19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El joven, con bipolaridad y esquizofrenia, se lanzó contra un cristal del hospital de Barcelona donde estaba ingresado y entró en parada cardíaca

La familia de Augusto lleva su muerte ante la Justicia: "Tenemos testigos que aseguran que hubo irregularidades"

Augusto Claisse.
Augusto Claisse.
La muerte de Augusto Claisse, de 23 años, en el hospital Durán y Reynals de Hospitalet de Llobregat ya está en manos de la Justicia. Lo cuenta a elcierredigital.com la tía del joven, Susana, quien revela que está previsto que en los próximos días presten declaración los testigos del suceso, que señalan irregularidades, como que el SEM tardó media hora en socorrer al joven, que padecía bipolaridad y esquizofrenia, tras entrar en parada cardíaca.

Augusto Claisse, un joven de 23 años de nacionalidad argentina, perdía la vida el pasado viernes tras lanzarse contra una ventana blindada ubicada en la séptima planta del hospital Durán y Reynals de Hospitalet de Llobregat, en el que permanecía ingresado desde hacía ya algún tiempo. El golpe le provocó una parada cardiorrespiratoria que, instantes después, le causó la muerte. 

El caso ya está en manos de la Justicia. Lo cuenta a elcierredigital.com la tía del joven, Susana, que pide que se esclarezcan las circunstancias en las que ocurrió el fatal suceso y que, quien haya tenido responsabilidad, responda por ello. "La denuncia está interpuesta en el  Juzgado de Instrucción número 4 de L’ Hospitalet de Llobregat, el asunto está en manos de mis abogados, y yo ya he declarado ante la jueza. En los próximos días serán citados los testigos, pacientes psiquiátricos que presenciaron los hechos y el personal del hospital". Algunas de las personas ingresadas, explica, señalan que se produjeron ciertas irregularidades. "En base a estos testimonios, creemos que tuvieron lugar muchas negligencias. Señalan una serie de errores cuando el niño se quedó sin pulso y que el Servicio de Emergencias Médicas tardó media hora en atenderlo".  

Padecía un trastorno bipolar 

Augusto padecía un trastorno bipolar y esquizofrenia. "Cuando se alteraba, se golpeaba contra las paredes, se autolesionaba. Eso lo sabían los doctores que lo atendían, evidentemente". Por ello, no entienden que no se siguiera un protocolo que evitara el terrible desenlace. "Podrían haber hecho algo para evitarlo, conocían su historial y ya habían presenciado otras crisis. Es inaceptable que algo así ocurra". 

El propio Augusto había manifestado con anterioridad su disgusto con el personal médico que lo atendía.  "Decía que lo trataban mal y por eso nunca quería volver al hospital". El día anterior a su muerte, sin embargo, el joven quiso regresar antes de tiempo al Durán y Reynals. "Todas las tardes las pasamos juntos, de tres y media a seis y media. La última tarde yo le notaba más inquieto que de costumbre y fue él mismo el que me pidió ir antes de tiempo al Durán y Reynals. La verdad es que me llamó la atención y por ello, cuando lo dejé en el hospital, tuve el presentimiento de que algo iba a pasar" añade. 

En abril estuvo Augusto estuvo unos días desaparecido. 

"Como estaba preocupada llamé al día siguiente al hospital para decirles que me preocupaba la actitud de Augusto. Poco tiempo después me devuelven la llamada y me cuentan que está muerto, que corriendo se había lanzado contra uno de esos cristales irrompibles que hay. Entró en parada cardiaca", remata Susana. 

Falta de seguimiento 

Susana cuenta que Augusto "era un chico estupendo y deportista, monitor de pádel, pero necesitaba estar centrado". Entiende que la vida del joven habría sido muy distinta de haber conseguido ser su tutora legal. "Se iba mucho de casa por peleas, una circunstancia que le llevó a caer en las drogas y que le alejó del mundo del deporte". Era, por lo tanto, difícil llevar un control sanitario adecuado que le permitiera vivir con normalidad. 

En general, Susana lamenta el tratamiento que se le da en España a la salud mental. Cabe recordar que éste es el país europeo donde más adolescentes sufren problemas de este tipo. Dos de cada diez adolescentes españoles de entre 10 y 19 años padecían problemas de salud mental en 2019.

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