24 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Cristina, la acusada con problemas psiquiátricos y confesa del crimen en el municipio ourensano, drogó, asfixió y descuartizó a la víctima de 56 años

La presunta asesina de su amante en Cortegada confiesa: “Le dije que ya no me gustaba, pero no se iba de casa”

Investigadores en Cortegada, Ourense. Fuente: La Voz de Galicia.
Investigadores en Cortegada, Ourense. Fuente: La Voz de Galicia.
Se habían conocido por internet y tras cuatro días de convivencia Cristina Rodríguez decidió que su nuevo amigo ya no le gustaba. Como él se negaba a irse de su casa, “le di un café con nolotiles para dormirlo”, luego lo asfixió, descuartizó el cadáver y quemó los restos que pudo. El resto lo arrojó en el monte. La juez del caso ha enviado a la mujer a prisión provisional.

Los especialistas del EMUME (Equipos Mujer-Menor) de la Guardia Civil de Orense ya seguían la pista de la presunta homicida desde el mes de octubre. Fue cuando los investigadores de los Mossos d’Esquadra solicitaron su ayuda para esclarecer la desaparición de J.M., un vecino de Barcelona de 56 años que faltaba de su domicilio desde el 20 de agosto de 2021. Esta es la reconstrucción temporal de cómo sucedieron los hechos.

El día 27 de agosto de 2021, la madre de J.M interpuso ante los Mossos d’Esquadra denuncia por la desaparición de su hijo de 56 años. El hombre había desaparecido junto con su documentación, móviles, ropa y la PlayStation a la que era muy aficionado. Los investigadores de los Mossos se pusieron manos a la obra y centraron sus pesquisas en el teléfono móvil del desaparecido tras tomar declaración a su entorno. La última vez que el teléfono dio señal fue en la aldea de O Rabiño, en el término municipal orensano de Cortegada, en casa de una joven llamada Cristina Rodríguez. En octubre, al agotarse todas las vías de investigación, los mossos pusieron el caso en conocimiento de la Guardia Civil de Orense.

La Guardia Civil actúa

Desde el principio, Cristina, conocida en Cortegada por sus problemas psiquiátricos, estuvo en el objetivo de los investigadores del EMUME de Orense. Sin embargo, ella mantenía la misma versión cada vez que los guardias se entrevistaban con ella: sí había quedado con un hombre con el que mantuvo una relación por internet y sí habían intentado convivir como pareja, pero un día él se fue sin decir palabra. Los guardias comenzaron a dar batidas por la zona buscando a la víctima sin dejar de observar los movimientos de la principal y hasta el momento única sospechosa. El móvil del desaparecido dio su última señal en la casa de Cristina la madrugada del 24 de agosto.

El 3 de diciembre los guardias del EMUME regresaron de nuevo a O Rabiño pero esta vez acompañados de perros especializados en detectar restos biológicos. Y dio resultado, los perros marcaron el rastro de sangre en una alfombra de la casa de Cristina. Ella mantuvo su versión pero los guardias se prepararon a esperar a que se delatase.

La reacción de Cristina no se hizo esperar, nerviosa por el cerco discreto de los guardias, la mujer acudió a su médico de cabecera y le confesó que un hombre había convivido con ella y que una noche, tras volver de tomar unas copas, se acostaron y a la mañana siguiente el hombre amaneció muerto. Asustada, le confesó Cristina, decidió descuartizar el cadáver y quemarlo para deshacerse de él.

Ante la confesión de Cristina, el médico decidió acudir al alcalde del pueblo que confirmó que efectivamente en verano un hombre había estado con Cristina en la aldea. Los testigos vieron a la pareja en las inmediaciones de la finca de Cristina y en la piscina. Luego, de repente, dejaron de verle y en su lugar apareció otro hombre con el que ahora parecía mantener una nueva relación. La historia fue puesta en conocimiento de la Guardia Civil por dos vías, la del médico y la del psiquiatra del Centro Hospitalario de Orense al que también había acudido Cristina para contarle la misma historia. Fue detenida ese mismo día 20 de diciembre.

El martes 21 de diciembre la Guardia Civil llevó a cabo el primer registro. En la finca, a la vista de todos, se toparon con los restos de una hoguera donde hallaron un pie humano carbonizado. También hallaron cenizas en una jardinera y restos de cráneo en una maceta. Junto a los restos, un tamiz como los que se usan para filtrar la harina con restos de ceniza. Cristina regresó a los calabozos para volver al día siguiente.

"Le di un café con nolotiles, le asfixié y quemé su cadáver"

El miércoles 22 de diciembre, la Guardia Civil regresó a la finca de Cristina acompañados de la comitiva judicial. En ese momento, Cristina ya no puede sofocar el llanto y pide voluntariamente declarar ante la jueza. Lo que allí relató fue una historia escalofriante. Efectivamente, tras dos semanas de relación a través de internet, acordó con la víctima que éste viniera a su casa para iniciar una convivencia en pareja. Sin embargo, según el relato de la mujer, tras tres días de convivencia Cristina llegó a la conclusión de que el hombre “ya no me gustaba, pero el seguía enamorado de mí, poniéndose pesado y le dije que se fuera. Pero me dijo que no quería, que quería seguir con la relación”. Así que,  “le di un café con nolotiles para que se durmiera, luego le asfixié y decidí quemar el cadáver para deshacerme de él”.

El olor a gasolina y el humo de la hoguera alertaron a una vecina, que la amenazó con avisar a la Guardia Civil por hacer un fuego prohibido. Cristina apagó la hoguera y con una pala troceó lo que restaba del cuerpo, distribuyó cenizas y piezas dentales por las macetas. Más tarde se alejó 500 metros por la carretera arrojando dos bolsas negras con restos humanos a unos metros de la carretera, desde donde eran visibles las bolsas. Luego, recogió todas las pertenencias de la víctima y las arrojó en un pantalán del río, donde más tarde las hallarían los buzos de la Guardia Civil. Allí estaban el teléfono de la víctima, su tarjeta sanitaria de Barcelona y otras pertenencias. Finalmente, se deshizo de la PlayStation del hombre arrojándola entre la maleza de una finca cercana.

La presunta asesina padece una grave depresión

En el registro, los guardias también encontraron cientos de pastillas, ansiolíticos y otras medicinas. Efectivamente, Cristina estaba diagnosticada de una grave depresión y su infancia había estado marcada por la violencia y los abusos sexuales. La vida la había maltratado sin tregua, un argumento que si duda hará valer su defensa junto a la dolencia psiquiátrica que padece.

De hecho, al comparecer ante la jueza por segunda vez, en esta ocasión en el juzgado, Cristina ya había cambiado de abogado y se negó a declarar. La juez la envió a prisión provisional ante el riesgo de fuga y de destrucción de pruebas, allí le practicarán un examen psiquiátrico en profundidad en los próximos días.

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