26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

La sociedad se horrorizó en los últimos años ante los filicidios de Bretón, Ana Julia Quezada o los Basterra, por citar algunos ejemplos en este día

Padres que matan: Los casos más mediáticos y sobrecogedores de la historia reciente de España

Algunas de las personas que mataron a sus hijos o los de sus parejas.
Algunas de las personas que mataron a sus hijos o los de sus parejas.
En todos los filicidios hay una causa que persigue una finalidad concreta, normalmente de "utilidad para uno o los dos padres", asegura el criminólogo José Antonio García Segarra. Los asesinatos de padres a hijos no son comunes pero cuando ocurren siembran el horror en la sociedad.

María, la presunta asesina de sus dos hijos pequeños en Godella, se derrumbó ante la Guardia Civil tras seis horas de interrogatorio y llevó a los agentes hasta el lugar donde había sepultado a Rachel y Amiel, como se llamaban los niños de cinco meses y cuatro años de edad. Gabriel, el padre de los niños, también fue detenido y la Guardia Civil todavía investiga si pudo ser el inductor de los asesinatos que se cometieron el 14 de marzo de 2019.

Parece ser que hubo un componente psiquiátrico detrás del doble crimen. "Cuando esto ocurre, normalmente el asesino confiesa rápido, no suelen pasar tantas horas, pero sin conocer el caso en profundidad yo diría que hay una cuestión psiquiátrica de base que condicionó los hechos", aseguraba el criminólogo José Antonio García Segarra a elcierredigital.com cuando se produjo el mismo.

                         Los padres de Godella con los dos niños asesinados.

Otro de los crímenes que sin duda tuvo más repercusión en la opinión pública española en los últimos años fue el del pequeño Gabriel Cruz, asesinado por la novia de su padre, Ana Julia Quezada, del que se acaban de cumplir tres años. El 11 de marzo de 2018 millones de españoles recibieron la trágica noticia. Después de 12 días de búsqueda e incertidumbre, la Guardia Civil detenía a la pareja del padre del niño Gabriel Cruz, transportando el cadáver del pequeño en el maletero de su coche.

Ana Julia Quezada, presunta asesina del niño Gabriel Cruz.

El pequeño Gabriel, "pececito" para sus padres, Ángel Cruz y Patricia Ramírez, desapareció en el trayecto que hay entre la casa de su abuela paterna y de unos familiares, a solo un centenar de metros de distancia. El dispositivo de búsqueda fue el mayor realizado en España hasta entonces, 3.000 voluntarios y 2.000 profesionales buscaron al niño durante doce días.

El hallazgo del cadáver se produjo el 11 de marzo de 2018 en el maletero del vehículo de Ana Julia Quezada, pareja del padre del menor. Previamente, la presunta autora del crimen había desenterrado el cuerpo de Gabriel en una finca propiedad de la familia paterna en Rodalquilar, donde supuestamente tuvo lugar el asesinato el mismo día de la desaparición, el 27 de febrero de 2018, asfixiado "por sofocación manual".

Según la investigación, Ana Julia introdujo el cadáver del menor en el vehículo y se dirigió a su vivienda de La Puebla de Vícar, en cuya puerta del garaje fue detenida por la Guardia Civil, que le venía siguiendo desde tiempo atrás. Dos días más tarde la acusada del asesinato confesaría los hechos.​

Ana Julia Quezada ingresó aquel 15 de marzo en prisión preventiva. Durante los doce días que duró la búsqueda estuvo colaborando en las batidas que se realizaron e incluso fingió encontrar una camiseta del niño con la que en realidad intentaba despistar a los agentes de la Guardia Civil. Pero los investigadores no picaron y acabaron deteniéndola. El 5 de marzo de 2019 el Juzgado de Instrucción número 5 de Almería acordó la apertura de juicio oral contra Ana Julia Quezada que resultó condenada a Prisión Permanente Revisable. Los padres del niño continúan en tratamiento psicológico.

Para José Antonio García Segarra, criminólogo, las causas son variadas "pero siempre buscan una finalidad muy concreta. No hay filicidios sin un objetivo útil, bien sea económico, sentimental o social, aunque muchas veces puede haber un componente psiquiátrico detrás, como parece haber ocurrido en Godella". A veces el móvil es social y económico que les hace pensar que asesinando a los hijos pueden evitarles sufrimientos futuros. Esa posibilidad es, por ejemplo, la que barajaron los investigadores del crimen de La Orotava en el año 2018.

Morir por "compasión"

El 14 de julio de 2018 una madre y sus dos hijas, de tres y cinco años, fueron encontradas muertas en casa. Fue detenido Israel Rodríguez Miranda, esposo y padre militar de 45 años, que se suicidó por ahorcamiento. La esposa y las niñas, Miranda y Paula, de cinco y tres años de edad, fueron encontradas por la Guardia Civil de la localidad tinerfeña de La Orotava, vestidas y tendidas en la cama de matrimonio, con el perro también muerto a sus pies. En la habitación contigua, el padre ahorcado. Israel estranguló a sus esposa, después sedó a las niñas y las asfixió hasta matarlas. Luego, se suicidó.

Israel Rodríguez Mranda, considerado el asesino de La Orotava.

Muchos se sorprendieron al ver la fotografía de Israel Rodríguez Miranda, corpulento y vestido de militar, en algunos diarios locales, porque no era muy conocido, al contrario de su esposa, Paula Teresa Martín, de 40 años, que sí era muy sociable y se dejaba ver con frecuencia por el colegio de las niñas.

Una nota encontrada en la casa dejaba instrucciones sobre qué hacer con los cadáveres del matrimonio y con los de las niñas. También se evidenciaban desavenencias con los familiares de ella, a quienes le reprochaban la falta de ayuda económica.

El trastorno del filicida de Moaña

No por un móvil económico sino por un trastorno mental, David Oubel mató a sus dos hijas de 4 y 9 años de edad el 31 de julio de 2015. La Fiscalía sostiene que ese día el acusado estaba en su casa en Moraña con sus dos hijas de 4 y 9 años de edad, pasando el periodo de visitas de vacaciones, cuando, "con evidente ánimo de acabar con su vida y con la finalidad de evitar cualquier posibilidad de defensa o huida de las menores", les hizo ingerir fármacos antes de asesinarlas con una sierra eléctrica y un cuchillo.

Así, lo relataron la prima del acusado y el esposo y el hijo de ésta, que fueron los primeros en llegar a la vivienda en Moaña y encontraron los cadáveres de las pequeñas. Los tres coincidieron en que, después de que la mujer recibiese una carta de Oubel en la que ponía "la primera parte está hecha", se alertaron y salieron hacia la casa del hombre.

David Oubel, asesino de Moaña.

Allí, ante la imposibilidad de abrir las cerraduras con la llave, saltaron un muro y derribaron la puerta de entrada para subir a la planta superior, donde hallaron los cuerpos de las niñas en las habitaciones, una máquina radial enchufada en el pasillo y situada junto a la niña mayor y la puerta del baño cerrada por dentro. Durante el juicio, los familiares comentaron que cuando empezó los trámites de separación de su mujer y madre de las niñas "empezó a estar mal" e iba al psicólogo, pero en los últimos meses sufría "altibajos". Cuando la Guardia Civil entró en la casa, los agentes encontraron a Oubel dentro de la bañera ensangrentado, pero vivo.

Oubel se limitó a decir durante el juicio: “Hay situaciones que viven las personas que a veces son límites y se toman decisiones de las que desconozco el motivo y que hoy me arrepiento y pido perdón por ello”, pero sin aclarar por qué mató a sus hijas. Se convirtió en el primer condenado en España a la pena de Prisión Permanente Revisable.

Asesinato por venganza

Otras veces los padres quieren vengarse de sus exparejas matando a los hijos de ambos para causarles un gran sufrimiento. Cuando lo hacen las mujeres se llama síndrome de Medea, pero cuando el asesino es el hombre se incluye como agravante de un caso de Violencia de Género. José Bretón mató a sus dos hijos por venganza.

En octubre de 2011, José Bretón mató a su hijos, Ruth, de seis años, y José, de dos, en la finca de sus padres en las Quemadillas (Córdoba), e incineró sus cuerpos como venganza contra su ex esposa Ruth Ortiz, que había pedido la separación formal solo unos días antes. Bretón negó la autoría de los hechos.

José Bretón con su hijo.

José Bretón contó a la policía que sus hijos, Ruth, de seis años y José, de dos, habían desaparecido el 8 de octubre en un parque de Córdoba mientras jugaban el 8 de octubre de 2011. La investigación concluyó que ambos murieron a manos de su padre, José Bretón Gómez, que calcinó los cadáveres para intentar no dejar restos de los niños que se pudieran identificar.

La Audiencia Provincial de Córdoba condenó finalmente el 22 de julio de 2013 a José Bretón a 40 años de cárcel por un doble asesinato, considerando un agravante el parentesco, la premeditación y el carácter despiadado demostrado por Bretón en la ejecución de los hechos. En marzo de 2015 la condena fue rebajada a 25 años. No estaba aprobada todavía la Ley de Prisión Permanente Revisable.

El crimen de Bretón no ha sido el único que ha estremecido a la sociedad estos últimos años. El asesinato de Asunta Basterra fue seguido prácticamente desde todo el mundo y a día de hoy todavía presenta algunas incógnitas, como el móvil. Asunta era un niña de origen chino adoptada por Alfonso Basterra y Rosario Porto, que en junio del 2001 viajaron a China para ir a buscarla, una niña de nueve meses que se convirtió en el primer bebé chino adoptado en Santiago de Compostela.

Matar por estorbo

"En esta búsqueda de utilidad con el asesinato, a veces uno de los componentes de la pareja mata porque el hijo les estorba en la relación ya que tiene más interés en la pareja que en los hijos", explicaba García Segarra a elcierredigital.com.

Alfonso Basterra, periodista de profesión y Rosario Porto, abogada, formaban una familia modélica de la burguesía gallega. Desde muy pequeña, Asunta se mostró como una niña con altas capacidades, con una inteligencia por encima de lo normal. Sus padres la inscribieron en dos buenos colegios, el Pio XII y después, el Rosalía de Castro, los mismos a los que había acudido su madre. Asunta aprendía francés, inglés y chino, y también piano, violín y ballet.

Pero la tragedia llegó pronto. El día de Reyes de 2013 sus padres decidieron separarse, tras acusar Alfonso a Rosario de infidelidad sentimental. El padre abandonó el hogar familiar y Asunta se quedó a vivir con su madre. El ingreso hospitalario de Rosario volvió a unir circunstancialmente a la pareja, pero solo como amigos.

Rosario recibió pronto el alta y Alfonso cumplía sus labores de padre separado, ocupándose de Asunta cuando le tocaba. Pero en junio de 2013, sin saber quién convenció a quién, decidieron acabar con la vida de la niña. Durante tres meses la medicaron sin razón alguna, hasta que el 21 de septiembre de 2013 le dieron una dosis mortal de orfidal y la asfixiaron.

El 22 de julio la niña ya advirtió a sus profesoras que sus padres "la engañaban" y que su madre le daba "unos polvos blancos que me hacen dormir durante días". Nadie le hizo caso. La víspera del crimen, el 20 de septiembre de 2013, Asunta se quedó sola en casa todo el día porque su madre se fue de paseo a Pontevedra. Para justificarse, Rosario llamó a Alfonso Basterra y le pidió que se ocupase de la niña porque estaba "liadísima con una amiga".

Alfonso Basterra y Rosario Porto.

Al día siguiente, 21 de septiembre, comieron los tres en el piso de Alfonso Basterra, que preparó champiñones. A las cinco y veinte de la tarde Asunta se fue sola a casa de su madre con 27 pastillas de orfidal en su torrente sanguíneo, supuestamente ingeridas durante la comida. Sobre las 18.20, una joven testigo vió a Alfonso con su hija en la calle y una cámara de tráfico recogió el coche de Rosario con Asunta a bordo y puede ser que con el padre oculto en los asientos traseros, según las conclusiones del jurado que sentenció el caso. Todos llegaron a la casa de Montouto, un pueblo cercano, a las seis y media de la tarde, según el relato de los hechos recogido en la sentencia.

De lo que ocurrió dentro de la segunda residencia de los Basterra muy poco se ha podido saber por las numerosas contradicciones entre el matrimonio, tan solo que la niña estaba muerta a las nueve de la noche y tras atarla de pies y manos fue introducida en el coche de Rosario. Luego la dejaron abandonada en una pista forestal cercana, cuidadosamente depositada sobre el suelo, como si estuviese dormida y nadie quisiera despertarla. Los padres fueron condenados a 18 años de prisión. Rosario Porto se suicidó en noviembre de 2020 mientras cumplía condena en la cárcel y el chalet donde ocurrieron los hechos fue quemado por la acción de los okupas. Alfonso sigue cumpliendo condena.

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