25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El director de la discoteca El Divino explica los momentos clave en los que sintió las presiones de la empresa del ‘rey de la noche' en Mallorca

G. Payeras, testigo: “Cursach perdía el monopolio de la noche de Palma y nos denunció”

El Cierre Digital en Imagen del juicio del caso Cursach durante la comparecencia de los testigos.
Imagen del juicio del caso Cursach durante la comparecencia de los testigos.
Gabriel Payeras, director de la discoteca El Divino, ha declarado en el juicio del caso Cursach. El empresario ha explicado en una conversación con El Cierre Digital el presunto acoso que sufrió por parte del grupo encabezado por Bartolomé Cursach, el ‘rey de la noche’ en Mallorca. Según explica, estas acciones le “destrozaron la vida”, impidiéndole dedicarse al mundo de la noche de nuevo.

El macrojuicio del caso Cursach sigue su curso. Después de que el presunto cabecilla de la trama de corrupción de la noche de Mallorca no declarase por “no saber de que iba el juicio”, las tres magistradas encargadas de juzgar la trama —Samantha Romero, Rocío Martín y Gloria Martín— han sentado en el banquillo a varios testigos. Uno de ellos es un empresario que “hacía competencia al grupo Cursach” con la discoteca El Divino y que recibió las supuestas presiones del entramado presuntamente dirigido por el 'rey de la noche’.

Este empresario responde al nombre de Gabriel Payeras y fue socio, director y codirector de la discoteca El Divino (anteriormente llamada Level) desde 2006 al 2015. Payeras ha expuesto, en una conversación con elcierrdigital.com, algunas de situaciones de acoso que relaciona con el grupo Cursach y que también ha declarado ante la justicia. Declaraciones que harían que, presuntamente, estuviesen implicados miembros de la Policía en el entramado.

Según Payeras, los problemas con el grupo Cursach comenzaron a mediados del año 2007. “En 2006 no tuvimos ninguna inspección, ninguna medición, todo era perfecto. El problema llegó cuando nosotros empezamos a trabajar el mercado extranjero, que trabajábamos en verano y abríamos junio, julio y agosto. Al principio solo abríamos viernes y sábados y ellos tenían el monopolio de la noche”, explica Payeras a elcierredigital.com.

“El monopolio se le rompía, y la excusa para el acoso era una excusa comercial. No soportaban que nosotros nos lleváramos gente igual que ellos, con mejor precio y mejor calidad, desde mi punto de vista, y la gente se divirtiera más”, continúa el empresario.

Los tres momentos principales de acoso

Payeras diferencia tres cuestiones principales con respecto al acoso recibido por parte de las autoridades que, presuntamente, estarían implicadas en la trama: las mediciones de decibelios, el control de aforo y las disputas con los autobuses.

Los primeros problemas tenían que ver con la primera cuestión: el ruido. “La patrulla verde venía cada fin de semana, o viernes o sábado. Venían dos agentes de paisano con un coche camuflado. Se quedaban fuera, pedían que saliera el responsable y se quejaban del ruido. La presión se incrementó y empezaron a hacer mediciones sobre los decibelios. Terminaban la medición, levantaban un acta y luego se iban”, comenta el empresario.

Gabriel Payeras.

Posteriormente, llegaron las primeras inspecciones de aforo. “La primera fue el 31 de octubre de 2008. Vino la Policía Local vestida de Policía Local. Entraron a saco. Estábamos en proceso de legalización de aforo, a la espera de que nos llegase un aire acondicionado. Me dijeron que había dos maneras de contar: a ojo por metro cuadrado o las chicas por un lado y los chicos por otro. Lo hizo a ojo, pero no es un método matemático, así que no nos pudieron poner sanción”, explica.

“Al fin de semana siguiente, llegaron y dijeron: ‘Otro día no volverá a pasar. A partir de ahora te voy a contar todas las personas que hay aquí dentro. Como te pases de una persona, te vamos a cerrar permanentemente”, continúa explicando Payeras, añadiendo que debido a esto, el negocio se tuvo que enfrentar a una reforma con la que cambiaron el nombre a El Divino y la puerta de entrada, situada ahora al lado de un aparcamiento. Al lado de esta puerta, según explica, las autoridades pusieron “una señalización en el suelo para que se colocara la Policía Local. No solamente un coche, para lo que hay capacidad, sino que se ponían dos y tres coches”. Esa señalización sigue vigente.

El último de los conflictos tiene que ver con unos autobuses que las discotecas mallorquinas utilizaban para transportar a los turistas extranjeros desde sus hoteles hasta los locales de fiesta. Estos autobuses requerían de una contratación y unos permisos posteriores por parte del ayuntamiento que elevaban el precio de estos.

Según relata Payeras, en determinado momento, las autoridades también se encargaban de revisar estos autobuses. “El 90% de nuestras excursiones nos las paraba la Policía Local de uniforme. Nos lo tenía parado una hora y los extranjeros se iban y volvían andando. Los autocares de la competencia daba la casualidad de que no paraban a ninguno. Y al que paraban, en cinco minutos estaban fuera. Al final, decidimos no mantener los autocares por este problema”.

Denuncia y cierre

Con respecto a estos autobuses, Gabriel Payeras denunció en una ocasión la ilegalidad en la que presuntamente habían incurrido en el grupo Cursach con la contratación de estos, al faltarle presuntamente los permisos del ayuntamiento. “Un día paré un autocar en la puerta del Tito’s [discoteca del Grupo Cursach]. Me fui a San Fernando y pedí denunciarlo. No me hicieron caso, así que volví y una patrulla me llevó hasta el autocar y lo paró. Lo dejó bloqueado. A los diez minutos apareció el señor Sbert. Le dijeron que había sido yo quien lo había denunciado. Me dijo: ‘mañana hablamos”, explica.

Bartolomé Cursach.

“Al día siguiente había dos autocares con todos los permisos. En menos de 24 horas consiguió todo. A los tres días ya no había ninguno. De pagar 100 o 150 euros por noche el autocar a pagar 450 o 500 por autocar pues ya no le salía rentable”, continúa, afirmando que por este suceso tuvieron constancia de que el “señor Sbert estaba muy enfadado” e “iba a por” ellos.

El tema del ruido volvió aparecer más tarde, y fue causa de cierre para la discoteca. “Fue una obsesión el tema del sonido. Tenían que hacer una medición al menos a dos metros de la puerta. Un día nos enteramos de que habían pedido permiso al portero para hacer una medición desde un piso deshabitado que había enfrente. La hizo la policía. Era una medición general y mi puerta daba a la otra parte y había tres carriles de carretera entre mi discoteca y el piso. Estaba tranquilo. Pero me llegó un acta de cierre por superar los niveles de ruido”, explica.

Payeras ha afirmado que todos estos actos le “destrozaron la vida”. “Ya no podía trabajar en la noche. Me tuve que ir a vender mármol”. Ha expresado, además, que le parece “injusto que no podamos luchar en un país como España contra un imperio”. El imperio del magnate de la noche Bartolomé Cursach, investigado por corrupción desde el año 2014.

Las implacables mujeres que juzgan el caso Cursach

Las tres magistradas que se encargarán de dictar la sentencia para Bartolomé Cursach y el resto de implicados en la presunta trama delictiva que se inició en 2014 se presentan como 'implacables'. Los tres nombres son Samantha Romero, Rocío Martín y Gloria Martín. Las dos primeras son las magistradas conocidas por haber dictado la mediática sentencia del caso Nóos que condenó a Iñaki Urdangarin a cinco años y diez meses de prisión.

Samantha Romero y Rocío Martín.

Según pudo saber elcierredigital.com a través de fuentes cercanas al caso, estas dos mujeres “aguantaron muchas presiones durante el Nóos y ahora son como impenetrables”, lo que las convierte en una buena opción para juzgar un caso que ha estado marcado por sus irregularidades.

La sala está presidida por Samantha Romero, que también presidió el juicio del caso Noós, y tiene como ponente a Rocío Martín —con más experiencia en la Audiencia de Palma que el resto—. Su última incorporación fue la magistrada Gloria Martín.

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