El 'Pequeño Nicolás' estrena un documental sobre su vida: No puedo hablar antes
El próximo 15 de febrero Netflix estrena ‘(P)Ícaro: El pequeño Nicolás’, un documental de tres episodios
Netflix sigue apostando por los documentales sobre la actualidad de España. Así, el próximo 15 de febrero estrenará '(P)Ícaro: El pequeño Nicolás', un documental de tres episodios que cuenta cómo, siendo tan solo un adolescente, Francisco Nicolás Gómez Iglesias —nombre real del 'pequeño Nicolás'—, logró colarse entre las altas esferas de la sociedad.
Poco más se sabe del contenido de la docuserie, más allá de lo que muestra el tráiler. Elcierredigital.com se ha puesto en contacto con Francisco Nicolás Gómez para preguntarle sobre el proyecto y sus problemas judiciales, todavía pendientes de resolverse. El joven rechazó dar ninguna declaración a este medio, alegando que no puede "hablar antes de que se emita el documental".
“Os voy a contar la historia de la persona que no era nadie y llegó a lo más alto y no debería haber estado ahí”. Así arranca el pequeño Nicolás el tráiler, en el que aparecen figuras de poder en España como el excomisario José Manuel Villarejo.
“Era el puto amo, y quería ser todavía más el puto amo. Me lo creía tanto que los de mi alrededor también se lo creían. Yo he sido alguien que ha estado cerca de las cloacas porque he olido la mierda que había”, llega a comentar el pequeño Nicolás en un punto determinado del avance.
Tan cerca estuvo de las “cloacas”, como él mismo afirma, que en la actualidad se enfrenta a cuatro procesos judiciales por los que acumula una posible pena de 12 años y cinco meses de prisión. Algunos de ellos, próximos a resolverse, han dictado sus sentencias. Todas ellas han sido recurridas por el joven de 29 años.
Los cuatro procesos judiciales del pequeño Nicolás
Uno de los últimos procesos judiciales a los que se ha enfrentado el pequeño Nicolás tiene relación con un suceso de septiembre de 2012, cuando, según la información del caso, Francisco Nicolás habría presuntamente planeado junto a un amigo la suplantación de su identidad para que éste realizara el examen de selectividad en su nombre utilizando un DNI del primero con la foto del segundo.
Por este proceso, en junio de 2021 la Audiencia Provincial de Madrid condenaba a Francisco Nicolás Gómez Iglesias a un año y nueve meses de prisión por un delito de falsedad documental. En diciembre de 2023, el Tribunal Supremo confirmó la condena. Gómez recurrió, y ahora queda pendiente la resolución del recurso.
En julio de 2021 el pequeño Nicolás volvía a enfrentarse a la justicia. La Audiencia Provincial de Madrid le imponía una pena de tres años de prisión por hacerse pasar por un emisario del Rey durante un viaje a Ribadeo, en Lugo, para reunirse con un empresario.
En concreto, la Sección 17 le condenó a una pena de nueve meses de prisión como autor responsable de un delito de usurpación de funciones públicas con la atenuante analógica de anomalía psíquica y dilaciones indebidas, y a otros dos años y tres meses de reclusión en recinto penitenciario por un delito de cohecho activo, en el que concurrían las mismas atenuantes.
En este sentido, la sentencia declaraba probado que Gómez Iglesias "padece un trastorno de la personalidad con características narcisistas y de rasgos inmaduros, así como un trastorno adaptativo con sintomatología ansioso-depresiva, situación que le condicionaba la percepción de la realidad, limitando levemente sus facultades cognitivas".
El pequeño Nicolás también recibía una pena de tres años y cinco meses de prisión por haberse hecho pasar por enviado del CNI y de Soraya Sáenz de Santamaría ante un empresario.
En marzo de 2023, la Audiencia Provincial de Madrid volvía a emitir una condena para el pequeño Nicolás. La pena de la sentencia, que ascendía a cuatro años y tres meses de prisión, era relativa a una presunta trama ilegal en la que, según afirma la justicia, el pequeño Nicolás, supuestamente compinchado con diversos mandos policiales, obtenía información confidencial de las bases de datos a las que estos tienen acceso con el fin de “obtener ingresos paralelos y otras prebendas relacionadas con los ambientes sociales y políticos que frecuentaba” en 2014.
La trama calificada como ilegal, según los magistrados encargados del caso, se habría dado a través de una supuesta “estrecha” relación de amistad entre el pequeño Nicolás con dos agentes de la Policía Local del Ayuntamiento de Madrid, así como con el coordinador municipal de Seguridad y Emergencias y un Guardia Civil. Todos ellos se encargaban presuntamente de suministrar la información confidencial que daban a Gómez Iglesias. A su vez, este entregaba, en teoría, “gratificaciones” a los policías. El dinero que conseguía, además, se lo terminaban repartiendo, según explicó el órgano judicial.
Salto a la fama
Francisco Nicolás Gómez dio el salto a la fama en el año 2014 tras destaparse los engaños que el joven, que entonces solo tenía veinte años, había cometido en los círculos políticos de España. El pequeño Nicolás presumía del estrecho vínculo que le unía a líderes del Gobierno, miembros de la Casa Real, empresarios de primer nivel y personajes públicos. Unas relaciones que, finalmente, le pusieron en el centro de la diana y que le han llevado desde 2017 a ser procesado por falsedad documental, estafa en grado de tentativa y usurpación de funciones públicas y estado civil, descubrimiento y revelación de secretos, cohecho activo, cohecho impropio, malversación de caudales públicos y tráfico de influencias.
Gómez Iglesias es hijo de una familia de clase media, su padre trabajaba como repartidor y su madre como auxiliar administrativa, y no como agente secreto del CNI, como aseguraba en una de las muchas versiones que ofreció sobre su vida.
Antes de cumplir los 15 ya era el director de una discoteca 'light' y cada fin de semana movilizaba a 800 o 1.000 jóvenes, la mayoría hijos o nietos de gente importante. Así empezó a manejar dinero a espuertas y fue entonces cuando lo fichó la fundación FAES, para que atrajera a jóvenes de su edad. El propio Francisco contó en alguna ocasión que “aquello funcionó como una catapulta”. A partir de entonces comenzó a relacionarse con las altas esferas de la vida política y empresarial de España.
El pequeño Nicolás admitió en una de sus primeras declaraciones ante los investigadores que actuó de intermediario entre la Secretaría de Estado de Comercio y el empresario Juan Miguel Villar Mir; que colaboró con el CNI para mediar en los casos de Iñaki Urdangarin, de Jordi Pujol y del referéndum en Cataluña, y que también trabajó para Ana Botella cuando llegó a la alcaldía de Madrid y con el concejal de Chamartín, con el que desayunaba muchos días para que luego sus chóferes y sus escoltas lo llevaran al colegio en el vehículo oficial.
Su comportamiento fue analizado por un psicólogo que determinó que sufría un trastorno megalomaníaco, una psicopatología que define a una persona con una autoestima muy hinchada o con continuadas fantasías delirantes de poder y de relevancia pública. Todo ello le llevó a coleccionar todo tipo de delitos e imputaciones a lo largo de los años y a provocar algunas estampas, como su presencia en la coronación del rey Felipe VI, que también ponen en duda el sistema de seguridad de las instituciones españolas.
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