29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

El día 13 de noviembre es el aniversario de la fecha cuando las jóvenes subieron al coche de Anglés con la promesa de ir a la discoteca Coloor

Triple crimen de Alcàsser: La historia de la cuarta niña, Esther Díez, que se libró de morir porque ese día estaba enferma

Esther hace muchos años.
Esther hace muchos años.
Esther Díez Martínez tiene ahora 42 años, pero el 13 de noviembre era solo una niña de 14 años que tenía como a sus mejores amigas a las tres niñas de Alcàsser, Miriam, Toñi y Desirée. Un golpe de la fortuna hizo que aquella noche Esther decidiera no ir a la discoteca Coloor a una fiesta porque estaba enferma y decidió no acudir. Fue la última amiga que vio con vida a las tres menores, con quienes estuvo en su casa viendo una película de vídeo.

El triple crimen de Alcásser, posiblemente el más célebre de la crónica negra española, vuelve a la actualidad cuando están a punto de cumplirse 28 años de la desaparición y asesinato de las tres niñas: Toñi, Desireé y Miriam. A ésta última pertenecen los restos óseos hallados hace un año por una fan de la serie de Netflix sobre el triple crimen. Los restos de cuatro falanges aparecieron en el paraje de La Romana donde fueron encontrados los tres cuerpos el 27 de enero de 1993, tras 75 días desaparecidas pero estos huesos fueron hallados hace solo unos meses.

“Los huesos son de mi hija. Me lo han dicho por escrito”, confirmaba García al diario levantino Las Provincias. Los cuatro trozos de falanges fueron hallados por un vecino y su novia de la localidad valenciana de Piles que paseaba por La Romana el lugar donde se encontraron enterrados los cuerpos de Toñi, Miriam y Desireé el 27 de enero de 1993, después de semanas de angustia.

Tras el descubrimiento de los huesos fueron trasladados al cuartel de la Guardia Civil, donde se realizaron las primeras diligencias de investigación y de ahí se llevaron al laboratorio de criminalística de la Comandancia de Valencia y al Instituto de Medicina Legal, que determinó que eran humanos.

Tras extraer varias muestras de ADN, el Instituto de Medicina Legal de Valencia citó a la madre de Desirée y al padre de Miriam para recoger muestras de saliva con las que comparar. Posteriormente, y con retraso debido a la pandemia, el Departamento de Barcelona del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses confirmó que los restos pertenecían a Miriam, una de las tres niñas.

La historia de Esther

Mucho se ha escrito, hablado y difundido sobre el tremendo crimen que conmovió a la España de entonces. Quizá uno de los aspectos más desconocidos sea la historia de la cuarta niña de Alcàsser, Esther Díez, que se libró de un trágico destino porque aquella noche estaba enferma y no acompañó a sus amigas a la discoteca.

Esther Díez Martínez tenía 14 años aquel 13 de noviembre de 1992 y pertenecía a la misma pandilla que Miriam, Toñi y Desirée. Se llevaba especialmente bien con Desirée Hernández. De hecho, Esther fue la última amiga de las niñas que vio con vida a Miriam, Toñi y Desirée y se libró de correr el mismo destino gracias al azar, ya que se encontraba enferma aquel día y rechazó ir con ellas a la discoteca Coolor porque no se encontraba bien.

El 13 de noviembre de 1992 Miriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández hacían autostop para ir a la discoteca Coloor, de Picassent (Valencia), donde se celebraba una fiesta de su instituto. Tenían entre 14 y 15 años. El vehículo que paró fue el de Antonio Anglés y Miguel Ricart. Las secuestraron, las llevaron a una caseta abandonada en el campo, las torturaron, violaron, asesinaron y luego las enterraron.

El 27 de enero de 1993 dos apicultores descubrieron los cadáveres. La Guardia Civil encontró un volante hospitalario con el nombre de Enrique Anglés, hermano de Antonio, un conocido delincuente de la zona. Cuando los agentes estaban en el domicilio de los Anglés, en Catarroja, se presentó Miguel Ricart a preguntar qué ocurría, pero un guardia civil lo reconoció como "el Rubio", compañero de fechorías de Anglés y fue detenido. Mientras tanto, Antonio Anglés huía hasta una caseta abandonada en mitad del monte en Catarroja, pero cuando llegó la Guardia Civil, el asesino ya no estaba allí. Veintiocho años más tarde sigue siendo el delincuente más buscado de España, el enemigo número 1.

Las tres vieron a Esther antes de morir

Según el sumario, las tres niñas dejaron la casa de Esther a las 20.20 horas y luego durante el juicio contra Miguel Ricart se dijo que a las 20.00 horas, una diferencia de 20 minutos que también alimentó las teorías de la conspiración y simplemente se corresponde a una diferencia de criterio. Las cuatro hacían planes juntas y pertenecían a la misma pandilla desde la época del colegio.

Según las declaraciones de Esther, las niñas querían ir a la fiesta en Coloor, “pero se iban a quedar en la puerta porque no llevaban dinero suficiente". Esther siempre fue consciente de que ponerse enferma aquel día le salvó la vida, ya que desistió de ir a aquella fiesta y por tanto, de hacer autostop y montar en el coche de Ricart y Anglés.

Esther estaba realmente enferma aquel frío 13 de noviembre y acudió al ambulatorio a ponerse una inyección, aunque antes pasó un rato por los Recreativos Zass, donde le dijeron que las tres amigas ya se habían ido. Las jóvenes acostumbraban a reunirse en este local y pasar allí el tiempo libre. Luego fue al ambulatorio y cuando salió, estaban esperándola en la calle Miriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández.

Esther delante de los recreativos Zass donde se encontraban todas las niñas.

Después de aquel encuentro todas las niñas fueron a casa de Esther. La madre de la menor, Rosalía Martínez, recordó que las niñas estuvieron en su domicilio aquel viernes hasta las 17,50 horas, por lo menos, aunque no supo precisar la hora. Sin embargo, Miriam llamó a su madre a las ocho de la tarde, pero no se sabe si lo hizo desde casa de Esther o desde una cabina. Entonces no existían los teléfonos móviles como ahora y por tanto no se podía conocer el origen de la llamada.

Hubo otros dos testigos de aquel mismo día que vieron a las tres niñas, Francisco Martínez Hervás y José Antonio Cano Llarcer. El primero recogió a las jóvenes en su coche a las 20.15 en Alcàsser aunque las dejó en la gasolinera Mari de Picassent. El segundo las vió haciendo autostop en el mismo lugar cinco minutos más tarde, donde las recogerían Antonio Anglés y Miguel Ricart, que lejos de llevarlas a la discoteca las llevaron a la caseta del paraje de La Romana, donde las asesinaron.

Denuncia e investigación como desaparición voluntaria

Nada más producirse la desaparición y ponerse la denuncia ante la Guardia Civil por parte de los padres, tomaron declaración a su entorno de amistades y familias y trataron el caso como una desaparición no forzosa. El 20 de noviembre de 1992, siete dias después del suceso de las menores, declaraba Esther en el cuartel de Picassent, a las ocho y media de la tarde.

Los guardias civiles que hicieron el interrogatorio preguntaron a la niña si "hablaron de algo, relacionado con marcharse de casa o de viajar". Ella contesto que no. Los agentes trataban de descartar ya en ese momento una desaparición voluntaria y pasar a tratarlo como un secuestro o desaparición forzada. Esther también dijo que ellas iban a Coolor, porque había una fiesta del Instituto de Picassent, "aunque no estudiaban alli, pero conocíamos a gente del mismo centro".

                      Esther,  con camisa blanca, dentro de los Recreativos Zass, junto a otros miembros de la pandilla de Alcàsser.

La joven también manifestó en el cuartel sin género de duda que "ninguna de ellas tenía problemas" y reafirmó que "acostumbraban a ir a la discoteca en autostop, cuando perdíamos el autobús nos íbamos a dedo".

Cinco años después, en 1997, en el juicio contra Ricart, la declaración de Esther Díez fue también importante porque fue la última amiga de las niñas que vio con vida a Miriam, Toñi y Desirée. Esther era sólo una niña cuándo desaparecieron sus tres amigas en 1992, tenía la misma edad que ellas, pero ya era mayor de edad cuando declaró en el juicio, cinco años más tarde.

"Tranquilícese, que no la quiero torturar"

Las crónicas periodísticas de entonces recuerdan que la niña lloró, algo muy comprensible en una joven de 14 años traumatizada por el suceso, y que el fiscal Beltrán le dijo "tranquilícese, que no la quiero torturar", una frase no muy afortunada por su parte teniendo en cuenta los hechos que se relataron durante el juicio.

Todos los abogados fueron muy breves y respetuosos en sus interrogatorios. Los periódicos del día siguiente, en papel, recogieron que la madre de Miriam, Matilde Iborra Martínez, salió tras Esther cuando terminó de declarar. El contenido de la conversación entre ambas, que duró varios minutos, nunca trascendió.

De izquierda a derecha, Pepita, Melina y Esther, de las misma pandilla que las niñas de Alcàsser.

Durante el juicio Esther dijo que conocía desde pequeña a Miriam, Desirée y Toñi, "de toda la vida", también ratificó que aquel 13 de Noviembre de 1992, "teníamos que haber ido las 4 a una discoteca y fueron a mi casa antes de ir a la discoteca porque no me encontraba bien, estaba enferma" y arrojó un dato que de haber tomado otra decisión seguramente se hubiese evitado la tragedia, dijo que "lo más seguro es que iban a Coolor, no estaban muy convencidas porque ya era muy tarde, pero lo más seguro es que si" y añadió otro: "Para ir de Alcácer a Picassent o a otras localidades próximas, alguna vez hicimos autostop. Éramos amigas, unas más y otras menos, pero éramos amigas todas".

La declaración de Esther aquel 28 de mayo de 1997 pudo ayudar al Tribunal a establecer la rutina de comportamiento de las niñas de su edad. Dijo que "Desi siempre se iba a las diez como yo, como muy tarde. A las diez tenía que estar en casa, tampoco exacto, a veces llegas más tarde, más pronto" y que ninguna conocía a "Anglés ni a Ricart. Cuando hacíamos autostop, a algún coche sí hemos dicho de no subir. Normalmente subíamos si conocíamos a la gente o con familias mayores, un matrimonio. Alguna vez nos han parado tres chicos y me he acordado de no haber subido. Creo que nunca hemos subido a un coche que no conociéramos. Que cuando estuvieron en mi casa fue normal, ni comentaron ningún problema ni nada. Estaban normal". Aquella dinámica de hacer autoestop acabó fatalmente el 13 de noviembre de 1992 cuando Anglés, Ricart y quizás alguien más se cruzó en su camino.

Esther declaró ante la Guardia Civil el 20 de noviembre de 1992 y sus declaraciones están recogidas en el sumario y, a su vez, en un blog especializado en el crimen de Alcàsser: "Nacida en Zamora, el 01 de Febrero de 1.978, hija de Pascasio y Rosalía, domiciliada en Alcácer (...). PREGUNTADA para que diga si conoce a las tres chicas que faltan de su domicilio, dice si las conozco desde pequeñas. PREGUNTADA para que diga, el último día que las vio, dice el viernes a las 20,15 horas, digo las 20,20 horas ya que miré la hora del vídeo. PREGUNTADA para que diga donde las vio, dice en mi casa.
PREGUNTADA para que diga, si hablaron de algo, relacionada con marcharse de casa o de viajar, dice no. PREGUNTADA para que diga a lo que fueron a su casa, dice si, fueron a verme ya que me encontraba enferma. PREGUNTADA para que diga si recuerda el lugar donde se dirigían sus amigas, dice sí, me dijeron que se dirigían a la discoteca Coolor, ya que había una fiesta del Instituto de Picassent. PREGUNTADA para que diga, si alguna de ellas estudia en dicho Instituto, dice no, si bien conocíamos a gente del mismo. PREGUNTADA para que diga si tiene conocimiento de que alguna de ellas tuviese algún problema, no no tenían problemas. PREGUNTADA para que diga si acostumbraban a ir a la discoteca en autostop, dice si, cuando perdíamos el autobús nos íbamos a dedo. PREGUNTADA para que diga si tiene algo más que manifestar, dice que lo dicho es verdad en lo que afirma y ratifica, firmando esta manifestación una vez leída por sí y encontrarla conforme en unión del Instructor en Picassent, siendo la hora, día, mes y año anteriormente consignados".

Declaraciones en el juicio

Esther declaró también en el acto del juicio y respondió a todas las preguntas. Ante el Fiscal recordó que "creo que sí me llamó la Guardia Civil. Que a Miriam, Desirée y Toñi las conocía, era amiga de pequeña, de toda la vida. Que el 13 de Noviembre de 1992, teníamos que haber ido las 4 a una discoteca. Que fueron a mi casa antes de ir a la discoteca porque no me encontraba bien, estaba enferma. Que salieron de mi casa sobre las ocho (aunque en la Guardia Civil dijo que eran las 8.20 porque lo vió en el vídeo). Que me dijeron que lo más seguro es que iban a Coolor, no estaban muy convencidas porque ya era muy tarde, pero lo mas seguro es que si. Que estuvieron conmigo alrededor de media hora. Que del ambulatorio a mi casa hay cinco minutos, mas o menos. Que siempre íbamos a la discoteca Coolor. Que para ir de Alcàsser, a Picassent, o a otras localidades próximas, alguna vez hicimos autostop. Que éramos amigas, unas mas y otras menos. Éramos amigas todas. Que me consta que hicieron autostop para ir de un lado a otro".

Esther durante una entrevista en Antena 3.

Luego interrogó el abogado de las familias de las tres niñas a quien dijo que "en Coolor se hacían fiestas de institutos. Que estas fiestas solían ser de 6 a 10 mas o menos. Que a las 6 abrían la discoteca, pero a esa hora no había casi nadie, a las 6 o así empezaban. Que he ido a una de ellas. Que normalmente nos íbamos antes del final. Que en ese tipo de fiestas empieza a no haber nadie, a las 9.45 a las 10 ya todo el mundo se va a casa. Que estas chicas tenían horario para llegar a casa. Que unas más horario que otra, Desi siempre se iba a las diez como yo, como muy tarde. Que a las diez tenia que estar en casa, tampoco exacto, a veces llegas más tarde, mas pronto. Que cuando teníamos que estar en casa, salíamos a las 9.45, sí el autobús salía a las 9.30, a las 9.30 horas. Que los viernes que había fiesta, la discoteca Coolor creo que no ponía autobuses. Que no conocíamos ni a Anglés ni a Ricart. Que cuando hacíamos autostop, algún coche si hemos dicho de no subir. Normalmente subíamos si conocíamos a la gente o con familias mayores, si veíamos un matrimonio. Alguna vez nos han parado tres chicos y me he acordado de casos de no haber subido. Que creo que nunca hemos subido a un coche que no conociéramos. Que cuando estuvieron en mi casa fue normal, ni comentaron ningun problema ni nada. Estaban normal".

Luego le tocó el turno al abogado de la Comunidad autónoma de Valencia, que ejercía la acusación popular: " Que no me acuerdo si he visto ese pendiente de aro. Que en alguna de las tres niñas no me acuerdo si lo he visto. Que conocía más a Desi y a Miriam porque habían venido conmigo desde las cinco años, Toñi tenia un año más. Que con la que más solía ir era con Desi, porque Miriam no salía tanto, bueno porque no".

Le enseñaron una cruz y una cadena que se encontró en la fosa como prueba para ver si la reconocía a lo que Esther dijo que "no me acuerdo si alguna de ellas llevaba esa cadena y esa cruz. Que creo que Desirée no llevaba eso. Creo que Desirée llevaba plata. Llevaba cadenitas. No me acuerdo bien".

La defensa de Ricart intentó aprovechar esa diferencia en la hora del vídeo para poner en aprietos a Esther pero la joven salió muy airosa de la situación: "Que supongo que antes si que recordaba, y rectificaría porque mi madre había mirado la hora seguro y lo sabia seguro, por eso se rectificó de 8.15 a 8.20 h. Que supongo que sí en su momento dije que solo hacíamos dedo cuando perdíamos …. es porque entonces lo recordaría mejor. Que a lo mejor alguna vez no perdíamos el autobús y si hicimos dedo, que por lo general íbamos con personas conocidas. Que los viernes eran fiestas de instituto y solo había gente del instituto, no es lo mismo que un sábado. Nos daba igual quedarnos o no en el pueblo. Esa era una razón por la que no estaban seguras de ir a la discoteca", contestó.

Esther ahora es madre de familia, vive tranquila y alejada de un suceso que marcó a todo un país, pero mucho más su infancia. La joven ya tiene 42 años, ha cambiado físicamente y no vive en Alcàsser, aunque continúa manteniendo contacto con la gente de su pandilla de la niñez y de los Recreativos Zass. Y, sobre todo, Esther quiere seguir manteniéndose en el anonimato y si fuera posible, olvidar.

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