Los misterios que rodean el incendio del hotel Corona de Aragón 45 años después
El suceso costó la vida de 78 personas y aún hay dudas sobre si era un atentado terrorista contra la familia Franco
Aquel día, 12 de julio de 1979, el Corona de Aragón estaba lleno; se celebraba en la Academia General Militar, ubicada en Zaragoza, la entrega de despachos, y en el hotel se hospedaban numerosos militares y sus familiares. La viuda de Franco, Carmen Polo, estaba en el hotel porque su nieto José Cristóbal Martínez-Bordiú era uno de los cadetes que iban a recibir el despacho de teniente. Al día siguiente del incendio, que se saldó con 78 muertos y 113 heridos, en el diario Heraldo de Aragón se recibió una llamada en nombre de ETA en la que se reivindicó el atentado. Sin embargo, la banda terrorista vasco nunca reivindicó oficialmente este supuesto atentado. La llamada al periódico nunca fuer verificada. Un día después, el Gobierno, el segundo presidido por la UCD de Adolfo Suárez, anunciaba el carácter fortuito del incendio. Punto y final. Además, las familias afectadas no cobraron indemnizaciones porque la Justicia eximió al hotel de responsabilidad alguna.
Oficialmente el fuego se inició en una churrería en la planta baja del hotel. Desde que prendió la sartén de los churros (A las 8,15 aproximadamente, según el jefe de barra de la cafetería Formigal, lugar de iniciación del fuego) hasta que las llamas aparecieron al exterior (8,28 según los testigos) los empleados no pudieron detener las llamas. Trece minutos son la incógnita. ¿Pudo tomar tanta incandescencia la planta de Picadilly's? (40 metros de largo, sin un solo tabique de separación forrada de moquetas, corcho en el techo, sofás, madera, pigmento fortísimo utilizado para pegar las propias moquetas, y un producto de semejantes características utilizado para limpiarlas).
“A las 8 y 23 minutos,- comentó en su día un testigo a la revista Interviú— dejaba mi coche en el aparcamiento. La hora es exacta por el tiket que me dieron. Dos minutos más tarde estaba en la puerta de mi casa, frente al hotel. Charlaba con el portero cuando vimos que por el cartel de Formigal, salía un poco de humo. Minutos después explotaba un cristal del centro del hotel y salían llamas. Fue muy rápido”. Los documentos gráficos son esclarecedores, el fuego no sale desde el suelo de Picadilly's, proviene del techo de corcho.
Técnicamente el recorrido del fuego fue a través de la chimenea y, además, por el espacio o abertura que media entre la salida de humos y el piso, una vez deformada la chapa metálica que reviste las paredes de la churrería por el calor. Las salidas de humos eran de chapa metálica sin revestir de ningún material resistente al fuego, y, además, pasaban por encima del forjado del piso de Picadilly's. Las rejillas de salida contactan con el cielorraso de corcho que reviste los techos que prendieron a través de aquel.
Los materiales que se encontraban en la planta de Picadilly's desprendían, según afirmaron en su día los técnicos, monóxido de carbono, ácido cianhídrico (espumas) y ácido clorhídrico (P.V.C.). No hay que olvidar que los muebles, armazones de madera y los materiales sintéticos estaban formados por policloruro de vinilo flexible en el revestimiento y espuma de poliuretano que originan humos densos y oscuros.
Las moquetas estaban compuestas por poliamidas, polipropileno, poliésteres saturados y fibras celulósicas o acrílicas. El intensísimo humo, oscuro y denso, copó la fachada del hotel y la rapidez con que se prodigó por el interior, hizo que los inquilinos del hotel no pudieran salir por ninguna parte. La escalera principal sirvió de tiro. Un técnico en incendios de la base americana, intentó, con trilita, abrir salidas del humo al exterior para que no se adueñase de las distintas plantas, pero no recibió autorización.
El Supremo reconoció que fue un atentado
La velocidad del fuego y las sustancias halladas son los puntos más controvertidos que esgrimen, insistentemente, aquellas personas que defienden la teoría del atentado. Durante años la autoría de ETA se mantuvo como una verdad semioficial a pesar de que la banda lo negó.
Esta versión la mantuvo el diario El Alcázar que inventó una historia alucinante sobre los Franco que, supuestamente, eran el objetivo de algún grupo terrorista. El día del incendio hubo llamadas para todos los gustos, desde el Grapo a la ETA, esta última organización, días antes, había hecho público un comunicado en San Sebastián, mediante el cual advertía «la suspensión temporal de actuaciones» y, posteriormente, desde Navarra descartaba cualquier intervención en el Corona de Aragón.
El miedo de la empresa era la responsabilidad civil. El seguro contratado por la misma cubría hasta diez millones de riesgo y la indemnización por muertos y heridos sobrepasa los 300 millones. La revista Interviú cinco días después de los hechos advertía de la irregularidad de las escaleras. Efectivamente, además de la principal existían tres escaleras más. Una de ellas es exterior y situada frente a la Iglesia de San Ildefonso.
No estaba señalizada y era preciso llegar hasta ella a través de una habitación individual. Era metálica y enlaza dos pisos para interrumpirse en el tercero y reanudar la conexión de dos en dos. La escalera de servicio ofrecía un rótulo en el que se leía "Salida de Emergencia", pero para llegar hasta allí era preciso entrar en la habitación del propio servicio que sólo conocían los empleados del hotel. Había otra escalera de hierro en el office, pero en la puerta se leía: “Privado”.
Aunque la posición oficial del Gobierno fue que el incendio fue fortuito, siempre se ha mantenido la certeza de que se trató un atentado terrorista. A pesar de todo, en 1981 la Audiencia Nacional dio carpetazo al asunto. Para algunos investigadores, fue un acto terrorista ajeno a ETA, llegando a especularse con que detrás estuvieran elementos de la ultraderecha para caldear, nunca mejor dicho, la inestable situación política de la España de la época.
Años después, el 14 de marzo de 2000, el Ministerio del Interior, con Jaime Mayor Oreja al frente, consideraba una indemnización a las familias afectadas como víctimas de terrorismo. El Gobierno solicitó un informe al Consejo de Estado al respecto, aunque no asumía que fuese por un atentado. En febrero de 2009 el Tribunal Supremo reconoció que fue un atentado y que hubo al menos tres personas involucradas. Sin embargo, no se reabrió ninguna investigación para buscar a unos terroristas que pudieron actuar sin el amparo oficial de las bandas armadas que en esos años sembraban el miedo en las calles españolas.
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