29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

La Corporación pública RTVE estrena hoy 'Lucía en la Teleraña', una serie documental sobre este asesinato que sigue sin resolverse trece años después

El crimen de Lucía Garrido, el caso que destapó una de las mayores redes de corrupción de la Guardia Civil

Lucía Garrido y su exmarido Manuel Alonso.
Lucía Garrido y su exmarido Manuel Alonso.
El crimen de Lucía Garrido, cuyo cuerpo sin vida fue hallado el 30 de abril de 2008, destapó una de las mayores redes de corrupción de la Guardia Civil. RTVE Play estrena este jueves 'Lucía en la Teleraña', una serie documental de cinco episodios sobre este asesinato que sigue sin resolverse trece años después.

El cuerpo sin vida de Lucía Garrido fue hallado el 30 de abril de 2008 flotando en la piscina de su casa en Alhaurín de la Torre. Aunque su cuerpo presentaba signos de violencia, con algunos golpes en la cabeza y un corte en el cuello, la autopsia determinó que la mujer murió ahogada. Comenzaba entonces una compleja investigación que, trece años después, todavía no ha dado con la pieza que permita recomponer un arduo entramado. 

Este 24 de noviembre RTVE Play estrena 'Lucía en la Teleraña', un true crime sobre este caso que sacó a la luz, además, una de las mayores redes de corrupción de la Guardia Civil. Con un total de cinco episodios, la serie documental indaga en el intrincado sumario de más de 20.000 folios y 60 grabaciones. En palabras del cocreador y subdirector del proyecto, Rafa González, "como lo definió un agente de Asuntos Internos, el caso de Lucía Garrido es el paradigma de la corrupción" en España. 

El asesinato de Lucía Garrido

El día del crimen, 30 de abril de 2008, el cuerpo sin vida de Lucía se encontró flotando en una piscina, dentro de una finca conocida como Los Naranjos, en el término municipal de Alhaurín de la Torre, en Málaga. La mujer tenía 35 años y una niña, Sara, que entonces tenía 11 años.

Hasta el año 2006, ambas habían vivido en esta finca junto a Manuel Alonso, esposo de la mujer y padre de la niña. Tras su separación, varias resoluciones judiciales concedieron el uso de esa finca a Lucía y a su hija. Fue entonces cuando comenzó a fraguarse la tragedia.

Lucía Garrido y su pareja habían montado en la finca un centro de venta de animales exóticos, que les reportaba unos buenos ingresos, y en el que se saltaban toda la legalidad, gracias a las buenas relaciones de Alonso con los agentes de la Guardia Civil del Seprona de Málaga. Además, esta relación hacía posible que hasta la finca llegasen los animales intervenidos en toda Andalucía, es decir, era un depósito y, como tal, recibía jugosas subvenciones de la Junta de Andalucía. Tras la separación de la pareja y las decisiones de los juzgados de familia, Alonso ya no podía disponer de la finca y de los 40.000 euros trimestrales que ese negocio le reportaba.

Tras varios intentos de Manuel Alonso, los tribunales ratificaron que el uso de la finca era para Lucía y su hija y que él debía pagar una pensión de 600 euros y devolverle el coche que le había quitado. En marzo de 2007, la mujer denunció malos tratos y amenazas por parte de Alonso.

La situación se alargó hasta que el 30 de abril de 2008 Lucía fue asesinada en la finca. La investigación fue muy compleja. Primero, dijeron a la familia que parecía un suicidio, algo que descartó la autopsia. El caso pasó a manos de un juzgado de Violencia contra la Mujer, ya que las denuncias por malos tratos de Lucía parecían apuntar a Manuel Alonso como autor del crimen.

La finca Los Naranjos donde ocurrieron los hechos.

Sin embargo, el mismo día de la muerte de Lucía, Manuel Alonso buscó encontrarse con todas las personas que pudo desde primera hora de la mañana. Y a todas ellas les dijo que se iba a Cádiz a buscar unos animales, incluso a uno de ellos le animó a acompañarle. Ese mismo día 30, Alonso repostó en dos gasolineras de la provincia de Cádiz en pocas horas y no porque se le acabase rápidamente el combustible, sino porque se dio cuenta de que en la primera en la que paró no había videocámaras que le hubiesen grabado. Quería demostrar que el día del crimen él estaba muy lejos de allí. Y lo cierto es que lo demostró. Porque no estaba cerca del lugar.

El caso fue archivado por falta de pruebas pero en 2012, gracias al empeño de la hermana de Lucía Garrido y de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC), el caso se reabrió. Dos años después, en 2014, el asunto da un giro definitivo, cuando el juzgado encargado de la instrucción pidió al Servicio de Asuntos Internos (SAI) de la Guardia Civil que se encargase de las investigaciones. Un anónimo los ponía sobre la pista de dos agentes de la Benemérita que mantenían excelentes relaciones con Manuel Alonso, el exmarido de Lucía.

Asuntos Internos comenzó la investigación desde cero y una confesión de una amiga de Lucía les puso sobre la pista buena: Dijo que el móvil del crimen estaba relacionado con todo lo que sabía la víctima de los negocios de su marido con agentes de la Guardia Civil. Los investigadores relacionaron la muerte de Lucía con la de los dos colombianos, un año después, y encontró relaciones entre los dos sucesos, entre ellas el mismo escenario, la finca de Los Naranjos.

Las pesquisas llevaron hasta un grupo de delincuentes conocido como 'Los Niños de Fuengirola' y hasta un agente de la Guardia Civil, convertido en millonario, Amador Pérez Luque. Asuntos Internos consideraba que Amador Pérez estaba al frente de una red de tráfico de drogas. Su estilo de vida estaba muy alejado del de un guardia civil al uso: poseía una vivienda-castillo en Coín y regentaba un circuito de motociclismo.

Los investigadores concluyeron que la finca Los Naranjos era, además de un almacén de animales, una guardería de droga. Varios testigos protegidos confirmaron esta tesis y dijeron que el asalto de los colombianos a la vivienda de Alonso fue planificado por Amador, que pensaba robar 150 kilos de cocaína que había almacenados allí. Un testigo protegido identificó a Amador y al otro guardia civil que se sentó en el banquillo, José Antonio Bandera, como los participantes en reuniones anteriores a la muerte de Lucía Garrido en un bar de Torremolinos. A esas reuniones acudió un antiguo conocido de la Guardia Civil por sus actividades ilegales, apodado El Rana e identificado como Ángel Vaello García. En esas reuniones jamás estuvo Manuel Alonso, el marido de Lucía Garrido.

Unas llaves, encontradas en el escenario del crimen, apuntaron al autor del mismo. El ADN descubrió que eran de Vaello García, que fue detenido en 2016.

Manuel Alonso junto a su abogado durante el juicio.

Pero en medio habían pasado muchas cosas, un testigo fue asesinado en Mijas, otro desapareció y nunca compareció en el juicio, otro murió asesinado en Colombia.... Desaparecieron grabaciones, se inutilizaron otras e incluso los guardias civiles que llevaban la investigación fueron espiados a través de las bases propias de la Benemérita.

Cuando se celebró el juicio en la Audiencia Provincial de Málaga hubo diferencias entre la Fiscalía y la acusación particular. El primero solo acusó a El Rana como autor material y a Amador Pérez Luque como inductor y cooperador necesario. La acusación particular acusó de inductores del crimen también a Manuel Alonso y al otro agente, José Antonio Bandera.

Dudas del jurado

El jurado asumió que Manuel Alonso nunca tuvo las llaves de la vivienda y por tanto nunca pudo facilitarlas al asesino. El primer informe de ADN no daba resultados positivos contra Vaello y prevaleció ese documento contra el segundo que sí daba positivo, ya que nadie aclaró qué muestras cotejaron y cómo el ADN llegó a los archivos. Finalmente, el jurado popular no entendió probado que los acusados participaran en la muerte violenta de la mujer, así que todos los acusados fueron declarados no culpables.

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