El amargo final de Rosario Porto: Una infidelidad y 18 años por matar a su hija
Rosario Porto, que fue condenada a 18 años de cárcel por el asesinato de Asunta Basterra, ha sido hallada muerta.
Rosario Porto Ortega nació el 11 de julio de 1969 en Santiago de Compostela. Se crió con su abuela materna, algo que siempre lamentó, según confesó a su psiquiatra. Sus padres siempre estaban muy ocupados y la relación con ellos era muy distinta. Así, mientras que se sentía muy apegada a su padre, Rosario llegó a calificar a su madre como una mujer encantadora pero odiosa.
Durante su infancia y adolescencia, vivió en un entorno familiar estable y acomodado. Sus padres, Francisco Porto Mella y Socorro Ortega Romero, gozaban de una situación económica bastante favorable. El padre se dedicaba a la abogacía y la madre era profesora de Historia del Arte en el Instituto Manuel Peleteiro y en la Universidad de Santiago de Compostela.
Francisco Porto era un reconocido abogado de la capital, su bufete estaba situado en la calle Montero Ríos número 40 y tenía clientes importantes, uno de ellos Pescanova. Porto llegó incluso a ser cónsul honorario de Francia en la ciudad, título que luego heredaría su hija Rosario. Por su parte, su madre Socorro, además de impartir clases, era miembro de la Real Academia de Bellas Artes.
Deseosos de una buena educación para su hija, Rosario estudió en diferentes colegios de Santiago muy prestigiosos. En su infancia, asistió al Colegio Pío XII y en su adolescencia al Instituto Rosalía de Castro. Su formación se completó en centros internacionales de Francia e Inglaterra, donde pasaba sus veranos para perfeccionar los idiomas.
El COU, equivalente ahora a 2º de Bachillerato, lo cursó en el Yago School of Oxford, aunque tras terminar estos estudios, regresó a Santiago donde cursó en la universidad la carrera de Derecho. En este periodo, Rosario recibió una Beca Erasmus que aprovechó en la Universidad de Lille y en la de París donde solo estuvo tres meses debido a que sufrió una primera crisis depresiva. Este episodio se produjo porque “en aquel país era una más y en Santiago, por la posición del padre, era mejor tratada” según comentaron sus psiquiatras.
Al terminar sus estudios de derecho, se fue a la London High School of Law donde cursó los Estudios de Especialización en Leyes. Sin embargo, y a pesar de que su currículum era muy completo, decidió formarse más y estudiar un postgrado en la Universidad de París III, tras el cual regresó a Santiago en 1996 para trabajar en el bufete de abogados de su padre.
Pero lo que realmente entusiasmaba a Rosario Porto era el derecho económico, ella tenía la ilusión de mudarse a Madrid para estudiar en la Universidad Carlos III. Sin embargo, sus padres echaron abajo todos esos sueños y tuvo que quedarse en la capital gallega.
De su padre, Francisco Porto, no soló heredó su interés por las leyes, sino también el cargo de cónsul de Francia en Santiago. Empezó a desempeñar sus funciones el 3 de marzo de 1997, las cuales compaginó con el derecho internacional. Durante esa etapa también participó en numerosas actividad sociales y culturales de la ciudad, además en 1999 conoció al que sería su futuro marido, Alfonso Basterra, con quien adoptó a una niña, Asunta. Cuando conoció a Alfonso sus padres se sintieron aliviados porque había dejado una relación con un trabajador de ferrocarril que no era el agrado de los Porto.
En 2006 renunció a su cargo dentro del Consulado alegando razones personales y un año más tarde, Francia le otorgó la medalla de la Orden Nacional del Mérito. Este acto se celebró en un hotel del campus universitario de la ciudad y acudieron personalidades importantes como el entonces alcalde Xosé Sánchez Bugallo y el cónsul general de Francia, Thierry Frayssé.
A pesar de los logros que Rosario había conseguido en su vida profesional, no pasaba por su mejor etapa ya que su madre, Socorro Ortega murió el 11 de diciembre de 2011 y su padre, Francisco Porto siete meses después, el 26 de julio de 2012. Tras estos acontecimientos, Rosario decidió vender el bufete de abogados y se dedicó a asesorar a empresas con negocios internacionales, sobre todo de Marruecos, y mantuvo su ocupación como directiva del Ateneo compostelano donde presentaba numerosas conferencias aunque, según aseguró un amigo cercano, no solía quedarse a las tertulias posteriores para poder atender a su hija. También pertenecía al AMPA (Asociación de Madres y Padres) del instituto Rosalía de Castro.
Vida sentimental
Tras romper su relación con un joven ferroviario, en 1990 una amiga en común presenta a Rosario y a Alfonso en una cafetería de Santiago. A pesar de la diferencia de edad entre ambos, él 26 años y ella 21, los padres de Rosario sí que aceptaban esta relación pues les agradaba su formación universitaria, Alfonso había estudiado periodismo, y era culto.
Con el visto bueno de sus padres, Alfonso Basterra y Rosario Porto contrajeron matrimonio en 1996, lo que fue un gran acontecimiento social en Santiago. A la celebración acudieron personas de la alta sociedad de la capital compostelana. Después de la boda y debido a que Rosario sufría Lupus (trastorno autoinmune que daña las células y los tejidos sanos), los médicos la recomendaron no tener hijos.
Los padres de Rosario tenían la ilusión de ser abuelos, por lo que animaron a la pareja a adoptar. Tras un proceso de adopción muy severo, en el que tuvieron que aportar mucha documentación y pasar diferentes exámenes psicológicos, en 2001 volaron a China para recoger a Asunta. La pequeña solo tenía 9 meses cuando llegó a Santiago y se vivió como un gran acontecimiento, porque era la primera niña china adoptada de la ciudad. En una entrevista concedida a la televisión gallega, Rosario declaraba que “la adopción es para toda la vida, es como una maternidad biológica” mientras que Alfonso compartía las primeras anécdotas de Asunta en España “fue aterrizar y ponerse a llorar, solo dejaba que nos acercáramos Charo o yo”.
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Rosario Porto quiso que su hija tuviera la misma educación esmerada que ella recibió, por lo que la matriculó en el Colegio Pío XII y posteriormente en el Instituto Rosalía de Castro. Además, asistía a varias actividades extraescolares: ballet, piano, violín, chino, francés e inglés. Estas tareas de organización no eran las únicas responsabilidades de la mujer de Alfonso, ya que Rosario era la principal fuente de ingresos de la familia puesto que Basterra fue abandonando poco a poco su vida profesional como periodista para dedicarse al cuidado del hogar y de su hija. La niña mostraba ciertas capacidades innatas como un oído especial para la música por lo que decidieron formarla en violín, piano y danza.
A finales de 2011 y principios de 2012, Rosario conoce a un empresario compostelano, Manuel G. R., en el bufete de abogados de su padre, con el que tuvo una aventura extramatrimonial. Él también estaba casado y desde un principio le aclaró que no dejaría a su mujer con la que esperaba un hijo. Sin embargo, Rosario nunca perdió la esperanza.
El Día de Reyes de 2013, Alfonso conoció la infidelidad de su mujer, por lo que después de una fuerte discusión Rosario se fue de casa para evitar más conflicto. Esta situación derivó en un divorcio complicado donde ambas partes lucharon por la custodia de la niña, que finalmente se le concedió a la madre. En mayo de ese mismo año, y tras un ingreso hospitalario de Rosario por problemas psicológicos, decidieron mantener una amistad cordial y Alfonso decidió brindarle ayuda con la pequeña a cambio de que pusiera fin a su relación amorosa con el empresario.
Crimen de Asunta
Asunta Basterra Porto, cuyo nombre original era Yong Fang, desapareció el 21 de septiembre de 2013 en Santiago de Compostela y su cuerpo sin vida fue encontrado la madrugada del día 22. El crimen estuvo rodeado desde el principio de incógnitas e incoherencias, como por ejemplo, el episodio ocurrido en la casa de Rosario la noche del 4 al 5 de julio, cuando un hombre enmascarado entra en la casa y se dirige a atacar directamente a Asunta. Este hecho nunca fue denunciado por la madre de la pequeña lo que resultó sospechoso en el juicio posterior. A pesar de que no hubo pruebas sólidas, los indicios señalaron desde un primer momento a los padres. El lorazepam encontrado en el cuerpo de Asunta, las cuerdas con las que había sido atada que aparecieron tanto en la finca de Rosario como en la escena del crimen y las polémicas fotografías encontradas, fueron la base para la sentencia del jurado popular.
El móvil del crimen se centró en un primer momento en un asunto económico relacionado con el testamento de los padres de Rosario, ya que a su muerte dejaban una herencia que incluía un importante patrimonio. Se trataba de 3 viviendas en Santiago, un apartamento en Vilanova de Arousa y otra vivienda en Montouto, cerca del lugar donde apareció el cadáver de Asunta. Las tres viviendas en Santiago están ubicadas en el centro de la ciudad, una en la calle Xeneral Pardiñas, donde residían sus padres, otra situado en Rúa Doctor Teixeiro y la tercera era la que su padre utilizaba como despacho profesional.
Sin embargo, esta motivación se descartó porque el testamento de sus padres estaba escrito desde 1975 y la heredera universal era Rosario, no Asunta, no existiendo razón económica para cometer el asesinato de la niña. A día de hoy todavía no se ha esclarecido el verdadero motivo del crimen pero el juicio, que comenzó en octubre de 2015, concluyó con la condena a 18 años de prisión sin posibilidad de reducción de pena a Alfonso Basterra y a Rosario Porto, que fueron sentenciados por el delito de asesinato con agravante de parentesco.
La niña tenía 12 años. Las cenizas de Asunta se quedaron en el crematorio pues nadie las reclamó hasta que finalmente se las llevó su madrina, Maria Isabel Véliz.
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