24 de marzo de 2023
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FIN DE SEMANA

La joven de 22 años ha revolucionado las redes sociales al comunicar el robo de varias de sus grabaciones íntimas que han divulgado por Whatsapp

La pornovenganza: La árbitra italiana Di Meo denuncia la difusión de sus vídeos sexuales

Diana Di Meo.
Diana Di Meo.
La joven árbitra italiana Diana Di Meo ha utilizado las redes sociales para denunciar que es víctima de una extorsión y su caso ha generado un gran impacto en Italia. La joven, de 22 años, integrante de la de Sección AIA-FIGC de Pescara, grabó un vídeo en el que denunció que le han robado varias grabaciones íntimas de contenido sexual y las han difundido a través de servicios de mensajería como Telegram y WhatsApp.

Diana Di Meo, una joven árbitra italiana de 22 años, se ha vuelto viral tras denunciar la difusión no consentida de imágenes íntimas suyas. La joven asegura que es víctima de un caso de "pornovenganza".

Están compartiendo mis vídeos privados, contenidos que yo no he compartido y algunos de ellos grabados sin mi consentimiento. Me enteré de estos vídeos gracias a unos chicos. Lo denuncié en las redes sociales para ganar fuerza, porque llevaba dos días encerrada en la casa. Es una situación que no le deseo a nadie, estoy tratando de resistir, pero no todos lo logran”, denunció Di Meo en su cuenta de Instagram.

La joven, que también estudia Servicios Jurídicos para la Empresa y sueña con dirigir alguna vez algún partido en San Siro, dio algunos detalles de su pesadilla y pidió ayuda.

 
 
 
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Yo no mandé esos vídeos. Me temo que alguien ha entrado en mi móvil, en mi iCloud. Están rastreando a los autores y a los involucrados por compartir los vídeos, porque eso también es un delito. Hoy la víctima soy yo, mañana podría ser una persona cercana a los que quizá ahora están viendo los vídeos y sonriendo”, enfatizó en su descargo.

Desde el diario Corriere han informado que los culpables de difundir los vídeos íntimos robados a Diana Di Meo podrían enfrentarse a una condena de hasta seis años de cárcel. “Estoy aquí para hablar de esto. Muchas de nosotras no podemos hacerlo y se esconden. Espero poner voz a todas esas víctimas que son culpabilizadas, cuando en realidad el culpable está al otro lado de la pantalla. Ya sea por difundir o compartir”, escribió en Instagram.

'Pornovenganza' y el peligro de la digitalización

La digitalización ha traído muchas ventajas a la sociedad como también nuevos retos en materia legal. La publicación de fotos íntimas en redes sociales puede ser un problema sumamente grave que puede tener que afrontar cualquier persona, sobre todo tratándose de un escenario virtual en el que la proliferación del material puede alcanzar varios sitios web en poco tiempo.

El envío de imágenes íntimas propias a través del móvil se conoce con el nombre de sexting y es una práctica cada vez más habitual en todas las edades, incluso en niños. Parece que no somos conscientes de los peligros que entraña compartir fotos, más aún si son íntimas, suyas o de los demás, aunque se envíen de modo privado.

Al margen de consideraciones morales o legales por cuestión de edad, tiene riesgos asociados con graves consecuencias para quien lo practica que, en ocasiones, han provocado incluso el suicidio.

La pornovenganza es la difusión de imágenes o vídeos íntimos en las redes sociales sin el consentimiento de las personas que aparecen en dichas grabaciones. Su compartición, tanto en redes sociales como en otros medios de comunicación, léase mensajería instantánea y aplicaciones, es considerada para el código penal una extorsión.

Lo que se difunde son imágenes o vídeos grabados durante momentos íntimos para uso personal y privado que, sin embargo, se difunden, generalmente por exparejas, personas que buscan vengarse de alguna ruptura amorosa o, incluso, por parte de uno de los miembros de la pareja, sin el consentimiento del otro y sin que esté informado.

En este tipo de ciberdelito, que afecta especialmente a las mujeres, hay un claro culpable, la persona que realiza esa vulneración de la intimidad por primera vez divulgando la imagen. Pero además, hay que saber que son cómplices todas las personas que la redistribuyen.

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