29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

El informe de los perfiladores de la Guardia Civil destaca la obsesiva y problemática relación del detenido con todas las mujeres

El pasado de Eugenio Delgado, presunto asesino de Manuela Chavero: Acosador, pornografía y relaciones sexuales violentas

Exclusiva Foto de Eugenio en su perfil de Badoo.
Foto de Eugenio en su perfil de Badoo.
El equipo de perfiladores psicológicos de la Guardia Civil acertó cuando realizó su informe sobre el sospechoso del asesinato de Manuela Chavero que había que buscar: Consumidor de pornografía y prostitución, aficionado a las relaciones sexuales violentas, y obsesionado con las mujeres. El informe de la sección de análisis del comportamiento criminal de Guardia Civil también describió al sospechoso como una persona con problemas de relación con las mujeres.

Consumidor de pornografía y prostitución, aficionado a las relaciones sexuales violentas, y obsesionado con las mujeres. Un informe de la sección de análisis del comportamiento criminal de Guardia Civil sumado a la investigación del crimen de Manuela Chavero acertó por completo al describir las características del principal sospechoso. Los testigos contactados posteriormente por los agentes de homicidios incidían en los problemas con las mujeres del único sospechoso y detenido por el asesinato de Manuela, Eugenio Delgado.

                     Eugenio en una de sus fotos en redes sociales.

Manuela Chavero desapareció sin dejar rastro la madrugada del 5 de julio de 2016, dejando las luces y la televisión de su casa encendidas y la puerta cerrada sin llave. Era una mujer atractiva de mediana edad, separada y sin enemigo conocido. Pronto la investigación de la Guardia Civil puso el foco en los varones de su entorno y los especialistas redactaron un perfil del autor desconocido de la desaparición que, con los años, fue encajando con la investigación del presunto asesino hasta ajustarse por completo el día de su detención, en septiembre de 2020.

El sospechoso debía ser un hombre español, que conociera desde hace tiempo a la víctima, Manuela Chavero. Un hombre vinculado al pueblo pacense de Monesterio donde también residía la víctima, que además podría vivir en las cercanías de Manuela. Un hombre, en definitiva, que con mucha probabilidad habría actuado en solitario empleando su fuerza bruta o un arma blanca, en el contexto de un crimen con una motivación presumiblemente sentimental o de objeto sexual. Este informe de la sección de análisis del comportamiento criminal de la Guardia Civil acertó de lleno en sus conclusiones de la descripción del perfil del presunto responsable de la desaparición y asesinato de Manuela Chavero en la localidad de Monesterio en 2016.

Un caso complicado, sin testigos y sin apenas rastro, parecía que Manuela se había evaporado sin dejar huella. Sin embargo, los cinco guardias civiles que componen el Departamento se aplicaron en analizar las variables que manejan en su trabajo: Las características de Manuela, una mujer madura y atractiva, extrovertida pero a la vez precavida, la escena en la que desapareció, sin puertas forzadas ni señales de violencia, el “cómo desapareció”, de madrugada y la firma del sospechoso.

                   El sospechoso en otra de sus fotos.

Ese informe del perfil del sospechoso, sin ser definitivo, servía de ayuda a los investigadores que vieron cómo sus pesquisas empezaban a encajar con el informe realizado del perfil del sospechoso. Según el relato de los investigadores al juez durante estos años de búsqueda, todo coincide y, aunque es cierto que no hay pruebas directas de que haya existido una relación sentimental o de tipo sexual entre la víctima y Eugenio, el único detenido por la muerte de su vecina Manuela, sí que han encontrado testimonios que corroboran el informe psicológico que en su día se hizo. Esos testimonios definen cómo Eugenio Delgado tenía problemas de relación con las mujeres tanto en el plano sentimental como en el sexual. Lo que descubrieron los guardias fue la vida al límite de Eugenio con las mujeres de su entorno.

Sospechoso de acoso y robo

Así, durante la investigación por la desaparición de Manuela, los guardias llegaron a interrogar a mujeres del entorno de Eugenio descubriendo que desde 2013 ofrecía una inquietante imagen de acosador y era sospechoso de robo. Unas describen cómo Eugenio, ya desde jovencito, las espiaba sin disimulo cuando se bañaban en la piscina desde su terraza y no dejaba de hacerlo ni siquiera cuando le recriminaban su actitud. Otra cuenta que “alguien” le robó su teléfono móvil cuando se estaba duchando. Posteriormente el ladrón usó ese móvil para llamar a números eróticos de tarificación especial.

Sus vecinas se sentían “acechadas” por Eugenio que no les quitaba el ojo de encima. Dos años después, en 2015, “alguien” volvió a entrar en su casa sin forzar ni una sola puerta o ventana, se llevó dinero de un monedero y rompió las pantallas de los dos teléfonos móviles porque no consiguió desbloquear los aparatos. Más significativo es el episodio en el que otro “alguien” entró en casa de las mismas mujeres cuando éstas no se encontraban dentro y desde un teléfono fijo llamó a números eróticos en varias ocasiones. Un detalle escalofriante del que tomó nota la Guardia Civil que hizo una inspección ocular de la vivienda de las víctimas llegando a la conclusión de que el ladrón había entrado por la terraza saltando el muro de la casa vecina. Esa casa era la de Eugenio, en el muro que separaba su vivienda de la de las víctimas quedaron estampadas las huellas de unos pies descalzos y en la retina de las víctimas la imagen de Eugenio horas después del robo, en la puerta de su casa, descalzo y con los pies sucios. Nunca se le culpó directamente pero siempre fue el único sospechoso de los robos y las llamadas a números pornográficos.

Mismo modus operandi del presunto homicida

Los hechos tuvieron lugar en 2015 según relató la testigo a los guardias. Ella era la pareja de José Antonio, un amigo de Eugenio Delgado, y el mismo Eugenio llegó a dejarles la vivienda de su madre en la calle Cerezo para alojarse en sus viajes a Monesterio. La casa estaba a 100 metros de distancia de la vivienda de Manuela en la misma calle del pueblo.

La asesinada Manuela Chavero.

Precisamente José Antonio figuró en el primer listado de sospechosos por su amistad con Manuela. Eugenio conoció a Manuela a través de la amistad de éste con la mujer, y los cuatro, Jose Antonio, su pareja, Manuela y Eugenio llegaron a quedar algunas noches juntos.

Fue al poco tiempo, en 2015, cuando aprovechando una de las ausencias de su amigo José Antonio, Eugenio viajó 150 kilómetros hasta la localidad cacereña de  Miajadas en busca de la novia de su amigo. Allí, de madrugada, Eugenio fue hasta la casa de la mujer y sorpresivamente llamó a su puerta para declararle que estaba enamorado de ella. La joven, estupefacta, lo rechazó argumentado que era la novia de su amigo y que apenas conocía a Eugenio. Eugenio, tras rogarle que dejara a su amigo José Antonio sin éxito, rompió a llorar y regresó a Monesterio cortando la relación con su pareja de amigos.

El episodio de 2015, no sólo guarda similitudes obvias con el caso Chavero que tuvo lugar de madrugada también un año después. Los guardias se decían: “Alguien llamó a la puerta de Manuela, ella salió porque conocía al sujeto y desapareció por la fuerza”. También, para los guardias, el episodio de 2015 mostraba los problemas de relación de Eugenio con las mujeres, y algo más inquietante: Tuvo que seguir y vigilar a la novia de su amigo para averiguar sus rutinas y que ella regresaría de madrugada a su casa para encontrarla allí. Quizá, pensaron, esta mujer estuvo a punto de correr la misma suerte que Manuela un año antes sin saberlo.

Pornografía y contactos con prostitutas en su móvil

El último descubrimiento de los investigadores incidía aún más en ese perfil de Eugenio. Tras entregar su móvil y cuentas de correo voluntariamente, el detenido erró al darles las claves aunque no evitó que finalmente los guardias accedieran al contenido de su teléfono. En él encontraron un elevado consumo de material pornográfico y constataron que era cliente de plataformas de ese tipo. De hecho, Eugenio había intimado con una trabajadora del sexo con la que había hecho planes sólidos de futuro.

Obviamente esos detalles no vinculan a Eugenio con la desaparición de Chavero. Los guardias lo incluyen en sus atestados al juez del caso porque lo consideran significativo para trazar su perfil,  especialmente cuando relatan que Eugenio buscaba perfiles de mujeres maduras en esas páginas de sexo donde ponía de manifiesto su tendencia a las relaciones sexuales de carácter violento, degradante y humillante hacia las mujeres.

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