: un dueño de un conocido local nocturno y dos empleadas eran asesinados por dos hombres. El rostro de uno de los asesinos fue grabado por una cámara de seguridad. Imágenes de escasa calidad, sin sonido y en blanco y negro, borrosas, pero que los sucesisivos tribunales han querido interpretar como definitivas y concluyentes para condenar a Ibar.
Pablo, relacionado con algunos grupos del trapicheo por entonces, fue detenido en una pelea tres semanas después. Los detectives Paul Manzella y Craig Scarlett le relacionan con las imágenes grabadas en el crimen y es rápidamente acusado del triple asesinato. La Fiscalía pide la pena de muerte para él y comienza el calvario judicial para el joven español y su familia, gracias a la cual, ha podido mantener esta lucha contra lo que, aseguran desde muchos organismos de defensa de los derechos humanos, es un proceso y sentencia injustos.
Proceso e investigación plagados de manipulaciones y falsedades
Además de numerosas manipulaciones en los testimonios e irregularidades durante las identificaciones, el abogado de Ibar, Kayo Morgan, realiza una defensa nefasta, acaba enfermando e incluso fue detenido por agredir a su mujer. Cuando Ibar pide el cambio de letrado, el juez se lo niega y tras seis años en prisión preventiva llega la sentencia: pena de muerte sin una sola prueba concluyente. Ninguna de las 100 huellas, rastros de sangre o marcas de botas del escenario del crimen coincidían con las del joven Ibar.
La defensa de Ibar lucha desde ese mismo momento por una repetición del juicio. Pero tiene que pasar 16 años en el corredor de la muerte y ver cómo son rechazados dos recursos hasta que el Tribunal Supremo de Florida admite que Pablo Ibar fue condenado con “pruebas escasas y débiles”, por lo que determina la repetición del juicio. Es la última oportunidad para el español, pero de nuevo salpicada por las irregularidades.
La primera de esas anomalías es el juez, quien se presentó voluntario para la causa. Un letrado abiertamente contrario a la excarcelación de Ibar. Por si fuera poco, es amigo del fiscal, Chuck Morton, quien logró la condena a muerte en 2000 para Ibar. Un fiscal que estando ya jubilado pidió volver – y se le permitió- solo para llevar este caso.
La diferencia y la esperanza en esta ocasión, está en la defensa de Pablo. El joven español cuenta con un equipo de abogados solvente gracias a la campaña y esfuerzos realizados en España por su padre, Cándido Ibar, un expelotari vasco que emigró a EEUU. La fundación contra la pena de muerte Pablo Ibar ha logrado un millón de dólares para pagar la defensa del joven. Por otra parte, varios diputados y senadores españoles han presenciado parte del juicio.
La defensa tendrá que trabajar duro pues la Fiscalía mantiene las mismas acusaciones basadas en las mismas pruebas: las imágenes de la cámara de vigilancia y su parecido con Ibar junto al testimonio de un testigo visual, que aseguró ver por el retrovisor de su coche a Pablo subiéndose a otro vehículo. Ahora, este testigo, que en su momento acudió a testificar cuando anunciaron recompensa económica por aportar pruebas, contradice sus palabras y confirma que la figura que vio podría ser también otra persona.
Más irregularidades pudieron confirmarse en las ruedas de reconocimiento realizadas al mismo testigo fueron manipuladas para inculpar a Ibar. Y no solo eso, hace unos días, el detective que dirigió la investigación Paul Manzella, reconoció que ignoró el resto de pistas del caso. Pistas como la que apuntaba al coche de una de las víctimas, que apareció quemado tras el crimen. Varios días después, otro se presentó en comisaría y aseguró que él había quemado ese coche por orden de su jefe. Al día siguiente fue asesinado. Nadie siguió esa línea de investigación.
Otro falso testimonio fue el del compañero de piso de Pablo, quien en juicios anteriores había dicho que vio salir de casa al español con una pistola y después volver con un coche negro. Pero al final admitió que se trataba de falso testimonio y aseguró que le habían pagado 1.000 dólares por ello. Un pago aprobado por el mismo detective Manzella.
En definitiva, es uno de los casos más importantes en los que se ha denunciado un ensañamiento judicial e interés manifiesto en condenar a la pena de muerte a un acusado sin las pruebas suficientes. La nueva sentencia se espera para después de enero, quizá en primavera. Mientras, Pablo y su familia se aferran a la nueva defensa y a la evidente demostración de falsedades e irregularidades en los procesos judiciales e investigaciones. Son 24 años entre rejas para Pablo Ibar, 16 en el corredor de la muerte, donde es visitado cada sábado por su mujer, Tanya, ls misma que pasó junto a él aquella fatídica noche del crimen por el que está pagando a pesar de la ausencia de pruebas.
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