Otra desaparición sin resolver en Extremadura: Se cumplen cinco meses sin saber nada
Se han cumplido 5 meses de la desaparición de la extremeña Rosalía Cáceres Gómez.
150 son los días que la familia de la extremeña Rosalía Cáceres Gómez lleva esperando tener noticias de ella desde que una mañana del mes de mayo decidió salir de su casa, ubicada en la localidad cacereña de Bohonal de Ibor, para dar una vuelta y ya no se supo más de ella.
Desde ese día un gran dispositivo formado por coches, helicópteros, drones, perros, buceadores y escaladores; con decenas de agentes de la Guardia Civil; con voluntarios de Protección Civil, DYA y Cruz Roja; y con centenares de vecinos de su pueblo y otros cercanos no han dejado de patearse todos los alrededores de Bohonal de Ibor para poder hallar a Rosalía. Pero no ha podido obtener ningún resultado y ya han pasado desde el momento de su desaparición cinco meses.
Salió a dar una vuelta
A Rosalía la vieron por última vez el 25 de mayo e iba caminando por la carretera que va a Mesas de Ibor. Esa mañana, la extremeña habló varias veces por teléfono con su hijo Enrique, que vive en Madrid. La costumbre que ella tenía era salir a andar sobre las ocho de la mañana y regresar en torno a las diez. Solía hacer una ruta de lo más convencional, la misma que otros vecinos, y que en su caso incluía mojarse los pies en una zona cercana al pantano de Valdecañas donde la orilla parece una playa.
Esta recreación de los hechos se conoce gracias al testimonio de su hijo, a quién le confirmó que estaba dando una vuelta y, en otra llamada que le realizó, que estaba mojándose los pies en el lugar de siempre.
Fue entonces cuando su hijo Enrique le dijo que se quedara allí que su prima iba a ir a buscarla pero ella le insistió que no hacia falta porque ella regresaba sola a casa.
En este punto Rosalía decide colgarle el teléfono debido a que se encontraba subiendo una cuesta y el cansancio no le permitía poder mantener la comunicación. Enrique le vuelve a llamar y Rosalía le da el motivo que le ha conducido a acabar con la llamada. Todo esto sucede hasta as 13.55 horas.
Desde ese momento, su teléfono está apagado o fuera de cobertura. La última señal la captaron las antenas del Cancho El librillo, y ahí se centraron las primeras batidas para buscar la extremeña.
Comenzaron los primeros operativos de búsqueda
“Este caso es distinto a la mayoría de las desapariciones”, asegura Salvador Serrano, yerno de la desaparecida.
“No es en absoluto habitual tener a una persona localizada a las dos de la tarde y que dos horas después no haya manera de encontrarla”, explica el portavoz de la familia.
Ante la sospecha de que su madre está perdida, Enrique llama al pueblo. A las tres y cuarto se inicia un operativo de voluntarios en su búsqueda, algunos vecinos van al monte a localizarla. Una hora más tarde ya está la Guardia Civil montando su dispositivo para tratar de localizarla. Cinco meses después, ni una pista.
Esa zona que él menciona se ha rastreado y vuelto a rastrear varias veces desde el 25 de mayo. El 1 de junio, es decir, cuando solo había pasado una semana, se organizó una batida en la que participaron unos 300 voluntarios y 94 agentes de la Guardia Civil. Su usaron drones, helicópteros, perros y buzos. Se batieron unas 1.800 hectáreas sin resultado.
Batidas a diario
Cada semana e incluso a diario se realizan búsquedas para encontrar a Rosalía.
En la última batida participaron 70 agentes de varias unidades de la Guardia Civil, entre ellas otra vez el servicio cinológico y los GEAS (Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas), han peinado durante tres días el monte entre Bohonal y Mesas. Ese paisaje incluye zonas abruptas, especialmente en las proximidades del río Ibor, donde hay barrancos y farallones. Anteayer estuvieron allí miembros del GREIM (Grupo de Rescate e Intervención en Montaña). Las tres jornadas de rastreos intensivos acabaron sin novedades.
“Todas las líneas de investigación están abiertas”, declaró la Delegada del Gobierno en junio. Cuando la Guardia Civil inspeccionó su casa, todo estaba en orden. Allí seguía su bolso, con su cartera y su DNI. Y en la cocina, la comida descongelándose. Lo que indica que Rosalía tenía idea de regresar a su casa.
Además no se han encontrado ninguna pertenencia de Rosalía. “Ni la botella de agua, ni la ropa, ni sus gafas han aparecido”, declara el portavoz de la familia. Y añade que “las autoridades manifiestan que es un caso muy misterioso porque no se ha encontrado nada ni en las búsquedas en los pantanos, ni en los caminos”.
“La Guardia Civil tiene abiertas todas las hipótesis. Ellos creen que pudo despistarse y en ese intervalo de tiempo pasarle algo. Pero todo se está llevando con una mera discreción”, asegura el yerno de Rosalía.
Actualmente las investigaciones se están llevando a cabo en la zona del pueblo de Las Mesas de Ibor, cercana a la localidad donde se produjo la desaparición. Desde este municipio hasta la vertiente del río, según nos traslada fuentes familiares.
Rosalía, en buen estado de salud
La desaparecida se trasladó al municipio de Bohonal de Ibor antes de que el Gobierno decretara el primer Estado de Alarma, el 14 de marzo, para poder afrontar mejor el confinamiento. Ella solía pasar la mayor parte del año en su residencia de Madrid.
“Nadie de su familia la dejó durante el confinamiento. Sus hijos la llamaban a diario. Estaban muy pendiente de ella”, aclara el portavoz de la familia.
Rosalía, de 74 años, vivía sola pues era viuda. Su marido fue conductor de autobuses. Fruto de ese matrimonio nacieron sus cuatro hijas y un hijo. Enrique, con el que mantuvo contacto hasta el momento de su desaparición.
La extremeña se encontraba en un buen estado físico y mental. Sin más problemas de salud que los achaques propios de la edad. Era buena vecina, sin enemigos conocidos, en absoluto conflictiva. Nadie sabe que pudo pasar con Rosalía y estos datos hacen que su caso sea poco habitual.
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