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Una mujer con cabello largo y oscuro sonríe mientras junta sus manos frente a su rostro.
SUCESOS

Crímenes sin resolver (II): La muerte de Sheila Barrero en 2004, cerrada hace un mes

El asesinato de Sheila Barrero queda impune.

La Audiencia provincial de Asturias desestimó el pasado mes de septiembre el recurso presentado por la familia de Sheila Barrero. La Audiencia confirmaba en su integridad un Auto de la jueza de Cangas del Narcea, que había decretado el sobreseimiento provisional y archivo de la causa después de ser reabierta  hace cinco años gracias a los indicios aportados por los investigadores de la Guardia Civil y archivada por la misma jueza instructora en enero de este año. De esta manera se daba carpetazo al crimen de Sheila sin un culpable. El asesino anda suelto.

La Audiencia calificaba además de "prolija, minuciosa y completa" la resolución de la jueza y se detiene en el casquillo encontrado en una segunda inspección: Los residuos coincidentes con la prueba de parafina realizada al único sospechoso, un exnovio de Sheila, no resultaron concluyentes. La Audiencia consideró que los indicios  solo eran sospechas, insuficientes para continuar con la causa abierta.

Sheila Barrero, de 22 años, fue asesinada el 25 de enero de 2004 cuando regresaba a su domicilio en la localidad asturiana de Degaña tras finalizar su jornada como camarera en un pub de Villablino, en León. Su cadáver fue descubierto por su hermano en el interior de su vehículo en el aparcamiento de un área recreativa en el Alto de la Collada, en la carretera que une Villablino y Degaña.

La causa ya fue reabierta en 2015 para la práctica de nuevas diligencias en las que se aplicaron nuevos avances tecnológicos, que en opinión del Ministerio Público no fueron suficientes "para determinar la autoría material del homicidio o señalar a una persona concreta, ya no como autor, sino tampoco como cómplice o encubridor".

En dichas diligencias se analizaban, entre otros aspectos, restos procedentes de un casquillo o una fibra de una prenda de ropa hallada en una bufanda que se encontraba en el interior del vehículo.

El 2 de agosto de 2019 la Fiscalía solicitó la práctica de estas nuevas diligencias, que consistieron en la declaración como peritos de una serie de especialistas y la jueza accedió a esta petición. Las comparecencias se celebraron en el mes de octubre. Acudieron para dar testimonio un facultativo jefe del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses y tres agentes del Departamento de Química del Servicio de Criminalísitica de la Guardia Civil.

Todos declararon que las pruebas de pólvora realizadas al exnovio de Sheila, Borja Vidal, conocido como Bowie, arrojaron pruebas positivas en su momento y las siguen arrojando ahora. Los investigadores ya decidieron imputar en su día a su exnovio, un joven leonés, de Villablino. Sin embargo, el Juzgado de Instrucción de Cangas del Narcea y posteriormente la Audiencia Provincial decidieron archivar el asunto por falta de pruebas en 2008.

Una fotografía muestra el retrato de una joven mujer con cabello largo y oscuro, junto a una pancarta en un campo que exige justicia para Sheila y un juicio contra su presunto asesino.
Lugar donde falleció Sheila Barrero. | ElCierreDigital

Los expertos se apoyaron en el informe de la UCO realizado en julio 2004 y ahora los nuevos avances tecnológicos permitieron, 15 años después del crimen, analizar, entre otras pruebas, una partícula hallada en la mano derecha del exnovio de la víctima, Borja que al parecer coincidiría con la muestra localizada en el casquillo de la bala que mató a la joven.

Historia de un crimen

Era un frío 25 de enero de 2004 cuando Sheila Barrero, de 22 años, fue asesinada. Su hermano Elías, que salió a buscarla ante el retraso en llegar a su casa, encontró su vehículo retirado de la carretera, en el puerto de Cerredo, a medio camino entre el pueblo leonés de Villablino, donde trabajaba, y la localidad de Degaña, el domicilio familiar en Asturias, a unos 10 kilómetros. Cuando encontró el cuerpo sin vida de su hermana dentro del coche, llamó a la Guardia Civil. La joven había fallecido de un disparo en la cabeza, efectuado desde dentro del mismo vehículo. No hubo robo ni violación.

Una joven con una flor en la mano frente a un edificio y un paisaje montañoso.
Una imagen poco conocida de Sheila Barrero. | ElCierreDigital

Parece increíble ahora, pero en la primera inspección ocular los agentes de la Guardia Civil creyeron que la joven había muerto de un traumatismo porque el orificio del disparo era tan pequeño, un calibre 12, que no se apreció hasta la autopsia posterior. Por eso tardaron más de 24 horas en hacer pruebas de restos de pólvora a sus amigos más cercanos y parientes, como manda el protocolo. En concreto se realizaron esas pruebas 30 horas después.

La pistola era de pequeño calibre, una 12 milímetros, por eso el asesino tuvo que situarse en el asiento de atrás, muy cerca, y disparar en la nuca. La bala atravesó el cráneo, rebotó contra la luna delantera y cayó dentro del coche. De ahí la Guardia Civil sacó también restos de pólvora.

Al día siguiente del asesinato la Guardia Civil citó a seis jóvenes de Villablino para someterlos a la búsqueda de restos de pólvora en sus manos. To­dos tenían alguna relación con la joven, diplomada en Turismo y camarera en un conocido pub del pueblo. Era la me­nor de cuatro hermanos, guapa, diver­tida, responsable y con cierta fama de “rompecorazones”.

Tres personas, incluido un joven de 19 años llamado Borja Vidal, con quien Sheila había mantenido una relación sentimen­tal hasta unos días antes, presentaron res­tos de pólvora en las manos. Es decir, tres amigos, conocidos o exnovios de Sheila habían disparado poco antes del crimen, algo no demasiado extraño en una zona de caza donde los jóvenes acostumbran a tener licencia de armas.

Lo que Borja -mal estudiante y buen jugador de fútbol- no sabía es que la munición de caza no lleva estaño en su composición y que ahora, en 2019, ya puede determinarse si esos mismos restos coinciden al cien por ciento con las muestras obtenidas sobre el cadáver. Años después Borja se casó, se hizo electricista y tiene dos hijos. Dijo en más de una ocasión que iba a dejar Villablino, cansado de la persecución de los medios, pero nunca lo hizo.

Hombre con camiseta negra y ojos cubiertos con una franja negra, de pie al aire libre con un edificio de fondo.
Borja Vidal en una imagen de La Sexta TV. | ElCierreDigital

El primer informe del departamento de Criminalística de la Guardia Civil, fecha­do en julio del mismo año, explicaba que en el caso de Borja –que reconoció haber mantenido una breve relación con la jo­ven– “nos encontramos con seguridad ante residuos procedentes de la detona­ción del fulminante”.

La mano derecha del joven, según el informe de Criminalística de la Guardia Civil, tenía "partículas a base plomo. antimonio y bario, además de estaño cuyo origen es específico de la detonación de un fulminante como el analizado". Los otros dos investigados no tenían restos de estaño en sus manos. En declaraciones a la revista Interviú, en 2004, el propio Borja aseguraba que "sabía que iba a dar positivo a esa prueba porque estuve cazando con mi tio en Leitariegos el 17 de enero".

La Guardia Civil explicó que era prácticamente imposible que el joven tuviese restos de estaño nueve días después de cazar y fue detenido. Pero el mismo informe también manejaba la posibilidad de que ese material hubiese ido a parar a las manos por transferencia, es decir, por manejo de los cartuchos que el propio Borja aseguraba tener en gran cantidad en casa.

Retrato en blanco y negro de una mujer con cabello largo y lacio.
Sheila Barrero en una fotografía de estudiante. | ElCierreDigital

Los investigadores insistieron en el móvil pasional, ya que ambos jóvenes habían comenzado una relación en octubre de 2004, pero Borja negó haber pasado de intercambiar más que algunos besos con la joven cuando se encontraban en el pub donde ella trabajaba. Borja habría dejado la relación en noviembre porque tenía una novia que vivía en Cataluña, pero iba a regresar al pueblo en navidades. Además, la familia de Borja no veía con buenos ojos esa relación porque una tía de Borja había visto como su novio Teófilo la dejaba para irse con Sheila. Sin embargo, la familia de la victima tenía otra versión: "Sheila lo dejó porque iba a volver con su anterior novio e incluso se iban de vacaciones a Tenerife".

Lo cierto es que Borja no dejó de tener problemas desde entonces y en mayo de 2004 su pandilla fue acusada por una menor de haber recibido dinero a cambio de mantener relaciones sexuales. Luego tuvo que ir al psicólogo para tratarse un cuadro de ansiedad seguido de una depresión, que él achacó a haber suspendido en seis ocasiones el examen teórico de conducir. La Guardia Civil comprobó que en realidad solo había suspendido dos veces y había sido hacía más de un año. Aquello lo convirtió en más sospechoso todavía y en verano de 2004 fue detenido en una playa de Gijón.

Finalmente, el juzgado de Cangas sobreseyó el caso "por falta de autor conocido" y retiró la condición de imputado a Borja. Los agentes de Homicidios de la Guardia Civil hicieron 600 entrevistas, analizaron un centenar de restos biológicos encontrados en la zona y el coche de Sheila e incluso llegaron a ofrecer una recompensa económica a quien pudiese aportar alguna pista fiable sobre el crimen.

Entre las coartadas de Borja está que sus padres aseguraron que aquella noche el joven durmió en casa, aunque otros dos testigos aseguran que los padres no estaban en casa aquel fin de semana y por tanto, poco podían saber del paradero de Borja. Tampoco nadie le vió el sábado de madrugada en el pub Joe Team donde trabajaba Sheila, que tras terminar su turno siguió de marcha con varios amigos.

La bufanda azul que no es de nadie

No es la única prueba en su contra. Hace 16 años se encontró una bufanda en el asiento trasero del coche y sobre la bufanda una fibra azul, similar al tejido de una chaqueta de Borja. Este pequeño hilo ahora puede ser analizado y saber cuando se compró la chaqueta y hasta con qué detergente fue lavada, pero hace 16 años todo esto era imposible de saber.

Entre estas pruebas hubo otra fundamental para reabrir el caso, una nueva espectometría realizada con láser y microscopio electrónico puede descubrir ahora si los restos de pólvora hallados en el cuerpo de la joven, en su nuca, coinciden en su totalidad con los restos hallados en la mano derecha de Borja Vidal hace 15 años, sin riesgo de equivocarse. Pero todas las nuevas pruebas no fueron suficientes para la Fiscalía que pidió  el archivo de la causa.

Una persona sentada en una silla junto a una tienda de campaña azul con una camiseta blanca que tiene la imagen de una mujer y varios carteles que piden justicia por un asesinato.
La madre de Sheila acampada en los Juzgados de Oviedo en 2008. | ElCierreDigital

Aquel fatídico día, poco antes de las ocho de la mañana, Sheila condujo su viejo Peugeot desde Villablino hasta su pueblo. Delante de ella, en otro vehículo, iban sus amigos Bibi y Sela, que se quedaron  antes en otro pueblo, Cabo Alles. El coche de Sheila tenía una luz rota y su amigo Sela le mandó un whatsapp: "Llámame cuando llegues", pero en la cima del puerto de Cerredo algo o alguien hizo que Sheila detuviese su coche y bajase la ventanilla. La verdad se ha quedado para siempre allí con el archivo definitivo de la causa.

Como dijo el padre de Sheila, Elías Barrero, en 2011 durante un acto en recuerdo de su hija: "Un crimen no puede quedar impune".

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