20 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

La Fiscalía pide 50 años para el padre de los dos niños por su "participación activa" en el ritual que acabó con la vida de sus hijos

Arranca el juicio por el terrible infanticidio de Godella: La madre declarará a pesar de ser inimputable

Gabriel Salvador y María Gambau.
Gabriel Salvador y María Gambau.
Este lunes arranca con jurado popular el juicio del terrible crimen de Godella en el que perdieron la vida Amiel e Ixchel, de dos años y seis meses respectivamente. Dos muertes enmarcadas en un extraño ritual llevado a cabo por María, su madre, diganosticada con esquizofrenia paranoide por lo que es inimputable. En cuanto a Gabriel, el padre, aunque no hay pruebas de su participación en las muertes sí que la Fiscalía considera que indujo a su esposa a este crimen y piden 50 años de prisión.

El juicio en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, comenzará el 31 de mayo con la selección del jurado y continuará los días 1, 2, 3, 4, 7, 8, 9 y 10 de junio en la sala Tirant Lo Blanc 1, una de las más grandes de la Ciudad de la Justicia de Valencia.

El Jurado Popular tendrá que dirimir la culpabilidad de María y su marido en la muerte de los pequeños. Ella es inimputable debido a sus problemas de salud mental, y contra él no hay pruebas biológicas que lo impliquen en el crimen pero sí pesa la idea de que forzó la situación psíquica de su mujer para llevarla al terrible final. 

La Fiscalía considera que tanto el padre como la madre de los menores asesinados en Godella fueron autores del crimen, aunque únicamente reclama pena de prisión para el padre por considerar que la madre sufría un brote agudo de esquizofrenia. el Ministerio Público pide 50 años de prisión para el padre, 25 años por cada asesinato, y el internamiento durante el mismo periodo para la madre, con un tope de 40 años de cumplimiento de condena en ambos casos.

Amiel tenía tres años y medio. Ichel solo seis meses. La familia de María Gombau ya sospechaba que la pareja estaba inmersa en una espiral de locura y por eso pidieron la intervención de los Servicios Sociales. Pero los niños iban limpios, el mayor estaba matriculado en el colegio, ambos acudían a clases de natación, jugaban en el parque con otros niños, estaban bien alimentados y no mostraban signos de maltrato. Parecía una familia normal. Es cierto que vivían en una casa ocupada, pero tenían luz y agua caliente.

Tres años antes, María Gombau y Gabriel Salvador Carvajal ya figuraban en los registros municipales después de una petición realizada en 2016 por el Juzgado de Instrucción número 2 de Paterna para que los servicios sociales de Godella intervinieran en un “conflicto de convivencia vecinal”. Pero esa investigación se paralizó porque la familia dejó temporalmente el municipio.

María Gombau recibía desde 2017 tratamiento psiquiátrico en el centro de salud de Godella, pero eso no constituía por sí solo un motivo para retirar la custodia de los niños. La Fiscalía de Menores, la otra vía para retirar la custodia, no recibió una alerta hasta la misma semana del crimen, cuando la abuela materna denunció el caso.

Gabriel Salvador Carvajal.

La abuela llamó ese mismo lunes a la Policía, porque su hija María no contestaba a los mensajes, pero los agentes que acudieron al domicilio no vieron nada anormal en la casa. Como seguía sin poder comunicar con su hija y sus nietos, la mujer llamó de nuevo ese mismo miércoles al teléfono de atención a la infancia de la Generalitat valenciana, desde donde se avisó a los servicios sociales de Godella, que abrieron un expediente: Pidieron datos a la abuela de los niños, al colegio público de Rocafort donde asistía Amiel y al centro de salud de Godella.

Aunque ya todos los mecanismos estaban en marcha fue demasiado tarde y no consiguieron evitar la tragedia inesperada: Esa misma noche, o quizá el jueves por la mañana, la madre presuntamente mató a los niños y los enterró con una participación del padre todavía por determinar, que se decidirá cuando se celebre el juicio oral.

Durante las posteriores investigaciones la Policía supo que Gombau y Gabriel Carvajal hablaban desde hacía tiempo de que el mundo estaba dominado por una secta de pederastas. Pero el proceso se agravó a primeros de febrero, cuando la pareja adoptó  los síntomas claros de un brote psicótico, seguramente agravado por el consumo regular de drogas, especialmente marihuana.

Cuando la Guardia Civil los interrogó por separado, Gabriel se derrumbó y confesó que María esperaba que los niños se reencarnaran en el cuerpo de ella tras matarlos, aunque no supo decir dónde estaban los cuerpos. Tras doce horas de intensa y angustiosa búsqueda, la Guardia Civil halló los cadáveres de los menores. María había decidido colaborar e indicó a los agentes del Grupo de Homicidios dónde había enterrado a sus hijos tras encontrarlos ya muertos, según la primera versión de la madre.

A mediados de febrero, Gabriel Salvador, el padre, fue despedido del trabajo por su impuntualidad. Y María llamó al colegio para dar de baja al niño, porque se iban del pueblo, según explicó. En el centro escolar le respondieron que tenían que ir a tramitar la baja personalmente. Ante la falta de respuesta, el colegio llamó en dos ocasiones a la madre para saber qué ocurría con ese trámite y ésta les respondió que estaban con la mudanza y no tenían tiempo. Evidentemente era mentira.

Cronología de una tragedia

Antes de todo lo ocurrido hubo varios "avisos" que inquietaron a la familia de Godau. El 17 de febrero María, que dormía esa noche en casa de su madre, tomó a la bebé en brazos durante la noche y estuvo durante varias horas caminando con ella por los campos y caminos de Rocafort. Uno de los parientes encontró a la joven y a la niña tras recorrer con su moto la zona. Este episodio no fue comunicado a la Fiscalía de Menores.

Maria Gombau, la madre.

Un día después, el 18 de febrero, María repitió el mismo comportamiento. La Guardia Civil de Moncada puso en marcha otro operativo urgente para buscar a la joven antes de que la familia presentara incluso la denuncia por desaparición, pero el dispositivo policial se suspendió poco después cuando aparecieron María y su hija. Como no había ninguna denuncia por maltrato ni sospecha en ese momento de que la madre pudiera hacer daño a sus hijos, la Guardia Civil no informó de esta actuación a la Fiscalía de Menores.

El 11 de marzo, tres días antes de los asesinatos una patrulla de la Policía Local de Godella acudió a la casa de campo ocupada por la joven pareja y sus hijos. Otra vez la abuela dio la voz de alarma tras recibir en su móvil un mensaje de whatsapp que le envió su hija: "Me voy a reunir con el Creador", le dijo. 

Entonces Gabriel Salvador Carvajal salió con su hija en brazos y habló con los policías, pero estos no detectaron ninguna situación de riesgo para los menores. María restó importancia a su propio mensaje y pidió a los agentes que se marcharan.

La abuela de los niños seguía inquieta y el 13 de marzo el Teléfono del Menor contactó con los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Godella para poner en conocimiento una información facilitada de nuevo por la abuela de los menores. Tras pedir información al centro de salud de Godella y al colegio de Rocafort donde estaba matriculado el mayor de los niños, una trabajadora social abrió un expediente por el posible desamparo de los menores. Ese mismo día la abuela de los niños acudió al juzgado de guardia de Valencia para denunciar el riesgo que corrían sus nietos.

El Magistrado inició unas diligencias previas y remitió esa misma tarde por fax la denuncia a la comisaría de la Policía Nacional de Burjassot-Godella, junto con un oficio que instaba a adoptar "las medidas oportunas en relación con la situación de los menores" como medida preventiva para protegerlos. Pocas horas después, los niños morían asesinados. Demasiado tarde.

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