29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

La acusada-víctima que declaró el viernes se ausenta durante estas jornadas por problemas de ansiedad

El juicio al líder de los ‘Miguelianos’ sigue marcado por la polémica: una de las consagradas defiende su inocencia

Miguel Rosendo junto a sus consagradas
Miguel Rosendo junto a sus consagradas
La cuarta sesión de la vista oral por la que se está juzgando a Miguel Rosendo, líder de la supuesta secta de los ‘Miguelianos’, continúa con polémica por las declaraciones contradictorias de las consagradas de la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel. Iria Quiñones, una de las consagradas, defendió la inocencia del líder religioso

Ayer comenzó la cuarta jornada del juicio contra el líder de la supuesta secta conocida como los ‘Miguelianos’, Miguel Rosendo, celebrado desde la semana pasada en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra. Durante la vista se dispensó la asistencia a las jornadas de este martes y miércoles a la acusada-víctima que declaró el viernes para que no se siente en el banquillo de los acusados. El motivo fue para recibir un tratamiento por ansiedad por su comparecencia.

La acusada-víctima declaró contra Miguel Rosendo y le culpó de haber realizado espiritismo y abusos sexuales. Fuentes cercanas al entorno de los ‘Miguelianos’ afirmaron a este periódico que la compareciente “cambia la declaración a los tres meses cuando el marido, que es el tesorero, se descubre que robó mucho dinero” y denuncian el cambio de su posición en relación con líder de los ‘Miguelianos’. “En la primera declaración defendía a Miguel totalmente”, han asegurado.

Por su parte, la consagrada Iria Quiñones declaró ayer y negó que Miguel Rosendo realizara cualquiera de las prácticas y abusos sexuales de los que se le acusa. Así, Iria ha sostenido que ella no recibió ningún trato de opresión, señalando que Miguel no hizo "nada que le hiciese sentir subyugada". De la misma manera ha negado haber visto que Rosendo hiciese exorcismos, lectura de cartas astrales o espiritismo, manifestando que "la facultad sobrenatural que tenía era que rezaba. Si esa es una facultad sobrenatural…”.

La consagrada reconoció que Miguel llegó a encerrar a una mujer en la biblioteca, pero que este hecho lo hizo porque era una persona con conductas suicidas a la que llegaron a encontrar "rajándose con una cuchilla" y que llegó a tomar pastillas. Por lo que un día que tenía "un brote" Rosendo la tenía que dejar sola y "lo que se le ocurrió fue dejarla en la biblioteca, cinco minutos", afirmó Quiñones.

En cuanto a la pregunta que le ha realizado la acusación fiscal sobre si escuchó a Miguel Rosendo decir "maricón" a algunos miembros de la orden, Iria Quiñones dijo que "en alguna ocasión si, lo escuché, pero no con connotación sexual, sino como persona 'calzonazos', una persona indecisa que no toma decisiones".

También negó los cargos por coacciones, explicando que había discusiones propias de la “convivencia estrecha”, pero que nunca vivió “broncas fuera de lo normal en una familia”. De la misma manera lo hizo con los delitos de abusos sexuales, subrayando que ella vivió "otra cosa" y que "para mí eso es tan incomprensible y loco que he decidido vivir de lo que veo, no de lo que dicen los demás". En este punto quiso señalar que en el testimonio de la acusada-víctima hay muchas cosas que no son verdad.

Asimismo, fue preguntada por los términos "trabajo" o "trabajiño" que la acusada-víctima realizó en su declaración, vinculándolos a supuestos abusos sexuales que Miguel Rosendo cometió contra miembros de la asociación. Ante la pregunta, Iria Quiñones afirmó haber escuchado dichos términos al líder religioso, pero sostuvo que Rosendo los empleaba para hablar de la consulta de herboristería. Y en lo que respecta a ella, aseguró que ella no tuvo "relaciones consentidas ni no consentidas".

Terminó la vista con Quiñones acusando a los padres de las presuntas víctimas de haber dicho a los demás padres cosas como que en la asociación se trataba "mal a sus hijas", se "abusaba" de ellas y no se les daba "de comer" y que ella niega que tales comportamientos hubieran tenido lugar. Iria también quiso aclarar su situación, asegurando que sus testimonios no eran por “resentimiento", sino que ella solo quería “decir la verdad y que se arregle todo esto y también la relación con mis padres".

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