25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El grave infarto sufrido por Íker Casillas vuelve a generar preocupación por las posibles dolencias cardíacas ocultas y el riesgo de muerte súbita

El fútbol y el corazón, qué hacen los clubes para detectar las cardiopatías y los casos más impactantes con trágico desenlace

Muchos jugadores han fallecido sobre el césped por un fallo cardíaco, otros lo pueden contar
Muchos jugadores han fallecido sobre el césped por un fallo cardíaco, otros lo pueden contar
El reciente infarto agudo de miocardio sufrido por Iker Casillas ha conmocionado al mundo. Porque nadie está a salvo de un percance como el que le ocurrió al portero del Oporto en pleno entrenamiento. Pero son ya muchos los jugadores, sobre todo de fútbol, además de otros deportistas, que caen desplomados en mitad de un esfuerzo físico considerable. ¿Cuáles son las causas y por qué no se detectan estas patologías? Algunos, como Casillas, vivieron para reaccionar, otro no tuvieron tanta suerte.

Iker Casillas fue atendido correctamente de inmediato e intervenido quirúrgicamente. Gracias a ello ha sobrevivido aunque quizá no pueda volver al deporte de élite. Correa, jugador del Atlético de Madrid, también tuvo que ser intervenido de una cardiopatía pero en su caso no le ha impedido seguir en el fútbol de élite, algo que, como presumiblemente le puede pasar a Casillas, sí le sucedió a otro canterano del Real Madird, Rubén de la Red.

A diferencia de ellos, otros jugadores menos afortunados fallecieron en el terreno de juego,  de camino al hospital o varios días después del incidente.   Ante estas noticias, cada vez más frecuentes, todos nos preguntamos ¿ por qué un organismo y un corazón entrenado para desarrollar el máximo esfuerzo se rompe en un momento determinado? ¿qué marca la diferencia? Y, sobre todo, ¿no se podía haber evitado detectándolo a tiempo? Resulta increíble, pero las pruebas médicas que realizan la mayoría de los equipos y clubes de fútbol pueden ser superficiales, visto lo que sucede después.

Controles médicos insuficientes

La FIFA, de hecho,  recomienda una serie de controles que debería pasar  un futbolista de alto nivel,  y también para los que jueguen como aficionados. Unos controles que  se suelen realizar en pretemporada y a no ser que algún jugador se sienta indispuesto o muestre señales o síntomas de cierto tipo, durante la temporada no se vuelven a practicar dichos controles.

Ese examen de pretemporada consiste en un control físico general centrado  en la historia de lesiones del jugador para identificar las deficiencias que pueden poner al jugador en riesgo de lesionarse o revelar riesgos de trastornos posiblemente catastróficos. En concreto, las pruebas se realizan sobre los sistemas cardiovascular y respiratorio, la piel, lesiones en la cabeza, oídos, ojos, nariz, garganta y cualquier lesión en la cabeza sufrida en el pasado. Sobre el sistema musculoesquelético: contorno, rango de movimiento de las articulaciones, estabilidad y simetría de la extremidad superior, columna vertebral, cadera, cabeza y cuello, rodilla, pierna, tobillo y pie.  Se miden las constantes vitales: presión arterial, frecuencia cardíaca, etc.,  espirometría: prueba no invasiva que permite comprobar la función pulmonar, aparato locomotor, electrocardiograma, pruebas de fuerza y flexibilidad general.

El examen incluye también pruebas de esfuerzo: los más utilizados son la cinta de correr y la bicicleta estática, en los cuales se lleva a cabo incrementos progresivos de la carga de trabajo, con una duración máxima entre diez y quince minutos. Se persigue el análisis directo de gases, medición del oxígeno consumido y el dióxido de carbono eliminado, permitiendo una determinación exacta del consumo máximo de oxígeno, y la detección precisa de los umbrales aeróbico y anaeróbico. Después se realiza analítica de sangre y de orina.

Los médicos prestan especial atención si existen antecedentes de conmoción cerebral, soplo en el corazón, órganos dilatados o sólo uno de los órganos pares. Tras el examen, el futbolista recibirá un permiso para jugar sin limitaciones o el permiso quedará pendiente para que le realicen nuevas pruebas o terapias. Si existen objeciones médicas graves, se puede recibir un permiso limitado o incluso puede que se le niegue el permiso, con el propósito de cuidar su salud.

A Cristiano Ronaldo le detectaron la anomalía y le intervinieron con éxito. 

Sin embargo, estos exámentes no parecen ser suficiente ni detectar  malformaciones congénitas que desembocan en fallos cardíacos. O no siempre, porque en el caso de Cristiano Ronaldo sí lo hicieron. En el año 2000, un control rutinario cuando el ahora jugador de la Juventus  se ganaba ya la vida en el equipo juvenil del Sporting de Lisboa, le detectó que su corazón latía algo más rápido de lo normal cuando estaba en reposo. Los médicos del Sporting aconsejaron a sus padres la intervención con láser y salió perfecta.

Ronaldo tuvo suerte, otros no  y son ya muchos. A finales del mes pasado y unos días antes del infarto de Casillas, Papy Faty, jugador de 28 años del Malanti Chiefs de Swazilandia, fallecía por otro infarto en mitad de un partido ante el Green Mamba en el Killarney Stadium. El jugador  burundés tenía un problema cardíaco y lo sabía, se lo habían advertido los médicos del riesgo días antes, pero continuó jugando hasta que se desplomó sobre el terreno de juego y las asistencias médicas no pudieron hacer nada por su vida. 

Papy Faty falleció a finales del pasado mes de abril. 

En España tenemos casos muy sonados. En la mente de todos está todavía la imagen de Antonio Puerta al desplomarse en el césped del Sánchez Pizjuán en la primera jornada de la Liga 2007/2008 tras sufrir múltiples crisis cardiacas. El sevillista, de 22 años, murió en el hospital tres días después.  Poco después, en 2009, la tragedia vuelve al fútbol español.  Daniel Jarque (Barcelona, 1983), defensa central del Espanyol, moría de forma súbita en Coverciano, cerca de Florencia, donde su equipo  hacía la pretemporada. Un fulminante ataque al corazón acabó con su vida y fue imposible reanimarle. Y todavía antes hubo otro español, el sevillista Pedro Berruezo -muerto en Pontevedra, allá por 1973, en pleno juego.

Antonio Puerta es uno de los jugadores más recordados del fútbol español. 

Lista trágica de víctimas en el césped

A esta trágica  lista se añaden tristemente otros nombres de jugadores extranjeros: Antonio de Nigris, delantero mexicano de 31 años que falleció de un paro cardíaco que jugaba en el AE Larisa del fútbol griego, Clement Pinault, defensa del Clermont  francés, perdió la vida a los 23 años cuatro días después de haber sufrido un ataque al corazón, Miklos Feher,  delantero del Benfica, falleció tras caer fulminado en el estadio del Vitoria de Guimaraes a causa de una tromboembolia pulmonar, Naoki Matsuda,  jugador japonés que  perdió la vida a los 34 años tras sufrir un paro cardíaco durante un entrenamiento con el Matsumoto Yamaga,  Yair Clavijo,  peruano del Sporting Cristal, murió a los 18 años de un paro cardiorespiratorio cuando se enfrentaba contra el Garcilaso. Se desmayó en  medio del partido, Patrick Ekeng, en mayo de 2016 durante un partido de su equipo, el Dinamo de Bucarest contra el FC Viitorul Constanta, se desplomó en el centro del campo, había sufrido un ataque cardíaco. Menos de dos horas después, los responsables del hospital al que fue trasladado, anunciaron su muerte provocada por un paro cardíaco posiblemente debido a una arritmia. Tenía 26 años de edad.

Miklos Feher,  delantero del Benfica, cayó fulminado en el césped. 

Piermario Morosini murió el 14 de abril de 2012 en un partido que disputó su equipo, el Livorno, contra el Pescara Calcio. En el minuto 31 el jugador se sintió indispuesto y cayó sobre el césped. En el propio estadio le practicaron un masaje cardíaco con un desfibrilador y fue trasladado en ambulancia a un Hospital. Alen Pamic,  jugador croata de 23 años que  falleció de un paro cardiaco mientras jugaba un partido amistoso. Militaba en el NK Istra 1961 de la Primera División croata.

Patrick Ekeng, otra víctima de un fallo cardíaco en pleno juego. 

Otros jugadores todavía pueden contarlo gracias a que siguieron las advertencias médicas. Lilian Thuram, por ejemplo,  gran jugador  que ha dejado el fútbol francés. Procedente del Barcelona,   una malformación cardíaca detectada antes de jugar con el PSG le obligó a dejarlo. Fabrice Muamba vio la muerte muy cerca. El exjugador de 24 años del Bolton sufrió un paro cardíaco en un partido de FA Cup contra el Tottenham. Su corazón se  paró durante un buen rato y  fue sometido a varias descargas del desfibrilador en el terreno de juego. Llegó al borde de la muerte al hospital y tras la implantación de un desfibrilador logró salvar la vida. Dejó el futbol en el 2012.  Sergio Sánchez es el único de que tras una intervención quirúrgica volvió al deporte de élite. Tras su llegada al Sevilla, los servicios médicos le detectaron una patología cardíaca.

Infarto de miocardio y paro cardíaco: cuestión de tiempos

Algunos de esos futbolistas sufrieron el Síndrome de Muerte Súbita, un término general para una serie de condiciones que provocan paro cardíaco en personas jóvenes. Los características que llevan a estos casos son mucho más fatales cuando se combina con ejercicio físico intenso. Se trata de una condición a menudo hereditaria , de la que según los expertos médicos del deporte, sólo el 20 % presenta síntomas visibles, para el otro 80 % el primer síntoma es la muerte”.

Dani Jarque se sintió mal el día antes de que se le detuviera el corazón. Murió en Italia, en el hotel. 

A todos les ha fallado el corazón, pero hay algo que distingue al infarto de miocardio del paro cardíaco: los tiempos. Mientras que este es prácticamente súbito y afecta rápidamente al funcionamiento del corazón y provoca la pérdida de conocimiento de quien lo padece, el infarto conlleva dolores agudos durante horas y no hay pérdida de conciencia. Ahora bien, detectar estos síntomas debe acompañarse de un tratamiento lo más inmediato posible por servicios médicos, ya que puede provocar la muerte del músculo cardíaco que lo sufra y desembocar en paro cardíaco.  

Es decir, que a pesar de que supone un grave riesgo para la salud y si se deja pasar el tiempo puede causar la muerte, la tasa de supervivencia a un infarto suele ser más elevada que la de un paro cardíaco, especialmente cuando se detecta a tiempo y se recibe una pronta atención médica, como le ha ocurrido al exportero de la selección española, Casillas.

Cuando se produce un paro cardíaco se pierde el conocimiento, hay  desmayo y se entra en parada cardiorespiratoria, el corazón cesa súbitamente su actividad y, salvo actuación en los primeros minutos con un desfibrilador y maniobras de reanimación cardio pulmonar (RCP), la probabilidad de fallecimiento es elevada.

Mejorar las pruebas médicas a los deportistas es lo más necesario. 

Además de congénitas, en general, las causas de muerte súbita durante el ejercicio son muy diferentes en los deportistas jóvenes y  en los de mayor edad. No obstante, el asma, el golpe de calor y el consumo de drogas recreativas o de sustancias que mejoran el rendimiento también pueden causar la muerte debido a la aparición súbita de arritmias cardíacas en todos los atletas.

Se estima que entre 1 y 3 de cada 100.000 deportistas jóvenes aparentemente sanos desarrolla una arritmia (ritmo cardíaco anómalo) de forma súbita que ocasiona su muerte repentina durante la práctica de ejercicio. Los hombres se ven afectados 10 veces más a menudo que las mujeres. Los jugadores de baloncesto y de fútbol americano en Estados Unidos, y los de fútbol en Europa, pueden tener un riesgo más alto.

 

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