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Dos personas sentadas en un sofá, una de ellas mirando un dispositivo móvil y la otra con las manos entrelazadas.
SALUD

La actualidad de los matrimonios en España: 'Los divorcios son contagiosos y aumentan'

Analizamos algunos de los principales factores que llevan a las parejas a separarse de manera judicial cada vez más

Es habitual que de una boda salga otra boda, pero lo que es cada vez más frecuente es que de un divorcio salga otro divorcio.

Si se divorcia alguien de tu entorno directo los porcentajes de divorcio se duplican. En la mayoría de divorcios hay algún matrimonio del entorno previamente divorciado y que en mayor o menor medida condiciona la decisión de divorciarse.

La ilusión de contraer matrimonio es contagiosa, pero la decisión de divorciarse también lo es. Cada vez son más los estudios que concluyen que los divorcios son “contagiosos”. No es un motivo de preocupación, sino tal vez que nos ayude recapacitar y reflexionar.

Dos personas en una reunión legal con un mazo de juez y una balanza en la mesa.
Abogado | Archivo

Cada vez vivimos en una sociedad más sugestionada por lo que hacen los demás. La situación cada vez llega más al límite. En vez de tomar la decisión de divorciarnos por nosotros mismos, se hace por la influencia que ejercen las personas que se divorcian previamente.

Todo tiene su parte buena y mala. Son muchos los matrimonios que se mantienen por lo bueno que les une, pero que también tiene cierto malestar de las cosas menos buenas. Se trata de una lucha interna entre seguir juntos o separarnos que suele ser reiterativa en las conversaciones internas de gran parte de los casados.

Mientras que en la balanza de la decisión pesan más las cosas buenas que las menos buenas, optamos por seguir juntos. 

Es curioso como en matrimonios que no deciden por si mismos el divorcio, cuando ven divorciarse a personas de su entorno empiezan a plantearse la ruptura por imitación.

En un entorno en el que no hay matrimonios divorciados existe mayor reticencia a divorciarse. Se perciben con mayor intensidad los prejuicios del tabú del divorcio.

En cambio, cuando ya existen matrimonios divorciados en el entorno próximo, nuestro propio divorcio se empieza a ver como una posibilidad tangible.

No hay que precipitarse pues podemos ir de Málaga a Malagón.

Hay matrimonios que se divorcian asfixiadas por una relación que se percibía como limitante. Lo que supone que se vuelva a una etapa que tiene similitudes a rasgos infantiles e inmaduros de la adolescencia tardía.

Personas que no han hecho deporte en años o incluso en su vida, pero que a partir del divorcio empiezan exageradamente a ser fitness.  A hacer running, pilates, zumba o cualquier tipo de actividad deportiva grupal que les permite socializar y volver a sentirse jóvenes.

Son muchos los que empiezan a salir como si no hubiera un mañana de manera descompensada con su vida anterior y obligaciones. Quieren viajar, salir, poner una foto en sus redes sociales que muestre lo bien que les va y lo felices que son... etc etc.

Persona usando un teléfono móvil y navegando por una galería de fotos.
Redes | Pexels

Sobre todo a partir de la crisis de los 40. A muchas personas "le entran las prisas" y parece que se les pasa la vida. Tienen poco tiempo y que ya no son felices con su vida actual. 

Pero pasan a una nueva vida de divorciados frenética, en la que muchos acaban precipitándose al idealizar lo que les gustaría tener en sucesivas relaciones sociales y sentimentales.

Hay muchas personas que tienen problemas en su matrimonio y comienzan una nueva vida en la que empeoran su situación. Trasladan sus problemas del anterior matrimonio a sus sucesivas relaciones.

Se junta la mochila anterior con los nuevos problemas de sucesivas relaciones idealizadas, precipitadas e inconscientes. Hace que se pase, como se suele decir, de Málaga a Malagón.

Factores que condicionan la decisión de divorciarse:

Infravalorar la relación matrimonial actual e idealizar las expectativas de vida de divorciados. En las que se ensalzan las cosas atractivas y positivas pero  no se perciben las negativas.

La velocidad de la vida moderna. En la que las prisas y frustración impiden que se consoliden relaciones bien asentadas y se tenga una tendencia a "vivir el momento".

Una familia preparando comida junta en la cocina, con un hombre sirviendo leche, una mujer untando pan y dos niños observando.
Familia | Pexels

Esto choca frontalmente con la realidad a la que se enfrentan la mayoría de las familias. Obligaciones familiares, trabajo, limitaciones económicas, estrés, monotonía que tiende a percibir la vida de los demás mejor que la nuestra.. etc.

En definitiva, las ansias del divorciado de vivir una “nueva vida”. Que se torna incompatible con la realidad de que sin un cambio de actitud, consciencia, confianza y responsabilidad, suele tropezar en las mismas dificultades.

Muchos matrimonios le llevan dando vueltas al divorcio meses y años pero no se atreven a dar el paso.

Cuando se atreven a decidir divorciarse es cuando lo ven claro por un condicionante externo. Ya sea ver a una persona que en apariencia está felizmente divorciado, conocer a otra persona cuya relación incipiente sólo tenga cosas buenas.. etc.

El interruptor del divorcio pasa de “off” a “on”.

El hecho de que se encienda ese interruptor que pasa del "off" al "on" en la decisión de divorciarse puede ser por varios factores. Que haya alguna persona divorciada en nuestro entorno y que nos haga reaccionar, una cena de empresa, un shock en nuestra vida que la ponga de patas arriba.. etc.

Realmente suele ser la excusa, pues no es que “se nos caiga la venda de los ojos”. Normalmente ya sabemos perfectamente lo que pensamos y sentimos, pero hay algo que nos condiciona para tomar finalmente la decisión.

Cada caso es diferente, pero lo que está claro es que las cifras arrojan una premisa que nos puede hacer recapacitar:

Los matrimonios que tienen en su entorno  cercano personas divorciadas duplican el porcentaje de divorcios.

Esto incluso llega a hacer que los divorciados sean marginados  en determinados círculos sociales por matrimonios inseguros, por entender que los divorciados son potencialmente influyentes y “contagiosos”.

Un juez trabajando en su escritorio con un mazo y una balanza de justicia en primer plano.
Juez | Archivo

Hay que enfocarlo con la seriedad que merece. Pero la realidad de la que hay que ser consciente es que muchos matrimonios ven en las personas divorciadas cosas que les gustan y le son atractivas.

Se sienten atraídos por las “ventajas” del divorcio. Aunque, no se tiende a ver las “desventajas”, lo cual puede provocar un efecto distorsionador de la realidad que hay que tener muy en cuenta antes de tomar ninguna decisión.

No hay que dejarse influenciar. Es recomendable la terapia de pareja, un buen asesoramiento y mantener la calma. El respeto y la comunicación matrimonial son clave para tomar decisiones acertadas.

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