
'Fito', el líder de 'Los Choneros': Así es el capo que sembró el miedo desde un búnker
El narco ecuatoriano fue capturado tras 17 meses de fuga y será extraditado a EE.UU por narcotráfico y crimen organizado
Esta semana, un cerco policial y militar ha rodeado una vivienda en el barrio La Tejedora, en el municipio ecuatoriano de Manta. Lo que parecía una casa común ocultaba un sofisticado búnker subterráneo. Allí se encontraba José Adolfo Macías Villamar, alias “Fito”, el narcotraficante más buscado de Ecuador, prófugo desde enero de 2024. Tras horas de vigilancia, los agentes lograron el arresto del líder de ‘Los Choneros’ sin disparar una sola bala.
El operativo, ejecutado por fuerzas combinadas de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, contó con apoyo técnico internacional. La operación se activó a las cinco de la mañana y culminó por la tarde con la detención de Fito y otras cuatro personas. Eran dos de sus escoltas, un presunto colaborador del municipio y su compañera sentimental.
El presidente Daniel Noboa no tardó en emitir un mensaje público tras la detención. “El Estado ha demostrado que nadie está por encima de la ley”, afirmó.
El mandatario ha endurecido las políticas de seguridad desde su llegada en 2023. De hecho, Noboa había declarado el conflicto armado interno en enero de 2024 tras la fuga de Fito de la cárcel Regional de Guayaquil. Además de una posterior oleada de atentados, secuestros y asesinatos que sacudieron al país.
Fito representaba no solo una amenaza concreta, sino también un símbolo de impunidad. Su fuga se había producido en medio de una supuesta reubicación carcelaria. Su salida de prisión marcó el inicio de una escalada de violencia sin precedentes.
La captura del cabecilla es, para el Gobierno, un triunfo en la ofensiva contra el crimen organizado, aunque no el punto final.
Los orígenes de un capo: de los barrios de Manta al poder absoluto en las cárceles
José Adolfo Macías nació en Manta el 30 de septiembre de 1979. Desde joven estuvo vinculado a actividades delictivas. Fue detenido por primera vez a los 20 años por robo. Pero su verdadero ascenso comenzó dentro de las cárceles ecuatorianas.
Tras ser sentenciado en 2011 por narcotráfico, asesinato y delincuencia organizada, Macías ingresó a la prisión de máxima seguridad “La Roca”, en Guayaquil.

En febrero de 2013 protagonizó una fuga cinematográfica junto a 17 miembros de su banda. Escaparon por el río Daule y se refugiaron en distintas localidades costeras.
Fito fue recapturado meses después, pero ya se había consolidado como figura clave dentro de la organización criminal conocida como Los Choneros.
Los Choneros: la expansión del crimen desde las cárceles
Los Choneros nacieron como una pandilla local en Manabí, pero bajo el mando de Jorge Luis Zambrano, alias “Rasquiña”, evolucionaron hacia una estructura criminal compleja, con vínculos con cárteles internacionales.
Fito fue su mano derecha durante años y, tras el asesinato de Rasquiña en diciembre de 2020, asumió el liderazgo absoluto.
Desde entonces, la banda amplió su control del narcotráfico, dominando rutas clave en el Pacífico hacia Estados Unidos y Europa. Consolidó alianzas con el Cártel de Sinaloa, disidencias de las FARC, mafias albanesas e italianas.
Operaban con empresas fachada, infiltraban instituciones públicas y mantenían el control absoluto de varias cárceles.
Fito, pese a estar tras las rejas, ejercía el mando con total impunidad. Se le atribuyen fiestas privadas en la cárcel, acceso a teléfonos satelitales y relaciones con autoridades penitenciarias. Su figura combinaba la de un patrón respetado por sus hombres y la de un criminal implacable con sus enemigos.
Fuga, terror y estado de excepción
La fuga del 7 de enero de 2024 fue la chispa que encendió una crisis nacional. Mientras supuestamente era trasladado a otra prisión, Fito desapareció. Las primeras 24 horas fueron confusas.
Al día siguiente, comenzaron los ataques. Motines en siete cárceles, toma de rehenes, explosivos en centros urbanos. Además de un periodista asesinado en vivo y la ocupación de la televisora TC Televisión por un comando armado.

Noboa decretó el estado de excepción y movilizó a las Fuerzas Armadas a todas las provincias. En las semanas siguientes se produjeron miles de detenciones y el envío de tanques a zonas calientes como Esmeraldas o Guayaquil.
Se ofreció una recompensa de un millón de dólares por Fito. La huida del narco sacudió la confianza ciudadana en el sistema penitenciario y provocó la destitución de varios altos funcionarios.
Una red que cruzaba continentes
Según la acusación presentada por la fiscalía del distrito este de Nueva York en abril de este año, Fito dirigía una organización transnacional capaz de enviar toneladas de cocaína desde Colombia y Perú hacia Estados Unidos y Europa. En paralelo, introducía armamento pesado en Ecuador para sostener el control territorial y sus guerras internas contra bandas rivales.
Washington lo definió como “el narcotraficante más violento del Ecuador". Su inclusión en la lista de objetivos prioritarios del Departamento de Estado fue clave para acelerar su localización. Las pruebas en su contra incluyen interceptaciones telefónicas, testimonios de colaboradores, transferencias bancarias ilícitas y rutas marítimas mapeadas con geolocalización.
Juicios pendientes y posible extradición
Fito acumula en Ecuador más de catorce procesos judiciales. Entre ellos destacan cargos por homicidio agravado, extorsión, asociación ilícita, tráfico de drogas, tenencia ilegal de armas y lavado de activos. En 2011 fue condenado a 34 años de prisión, de los cuales había cumplido 12 antes de su fuga.
Tras su recaptura, el Gobierno ha confirmado que se activó el procedimiento de extradición hacia Estados Unidos.
Desde la reforma constitucional de 2024, Ecuador puede entregar ciudadanos propios requeridos por la justicia internacional, especialmente en delitos de crimen organizado o terrorismo. Si la extradición se concreta, Fito enfrentará cargos que podrían acarrearle cadena perpetua.
¿Un punto final o una transición de poder?
Aunque su arresto es un logro incuestionable del Estado, los expertos advierten que la estructura de Los Choneros sigue activa. La organización, fragmentada en células como Los Fatales o Los Águilas, aún tiene presencia en Esmeraldas, Guayas y Manabí. La detención de Fito podría desencadenar una lucha por el poder interna, con el riesgo de una nueva ola de violencia.

Para el Gobierno de Noboa, que ha hecho de la seguridad su bandera, la captura sirve como espaldarazo. Sin embargo, el desafío es sostener una política carcelaria efectiva, evitar nuevas fugas y reconstruir la confianza en las instituciones.
La caída de José Adolfo Macías Villamar representa más que el fin de una fuga: es la caída del símbolo más poderoso del narco ecuatoriano. Pero también abre una nueva etapa en la guerra contra el crimen, donde los vacíos de poder pueden ser tan peligrosos como la impunidad que durante años reinó en las cárceles del país.
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