19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Desde la desaparición del menor en 2007 en Gran Canaria, los testimonios no han bastado para actuar contra El Rubio, único sospechoso

La historia de doce años de reivindicación del caso del niño Yéremi: la familia sigue clamando justicia

Ithaisa, madre de Yéremi, junto a la imagen de su hijo, todavía desaparecido
Ithaisa, madre de Yéremi, junto a la imagen de su hijo, todavía desaparecido
Yéremi Vargas desapareció el 10 de marzo de 2007. El pequeño tenía 7 años y jugaba junto a la casa de sus abuelos, en un descampado que había en el lateral del inmueble de Vecindario, en Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria). Yéremi estaba con sus dos primos de nueve y cinco años. A las 13,30, cuando la abuela llamó a los nietos por quinta vez para que subieran a comer, solo dos de ellos llegaron a la mesa. Herminia se asomó a la ventana pero Yéremi ya no estaba.

El cubo amarillo del niño seguía en la arena junto a otros juguetes. Doce años después de ese fatídico día, la madre de Yéremi, Ithaisa Suárez, mantiene viva la esperanza de encontrar a su hijo. Ella, junto a su familia, siempre han confiado en las investigaciones policiales que se han llevado a cabo. No ha habido rastro alguno de Yéremi desde el día de su desaparición, pero su madre confía en el trabajo de los investigadores. Solo pide que el caso no caiga en el olvido, que sigan buscando. “Porque cada año sin Yéremi, es más duro”, confiesa Ithaisa.

El abuelo materno de Yéremi, ante el solar en el que el niño jugaba cuando desapareció.

Esta madre, que ha aprendido a seguir adelante y a convivir con un dolor que le aprieta el corazón cada segundo del día y de la noche, asegura que “aunque el caso esté sobreseído temporalmente, para mí sigue vivo a la espera de que pase algo que nos ayude a dar con él”. Pero uno de sus mayores temores es que todo se olvide, que no se busque más. Temen que pueda estar pasando, precisamente, eso. Pero no lo permitirán.

La familia se opone al cierre provisional de la causa

Ithaisa y su familia recurrieron sin éxito el archivo provisional  del caso dictado por el Juzgado de Instrucción número 2 San Bartolomé de Tirajana en octubre de 2017, que investiga el caso del menor de Vecindario desde el día de su desaparición. La Audiencia Provincial ratificó esta decisión porque que ese archivo provisional “no implica que el caso se cierre para siempre, ya que ante nuevas pruebas podrá reabrirse en un futuro”.

 

Antonio Ojeda, El Rubio, principal sospechoso del caso Yéremi.

La familia de Yéremi se resistía, como sigue oponiéndose hoy, y por ello había insistido para que se continuara investigando al principal sospechoso de la desaparición del niño, Antonio Ojeda, alias “El Rubio”. Un chatarrero, “drogadicto, alcohólico y depravado”, según los vecinos del barrio del pequeño. Un hombre que se convirtió en el principal sospechoso y único acusado hace unos años. Ojeda cumple todavía condena de cinco años por abusos sexuales a otro menor.

Pero las pruebas contra él no parecieron ser de peso a las autoridades judiciales para acusarle en el caso Yéremi. Por ello, el magistrado Miguel Ángel Parramón, confirmó el archivo provisional del caso y argumentó que cerrando temporalmente la causa, "lejos de dar carpetazo al caso, lo que busca es garantizar el posible éxito futuro de la investigación, si se encontraran pruebas más contundentes que las hasta ahora recabadas". Según Parramón declaró en su día, “los indicios con los que se cuenta de momento "muy probablemente no permitirían vertebrar un fallo condenatorio", y una sentencia absolutoria firme "supondría la declaración de cosa juzgada del caso, con lo que la posibilidad de resolver la tragedia quedaría sepultada para sine die.  El magistrado recuerda que los datos incriminatorios contra El Rubio se limitan al testimonio de una persona que confirma la supuesta presencia de un vehículo con características similares a las del coche del investigado, una furgoneta blanca, en las inmediaciones donde desapareció Yéremi Vargas. Estos indicios se estiman insuficientes para que imputarle los hechos.

Ojeda, durante el juicio por abusar sexualmente de otro menor. 

Fue en 2016 cuando las investigaciones se centraron en este hombre. El caso viró hacia él, condenado ya a un delito sexual cometido en 2012 a un menor de 9 años en el barrio de Doctoral Viejo.  Fue a consecuencia de los comentarios que confió a otro preso de la cárcel de Algeciras. El recluso aseguraba que  El Rubio reconoció que fue testigo de la desaparición de Yéremi Vargas. Primero, le dijo supuestamente que fue testigo visual ya que vio el día de los hechos como una mujer tiraba del brazo de un niño y lo introducía en un Seat Toledo. Después, en otro momento, le contó  que "el chiquillo no sufrió, el chiquillo ya llegó muerto" y que había sido un vecino suyo conocido como El Tani quien llegó a donde él vivía con el niño muerto y le prendió fuego. En 2012, cuando El Rubio conoció su condena a 5 años,  se hundió y dijo al compañero de celda que el caso de Yéremi "se le había ido de las manos" y que tuvo que "desaparecerlo".

La familia Yéremi cree al preso con el que se confió El Rubio

La familia de Yéremi  ha creído siempre en el testimonio de este preso, que aporta datos sobre el menor de cierto interés y que menciona lugares concretos del sureste de Gran Canaria. Un testimonio que el magistrado considera de “cuestionable verosimilitud”.

Pero hay un parecido entre el niño del que sí abusó Antonio Ojeda y por lo que cumple condena y Yéremi Vargas. Ambos tenían casi la misma edad y vivían en la misma zona. En ambos casos, el investigado dice actuar como testigo y acusa siempre a terceras personas de lo ocurrido, algo que los investigadores policiales consideran una típica estrategia defensiva.

Ithaisa cree que su hijo ya ha muerto pero lucha porque la investigación continúe. 

La madre de Yéremi cree que Ojeda se llevó a su hijo, y que tiró su cadáver en un vertedero de la zona. De hecho, toda la familia sigue buscando en los terrenos y descampados cercanos, por si encuentran restos de sus gafas, de su ropa. En 2020, Ojeda saldrá de prisión e Ithaisa no quiere ni pensar en el momento en el que se lo encontrará por el barrio.

Antes de Ojeda, se barajaban varias hipótesis que resultaron falsas. En 2012, la Guardia Civil trabajó una posible venganza familiar, tráfico de seres humanos, pederastia o tráfico de órganos. Por ello, investigaron a 195 personas acusadas de pederastia, menores de 65 años y con delitos a niños menores de quince años, a quince presos acusados por estos mismos delitos y a varias personas de la isla vinculadas a este tipo de delitos.  Se pensó en que alguien de una vivienda cercana lo hubiese raptado a que se tratase de un caso de tráfico de órganos, o  que tres pederastas escoceses que estuvieron en la isla cuando el niño desapareció tuvieran relación con el caso. En 2015 se encontró un cráneo en un parque de Vecindario. La familia estaba sobrecogida hasta que se determinó finalmente que no pertenecía al niño sino a una mujer de mediana edad. Hasta dar con la que ahora parece la pista cierta.

Otro varapalo de una magistrada

En 2010, la juez del caso rechazó excavar en el jardín de la vivienda familiar en Agüimes propiedad de Fernando Torres Baena, el principal acusado del denominado 'Caso Kárate' sobre presuntos abusos sexuales en una escuela de artes marciales en la isla.

El caso de Yéremi conmocionó a todo el país. Cuando se conoció la desaparición del niño, que padecía de insuficiencia respiratoria y necesitaba de medicación, se inició su búsqueda. Hasta 400 personas participaron en un dispositivo de rastreo de los alrededores del lugar de los hechos. Unas semanas después, el 19 de marzo, la Guardia Civil detuvo a un joven de 27 años, vecino de Agüimes, acusado de un supuesto delito de extorsión a la familia, aunque descartaron que estuviera relacionado con la desaparición. El detenido había pedido a la familia 6.000 euros a cambio de la liberación del niño, pero la investigación determinó  que lo hizo con ánimo de lucro.  

El menor, poco antes de su desaparición.

En los primeros días de la desaparición, se recibieron hasta 600 llamadas sobre el pequeño. Incluso, el entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, destacó que en Canarias nunca había habido una operación policial tan amplia como la que hubo para buscar al niño. Y en septiembre de 2008, seis nuevos agentes de  la Unidad Central Operativa (UCO) de Madrid se unieron para reforzar la investigación.

Hay más desaparecidos en Canarias. En enero de  2009, las madres de   Sara Morales,  Amy se unieron a la de Yéremi para repartier  en Gran Canaria 4.000 carteles con sus fotos para que los niños no cayeran en el olvido. Todas aslbergan esperanzas de encontrarles, vivos o no.

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