El efecto cortina: cómo adaptar nuestro cuerpo a los cambios

Aunque se estén produciendo cambios en los últimos años, la medicina en general y los servicios de traumatología o fisioterapia en particular tienen una vertiente más paliativa que preventiva. Es cierto que se están produciendo cambios positivos, como la creación de unidades preventivas especializadas, pero lo cierto es que su peso aún es muy pequeño a pesar de los grandes beneficios que conlleva.
Esto se ve muy claro cuando tenemos una lesión en el aparato locomotor, en el que términos como “fortuito” o “no esperado” son de uso continuo para explicar sus causas. Pero, en la mayoría de los casos, la realidad es muy distinta. Existen detrás otros condicionantes y su conocimiento es fundamental, tanto en la recuperación como para evitar repeticiones, generando una preparación más adecuada para evitarlo:
- Sedentarismo: falta de entrenamiento o forma física.
- Programas de entrenamiento no adecuados para la actividad física.
- Ejercicios de calentamiento no adecuados.
- Ritmos de entrenamiento incorrectos.
- Fatiga muscular.
- Falta de descanso.
Muro y cortina
Entenderemos mejor su importancia a partir de un experimento curioso que se realizó hace unos años en el campo de la ingeniería de materiales. Aunque su objetivo era evaluar el colapso estructural, nos refleja similitudes con nuestro cuerpo. En concreto, en una parte de este experimento se lanzó un huevo contra un muro y otro contra una cortina:
- Contra el muro, al chocar dos elementos rígidos el resultado es evidente y el huevo acababa roto.
- Contra la cortina, la maleabilidad y flexibilidad de esta superficie absorbía el impacto y protegía su integridad material.
Por eso, frente a las cargas físicas y emocionales que nos afectan a lo largo de nuestra vida y que convierten nuestro cuerpo en una estructura rígida, debemos procurar ser “cortina” y prepararlo para que pueda adaptarse mejor a los cambios provocados por el ambiente que nos rodea.
La importancia de cuidar el estado funcional
Si volvemos a las causas de las lesiones, estas ya nos anticipan la importancia de alcanzar un estado funcional, entendido este como la capacidad de interrelacionarse con nuestro entorno y con ello la necesidad de interpretarnos como seres en movimiento y en una continua adaptación.
Es aquí donde entra en juego el efecto cortina, adaptarse a los diferentes cambios que el medio nos “impone”, asentando las bases del estado funcional teniendo en cuenta:
- Nuestra capacidad de movimiento.
- Nuestra interacción con los elementos.
- La necesidad de consolidar ciertos hábitos.
Para conseguirlo, como nos recomiendan desde Método Inercia, el método más efectivo es el entrenamiento funcional. Gracias a este conseguiremos revertir disfunciones corporales y parecernos más a una cortina que a un muro.
En este proceso, los profesionales de Método Inercia utilizan diferentes herramientas para logarlo:
- Estudios biomecánicos de la marcha.
- La fisioterapia y la práctica de actividad física guiada.
- Ofrecer medios para que sus usuarios puedan alcanzar una condición estructural cercana a la maleabilidad como la flexibilidad y dinámica de la cortina.
Con todo ello se podrá garantizar un estado físico y mental más saludable y longevo, promoviendo una mejora en la calidad de vida e incidiendo en un menor riesgo de lesiones o que estas sean menos importantes.