19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Tras 10 meses de investigación secreta, los expertos practicarán las pruebas necesarias para descartar su implicación en la muerte de Miriam Vallejo

La Guardia Civil no da credibilidad al "espontáneo” que ha confesado el crimen de Meco

Miriam, víctima del crimen de Meco.
Miriam, víctima del crimen de Meco.
La jueza ordena comparar el ADN de un joven “espontáneo” que ha confesado ser el autor del asesinato de Miriam Vallejo con los vestigios que la Guardia Civil recogió en 2019 durante la investigación del crimen en la localidad madrileña de Meco. Tras 10 meses de investigación discreta, se comprobarán los nuevos indicios. Entre tanto, dos nuevas periciales refuerzan las escasas pruebas de la acusación contra Sergio, el hasta ahora único acusado del crimen.

Los investigadores siguen señalando a Sergio Saez, novio de una amiga de Miriam Vallejo y que compartía piso con ambas mujeres, como el presunto autor del asesinato de Miriam. Según la Guardia Civil, sólo él pudo cometer el crimen, tenía animadversión a Miriam, su coartada no le cubre por completo en el momento del crimen y su ADN se halló en el jersey que vestía la víctima cuando le propinaron 89 puñaladas con un ensañamiento brutal que denota la cercanía de la víctima con su asesino.

Sin embargo, la juez del caso terminó dejándole en libertad provisional a la espera de que se reunieran más pruebas en su contra. No se encontró ni rastro de sangre ni ADN de Miriam en la ropa de Sergio y el sospechoso apenas pudo tener tiempo material para cometer el crimen.

Sergio Saez.

Ahora, en medio de un caso con indicios no demasiado sólidos, un nuevo y sorprendente “capítulo” sobre el terrible crimen de Miriam Vallejo amenaza con enredar aún más la investigación de los especialistas de la Guardia Civil.

“Yo la maté, no sé por qué… lo hice… 68 puñaladas”

El nuevo asunto arrancó en diciembre de 2020. Entonces, los trabajadores de un centro de atención a toxicómanos en la localidad madrileña de San Martín de la Vega se presentaron en el cuartel de la Guardia Civil con una revelación inesperada. Un tal Alberto, usuario del centro, les había confesado verbalmente y por WhatsApp que él era el asesino de Miriam Vallejo.

“No sabes lo que he hecho…no tenéis ni idea…te dije que no podía dormir por las noches, la maté. No se por qué…Lo hice, es mi condena…no se por qué estoy tan enfermo”, así fue la confesión del “espontáneo” del caso Miriam, a lo que su interlocutor respondió “Ahora debes ir a la policía”. Alberto terminó insistiendo en el asunto antes de cortar la comunicación: “la maté… 68 puñaladas”.

La Guardia Civil de San Martín de Valdeiglesias se puso rápidamente en contacto con los especialistas de homicidios de la Comandancia de Madrid responsables del caso y estos, a su vez, iniciaron con toda premura una investigación para llegar al fondo del asunto. Sin embargo, Alberto había desaparecido. Se lo había tragado la tierra. Los guardias recurrieron a investigar el móvil del sospechoso y descubrieron que residía en Azuqueca de Henares, muy cerca del lugar del crimen. Además, el día del crimen el móvil del “espontáneo” se enganchó al repetidor de telefonía que cubría su casa, pero también la zona del asesinato de Miriam.

El espontáneo ya había confesado anteriormente

Los nuevos datos parecían preocupantes pero en su investigación los guardias de homicidios también descubrieron que el mismo sujeto que había confesado el asesinato de Miriam se presentó con otra historia inverosímil en el cuartel de su municipio años antes. Fue en 2019 cuando Alberto acudió a la Guardia Civil a denunciar que tenía pruebas de que su madre había asesinado a su padre diez años antes. No era verdad.

A eso había que añadir que los trabajadores del centro para toxicómanos que facilitaron la confesión de Alberto explicaron a los guardias que no daban ninguna credibilidad a la confesión. Según los testigos, Alberto estaba obsesionado con la investigación del crimen y le parecía una injusticia que acusaran formalmente a Sergio de ser el asesino ya que él conocía tanto a la víctima como al presunto homicida.

El dato más relevante de la investigación sobre esta confesión llegaría un poco más tarde. Siguiendo el rastro del sospechoso, los guardias descubrieron que Alberto había coincidido en la cárcel con Sergio, el acusado por la Justicia de ser el presunto homicida de Miriam. Los testigos también lo confirmaron, Alberto les contó que había hablado con Sergio mientras estuvo en prisión. Y allí, en prisión, encontraron hace unas semanas los guardias a Alberto.

De esta forma los investigadores finalizaron un detallado informe que enviaron a la juez del caso: “Es altamente improbable que la información dada por Alberto sea veraz”. Los guardias no le creen por varios motivos. En primer lugar, porque no acierta en su confesión “espontánea”. Alberto mencionó en su confesión que mató a Miriam en un parque (dando el nombre del parque) tras propinarle 68 puñaladas, pero Miriam fue asesinada en un descampado junto a un camino rural y recibió 90 puñaladas.

Además, los guardias remarcan el hecho de que la “confesión” de Alberto por WhatsApp fue de madrugada, probablemente bajo los efectos de las drogas y nunca más ha vuelto a mencionar el asunto. También, según los guardias, mintió cuando acusó a su madre de matar a su padre hace unos años. Los guardias cierran su informe refiriéndose a que Alberto y Sergio, el único acusado del crimen de Miriam, estuvieron a la vez en la cárcel durante un corto periodo de tiempo en el que quizá tuvieron contacto.

Recibido el informe, la jueza ha solicitado que se tome declaración a Alberto y se le recoja una muestra de ADN para descartar o no, su presunta implicación en el crimen de Miriam. Entre tanto, al juzgado han llegado dos informes periciales que insisten en la autoría de Sergio, que siempre negó implicación alguna en el crimen. Se trata de un informe que insiste en que a Miriam la asesinó una sola persona, con un solo cuchillo. El segundo redunda en la importancia del ADN que se recogió en el jersey de la víctima y que se atribuye a Sergio.

La defensa siempre dijo que ese ADN de Sergio en la ropa de Miriam obedecía a que compartían piso y lavadora, y podría haberse transferido de uno a otro en cualquier momento. Las pruebas contra Sergio son poco más que débiles, por eso quedó en libertad provisional hace un año, y el enredo en el caso Miriam está servido de nuevo.

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