24 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Se trata del padre del primer implicado, Antonio Vargas, en prisión provisional al entregarse en Sevilla tras la emboscada en el barrio de Las Rosas

Se entrega una segunda persona por el crimen del pastor evangelista acribillado a tiros en Madrid

Exclusiva
/ Samur y Policía en la escena del crimen en Las Rosas, Madrid.
Mientras la Policía busca a media docena de implicados más, una segunda persona se ha entregado por su presunta implicación en el crimen del pastor evangelista acribillado a tiros en el madrileño barrio de las Rosas. Según ha podido saber elcierredigital.com, se trata del padre del primer implicado, que está en prisión provisional tras entregarse en Sevilla la madrugada del día después de la emboscada mortal.

Los especialistas de homicidios de la Policía Nacional se encuentran muy cerca de cerrar la investigación del crimen del pastor evangelista acribillado a tiros el pasado 16 de marzo en Madrid por mediar en una disputa familiar entre dos familias gitanas.

Si los agentes ya contaban con la escueta confesión de un primer hombre, Antonio Vargas, que se entregó a la Guardia Civil en Sevilla horas después de la emboscada mortal al pastor, ahora cuentan con una segunda persona que también se ha auto inculpado del asesinato.

Este segundo hombre se entregó hace una semana a los policías de la Brigada de Policía Judicial en su sede de la Jefatura Superior de Policía de Madrid. El hombre ha corrido la misma suerte que su hijo, compareciendo al día siguiente de su entrega ante el juzgado 13 de Madrid que le envió a prisión provisional mientras prosigue la investigación judicial.

Según ha podido saber elcierredigital.com, ambos, padre e hijo, han contado una versión de los hechos muy diferente a la que manejan los investigadores y el juzgado. Según los dos detenidos y encarcelados, ellos actuaron en defensa propia porque la víctima les atacó con anterioridad, disparando sobre su coche y alcanzando al vehículo con un disparo en la luna trasera. Y aunque es cierto que el coche presenta ese impacto de bala, la investigación apunta a otros hechos.

Según se desprende de los testimonios de la familia de la víctima, a Joaquín Jiménez, de 46 años, lo acribillaron a balazos por mediar en una separación matrimonial. El padre de la mujer pidió ayuda a Joaquín por su doble condición de patriarca y pastor evangelista. Joaquín aceptó el encargo envenenado, ella quería separarse de su marido al que acusaba de maltrato y pedía la devolución de la dote o el pago de una especie de multa por 1.000 euros. El marido no aceptaba la separación bajo ningún concepto y mucho menos entregar dinero alguno.

A pesar de todo, Joaquín acudió a la reunión entre ambas familias el lunes 14 de marzo y la cita no acabó bien. La familia del marido rechazó la mediación, protagonizando un altercado violento con el pastor con amenazas de muerte de por medio. Tanto, que la familia de Joaquín le rogó que no saliera de casa en los días siguientes ante el peligroso cariz que tomaban los acontecimientos.

El día siguiente, martes 15 de marzo, la mujer de la pareja enfrentada denunció en comisaría al marido por maltrato. Sólo 24 horas después, Joaquín sufrió la emboscada que le costó la vida.

Joaquín murió tiroteado por dos hombres que le emboscaron

El miércoles, sobre las 15:00 horas, cuando Joaquín conducía su Citröen Xsara a la altura de la estación de metro de Alsacia en el barrio madrileño de Las Rosas, un todoterreno BMW embistió su coche con furia. El tremendo impacto destrozó por completo la parte delantera del coche de Joaquín de forma que la víctima ni siquiera podía salir del vehículo.

Tampoco le dieron tiempo. Dos hombres se bajaron de otros dos vehículos que le seguían y, con dos armas de fuego, dispararon al menos 9 veces sobre el pastor indefenso. El hombre recibió ocho impactos de bala, mientras otros proyectiles se estrellaban contra la cristalera de la estación de metro cercana.

Los agresores emprendieron la fuga a toda velocidad al tiempo que llegaban al lugar del crimen un sanitario del SAMUR fuera de servicio y una patrulla de la Policía Municipal que atendían a un motorista accidentado a muy corta distancia de allí. Sus esfuerzos no consiguieron reanimar a Joaquín, que murió allí mismo.

Agujero de bala en una cristalera del acceso al Metro en San Blas, Madrid.

Esa misma madrugada, a 600 kilómetros de distancia, uno de los implicados se entregaba en la Comandancia de la Guardia Civil de Sevilla. Su padre hacía lo propio tres semanas después. Ambos están en prisión provisional pero la investigación no ha terminado para la Policía.

Los agentes buscan al resto de ocupantes de los tres vehículos, varios hombres y mujeres que, presuntamente, participaron en el crimen. Creen que entre ellos se encuentran algunos de los verdaderos autores de los disparos, aunque todos son partícipes de una u otra forma en el asesinato del pastor evangélico. Los agentes ya saben que en la emboscada participaron dos tiradores, cada uno con un arma de fuego.

Respecto al supuesto móvil del crimen, la Policía se inclina, con reservas, por la versión de la familia de la víctima, a pesar del relato de los presuntos asesinos y de la condena de dos años que cumplió la víctima por su supuesta implicación en un asesinato entre clanes del antiguo poblado chabolista de Las Mimbreras. Aquello ocurrió hace más de una veintena de años y hoy el entorno de Joaquín sigue insistiendo en que no tuvo nada que ver con aquello, destacando la capacidad de la víctima para rehacer su vida y centrarse en su servicio como pastor evangélico.

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