29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

La primera ministra británica dimite aplastada por la voracidad tory y por la apisonadora del Brexit

El último baile de Theresa May tiene ritmo y letra de Brexit: la primera ministra británica dimitirá el 7 de junio

Agotada y guillotinada por sus compañeros del partido conservador, Theresa May dejará de ser primera ministra del Reino Unido el 7 de junio, cuando se ha establecido el inicio del proceso de sucesión para buscar el nuevo inquilino del 10 de Downing Street, ante cuya fachada, una emocionada y dolida May ha anunciado su retirada en “favor del bien del país”. La segunda primera ministra que han tenido los británicos, termina como lo hizo la primera, Thatcher, devorada por sus hermanos políticos.

Era una caída inminente y esperada. En las últimas 48 horas se habían multiplicado y se hacían más insistentes los rumores sobre la posible dimisión de Theresa May. La primera ministra británica ha sucumbido al Brexit.  “Brexit means Brexit, Brexit significa Brexit, era su lema, las palabras mágicas con las que tranquilizaba a sus irritados compañeros “tories” cada vez que estos se impacientaban por no ver avances en  la salida del país de la Unión Europea. Pero también era su mensaje de autoafirmación ante los decepcionados socios comunitarios, ya hastíados de tanta negociación y que acabaron poniendo límites infranqueables al acuerdo de divorcio entre  la UE y los británicos.

May bailando en uno de sus actos de partido. 

Theresa May habría preferido seguir bailando una canción de ABBA, como solía hacer  antes de un mítin. Ella se prestó voluntaria, fue la valiente de su partido, la que accedió a recoger el desastre organizado por su antecesor en el cargo, James Cameron, quien se topó con un sí al Brexit  que no esperaba en el referendum que convocó.  Era julio de 2016 y Theresa May, política de perfil bajo, con sucesivos cargos en diversos gobiernos conservadores, aceptaba la misión imposible –por ahora – de salir de la UE por la puerta grande. Pesaba la hija de pastor anglicano que sus méritos al frente del Ministerio de Interior, donde tuvo que mantener  muchos equilibrios para sobrevir, junto con toda su experiencia facilitarían la labor.  Educada en el esfuerzo máximo y la recompensa del trabajo bien hecho,  nada de eso parecía funcionar para gestionar el Brexit. 

May ha negociado con la UE continuamente para lograr un mejor Brexit. 

Rechazo tras rechazo

Tres veces fue rechazado  por los parlamentarios británicos su acuerdo con la UE. Idas y venidas a Bruselas. Viajes para negociar mejoras en el pacto de salida con todos los líderes comunitarios que no querían ceder más. Tres veces. El partido tory es insaciable. A lo que hay que sumar una moción de censura  de la que May se salvó por los pelos. El baile se reanudaba. Pero May estaba cada vez más sola. En su partido, en la intimidad, le pedían que se fuera ya, y ante la opinión pública lo insinuaban.  La primera ministra veía cómo su Gobierno se resquebrajaba por momentos con continuas dimisiones de ministros y ministras, secreatrios de gobierno...  Sus filas adelgazaban pero ella, acostumbrada a luchar, como la incombustible ‘Dama de Hierro’, a la que, en realidad, tampoco admiraba demasiado, seguía adelante con su misión. 

Política discreta y patriota 

Discreta, casada y sin hijos, amante de la música, y, sobre todo, entregada a su partido, el conservador, por el que ha dado muchos años de su vida sin ser una de las más conocidas.  Ella defiende el  la ideología conservadora ‘One Nation’. Gran Bretaña, un solo país. Pero  no es  nacionalismo. Ella aboga porque los ‘tories’ no pueden ser un partido de élites sino una formación democrática atractiva para todas las clases y estratos sociales. "Debemos demostrar a los votantes que somos el partido que conserva lo mejor de nuestra herencia pero que no tiene miedo al cambio. Un partido patriota, pero no nacionalista", clama ante los suyos.

May, desgastada ante el Parlamento británico por el Brexit. 

El principio del fin

El  previsible desastre del Partido Conservador en las elecciones europeas y el nerviosismo causado entre los suyos por haber propuesto recientemente un segundo referéndum en la nueva ley del Brexit  han acelerado su salida. May nunca contó con el apoyo firme de sus colegas de partido, más bien era un medio útil para lograr el fin, y seguramente, con fecha de caducidad. Pero ha salido mal. Tanto, que el desaparecido promotor principal del  Brexit, Nigel Farage, el nacionalista que se esfumó tras el desastre nacional, ha vuelto  a la escena política para enfangar aún más las indeseadas pero obligadas elecciones europeas que el Reino Unido ha tenido que celebrar porque todavía son miembros comunitarios de facto.  

La retirada de May, a la que hay que reconocer que lo ha intentado hasta la extenuación, deja paso a la incertidumbre ante la prórroga del 31 de octubre concedida por Bruselas para la marcha  del Reino Unido.  En primer lugar por  la posible victoria en los comicios europeos del polémico Farage aumenta los miedos a una posible salida abrupta y sin acuerdo de la UE. Mientras que de los posibles candidatos a suceder a May, el ex secretario de Exteriores Boris Johnson,  antiguo alcalde de Londres, es el favorito. Un excéntrico político que navega más allá del euroescepticismo y que ha  anticipado siempre su  intención de emprender un  Brexit duro.

Las ha escogido más felices, pero esta despedida anunciada por May, ha sonado más a la icónica canción Queen sobre la aparente realidad y lo que el público no ve: 

"The show must go on
Inside my heart is breaking
My make-up may be flaking
But my smile still stays on..."

El espectáculo debe continuar,

por dentro mi corazón se rompe,

mi maquillaje quizás se esté desconchando,

pero mi sonrisa todavía permanece.

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