29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

Un mayor consumo de calorías innecesarias y la falta de ejercicio físico acentuado disparan las cifras de esta enfermedad

Efectos secundarios de la COVID-19: La obesidad se ceba con los niños y con los adolescentes

La comida rápida incrementa la obesidad infantil
La comida rápida incrementa la obesidad infantil
Un mayor consumo de calorías innecesarias y la falta de ejercicio físico acentuado han disparado las cifras de obesidad en niños y adolescentes españoles durante la pandemia de COVID-19. Los expertos alertan de sus consecuencias que pueden derivar en otras patologías, al tiempo que recomiendan pautas para que la situación no se desborde

Muchos niños españoles han visto modificados sus hábitos con la pandemia de COVID-19 lo que ha hecho disparar las cifras de obesidad infantil y  juvenil de nuestro país, que ostenta las más altas de Europa, con un 14,2% de afectados y solo superada por países como Grecia (18%) e Italia (15,2%), según datos de la Organización Mundial de la Salud.

El consumo de un elevado número de calorías innecesarias y la falta de ejercicio físico han sido constantes en muchos hogares durante los últimos meses de confinamiento, con consecuencias nefastas para muchos niños y jóvenes afectados ahora por este trastorno. El riesgo que causa la obesidad infantil va asociado a la aparición de otras patologías severas tales como hipertensión, hiperglucemia, problemas del sueño, trastornos en la piel, diabetes tipo 2, trastornos psicológicos, que se conoce como el estigma de la obesidad.

Niños con pocos recursos, más afectados

Los niños de las clases más empobrecidas, a consecuencia de la situación económica provocada por la pandemia, tienen más posibilidades de presentar problemas de sobrepeso y obesidad porque hacen menos ejercicio, tienen una vida más sedentaria y consumen más productos calóricos, según se desprende de un reciente estudio promovido por la Fundació Pere Tarrés, ‘Infancia y Salud en Cataluña y en España’.

Las bebidas azucaradas continúan teniendo un gran impacto entre la población más joven y su consumo es mayor entre los niños de familias con menos recursos económicos, a lo que se suma una ingesta diaria de un 17% menos de fruta.

Control de la situación

Reducir el número de calorías ingeridas (controlar las porciones, la cantidad que come, y el tipo y calidad de los alimentos); no usar la comida como recompensa por el buen comportamiento del niño; restringir bebidas azucaradas y bollería industrial; y aumentar el nivel de actividad física, además de realizar actividades deportivas que sean del agrado del niño, son algunas de las recomendaciones ofrecidas desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC) junto con la Fundación Española del Corazón (FEC) al respecto.

El apoyo de la familia es necesario para evitar obesidad infantil.

A ello se suma, limitar el tiempo de sedentarismo (ver la televisión o jugar con videoconsolas), así como reforzar el apoyo y la participación de la familia.

Junto a una alimentación saludable y un bienestar emocional, la OMS recomienda que entre los 5 y los 17 años se debería dedicar, “como mínimo, 60 minutos diarios a actividad física”.

Alimentación saludable

Los padres son los que compran los comestibles, cocinan los productos y deciden dónde se comen los alimentos. Por tanto, unos cambios significativos al respecto pueden suponer una gran diferencia en la salud de nuestros hijos.

Así, es importante al momento de adquirir los alimentos, elegir frutas y verduras,  y evitar los alimentos procesados, como galletas dulces, galletas saladas y comidas preparadas, que suelen tener un alto contenido de azúcar, grasas y calorías. 

Reducir consumo de bebidas azucaradas, incluidas aquellas que contienen jugo de frutas. Estos refrescos proporcionan un valor nutricional bajo a cambio de un alto contenido de calorías. 

Limitar la comida rápida, al aportar un alto contenido de grasas y calorías.

Fomentar las comidas familiares, y convertirlas en un momento para compartir novedades y contar historias. Evitar comer frente a la televisión, las pantallas de computadoras o de videojuegos.

Servir porciones de tamaño adecuado, sobre todo a los niños para que se alimenten solo hasta sentirse saciados con la cantidad necesaria.

Actividad física

Una parte crítica de alcanzar y mantener un peso saludable, en especial para los niños, es la actividad física que permite quemar calorías, fortalecer los huesos y los músculos, y ayudar a que estos duerman mejor por la noche y estén más alerta durante el día. Además,  los niños activos tienen más probabilidades de convertirse en adultos en forma.

Los buenos hábitos establecidos durante la infancia ayudan a los adolescentes a mantener pesos saludables a pesar de los cambios hormonales, el crecimiento rápido y las influencias sociales que suelen provocar el consumo excesivo de alimentos. 

Para lograr estos objetivos es importante no dedicar más de 2 horas diarias a la televisión o al ordenador con propósitos recreativos para los niños mayores de 2 años. También se deben limitar otras actividades sedentarias, como jugar videojuegos o con el móvil.

En cuanto a la actividad física, esta debe ser de aproximadamente una hora al día. El objetivo del ejercicio moderado es que se mantengan en movimiento saludable y, al mismo tiempo, quemar calorías y mejorar el estado físico.

Es por ello recomendable, ayudar a elegir a los niños algunas de estas actividades como caminar, montar en bicicleta, jugar al tenis o hacer natación, entre otras.

 

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