25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

La mitad de las patrullas de cada turno se destinan a esta lucha y reciben 500 llamadas cada fin de semana por infracciones siendo el 60% positivas

Así trabaja la Policía Municipal contra las fiestas clandestinas del Covid en Madrid

Registro Policía Nacional.
Registro Policía Nacional.
Cada fin de semana desde hace un año la Policía Municipal de Madrid libra una batalla contra los infractores de las medidas anticovid en los distritos de la capital. La mitad de las patrullas de cada turno se destinan a esa lucha con el único objetivo de proteger al resto de madrileños de contagios provocados por insolidarios, despistados o emprendedores sin escrúpulos. Esta es la crónica para 'Elcierredigital.com' de la jornada policial del último sábado contada por sus protagonistas.

Son las tres de la tarde del sábado y la misma rutina se repite en las 22 unidades de distrito de la Policía Municipal de Madrid (el distrito Centro cuenta con dos). Arranca el turno de tarde que se prolongará hasta las 10 de la noche y se pasa lista en cada unidad para distribuir el trabajo. Sin embargo, los “briefing” policiales ya no son lo que eran desde la irrupción de la pandemia.

Los primeros en cumplir las medidas de protección anti-covid son los propios policías. Las salas de reunión ya no están atestadas de pupitres y las consignas de trabajo no se dan de viva voz como antes, durante una charla de 30 minutos. Ahora, como se puede observar en las imágenes que publicamos en Elcierredigital.com, las salas de “briefing” sólo pueden estar ocupadas a la mitad de su capacidad, mientras mantienen las ventanas abiertas. Y los policías con sus mascarillas respetan los dos metros de separación, mientras escuchan las instrucciones. La charla en realidad se ha convertido en un breve resumen que no llega a diez minutos para evitar permanecer más tiempo en un espacio interior. Y las instrucciones más concretas se dan por escrito, según los policías van saliendo buscando su coche patrulla.

“Cada tarde de viernes o sábado la policía municipal cubre la capital con más de doscientos coches patrulla, por las noches en consonancia con la reducción de personas en circulación y de incidencias, la cifra se reduce levemente a unas 180 patrullas con una media de dos policías por coche más las unidades de apoyo que acuden a echar una mano donde se las necesitan en furgones de refuerzo que trasladan a ocho agentes cada uno” puntualiza el comisario de guardia de fin de semana a elcierredigital.com.

Este mando coordina y unifica la Policía Municipal de Madrid que dedica cada fin de semana la mitad de todos esos recursos a la lucha contra las fiestas ilegales, botellones y cualquier otra infracción de las medidas anti-covid para frenar la pandemia. En total, cada fin de semana un centenar de coches patrulla, y más de trescientos policías, se dedican de forma directa a garantizar la seguridad de los madrileños frente al virus. O más bien, a perseguir a los que ponen en peligro a los demás vecinos.

“El grueso de la carga lo llevamos el servicio ordinario, los turnos de toda la vida, los de cada distrito...” puntualiza un agente municipal. “Ellos, los distritos, se ocupan primero de prevenir y luego de reaccionar, y en la calle con los policías están también oficiales y subinspectores” confirma el comisario de guardia al elcierredigital.com.

Las salidas de las primeras patrullas

Antes de las 15:30 horas, las primeras patrullas ya salen de la unidad con instrucciones concretas, previamente han revisado en el maletero del coche el equipamiento recién llegado del almacén. Cada vehículo lleva un par de cascos y escudos para la protección de los agentes. El Ayuntamiento acaba de renovar más de 150 equipos de protección para repartir entre sus patrulleros y en breve llegará una nueva partida. Sustituyen equipos viejos y se dota a más policías.

Hace tiempo que el principio de autoridad no cotiza al alza. Por eso, cada vez con mayor frecuencia, los agentes tienen que bregar con la hostilidad manifiesta de los participantes en botellones o fiestas ilegales. Basta una chispa para que prenda el motín entre tanto juerguista huérfano de fiesta o entre tanto empresario descontento.

La tarea arranca con una misión de prevención. En el distrito centro, la pareja de agentes no va a recorrer más de 150 kilómetros a lo largo de esta noche, como sí harán sus compañeros de otros distritos más extensos, pero a cambio van a tener que supervisar muchos más locales y ocuparse de la seguridad de muchos más vecinos y visitantes. “Es la hora del tardeo, como hay que retirarse antes a casa y los bares cierran antes, todo se ha adelantado unas horas”, nos cuentan.

“Lo primero es la prevención” aseguran, “la de tardeo es actividad normal inspectora, se asigna a cada patrulla una zona por barrios. Algunos van a vigilar parques y zonas donde se suele concentrar la gente en la calle, tal como cercanías de museos, teatros, . Otros van directos a supervisar los bares y discotecas reinventadas en restaurantes de cada zona, otros se dedican a vigilar los locales reincidentes. “Hay que distinguir entre la mayoría de locales en los que no han crecido las infracciones y cumplen con las normas y los locales que empezaron infringiendo y siguen haciéndolo porque les da igual” aclara el comisario de guardia a elcierredigital.com.

Durante estas tareas de prevención los policías se guían por la información que han ido recogiendo de redes sociales sobre convocatorias de fiestas en locales, o bien por lo que les dicen los vecinos o directamente porque saben que muchos reincidentes volverán a intentarlo. Empieza a caer la tarde y con ella las primeras multas por no cumplir aforos ni distancias en bares o en la calle.

El público se traslada a calles comerciales como Preciados, Princesa, Avenida de la Albufera. Se extrema la vigilancia en las tiendas de alimentación y bazares donde siempre hay acumulación de gente, pero lo “gordo” todavía no ha empezado. Cada fin de semana la policía municipal recibe más de 500 llamadas por infracciones anti-covid y el 60% son positivas.

Policía Local de Madrid. 

“A partir de media tarde el trabajo es “reactivo” y las patrullas destinadas al control de las medidas de pandemia responden sobre todo al alud de llamadas de vecinos que cada vez más nos alertan de terrazas donde no se usan mascarillas, locales que no cumplen aforos, y ya un poco más tarde, sobre ruidos en viviendas, las fiestas ilegales”. El comisario confirma que el servicio del 092 recibe de media entre viernes y sábado más de 500 llamadas de las que más de la mitad acaban siendo “positivas” y demandan una intervención rápida. Si es un local abierto acude un patrulla rotulado, si se trata de un portal de un bloque de viviendas acude entonces un coche camuflado de los llamados “k”.

Fiestas en domicilios 

Hay un problema con las fiestas en domicilios. La policía no puede entrar sin la preceptiva orden judicial, sólo si observan que se está cometiendo un delito flagrante o si te permiten voluntariamente la entrada.

Esta tarde del sábado. una veintena de llamadas de vecinos ha conducido a los policías hasta un piso de gran tamaño en el barrio de Salamanca. Dos chicas jóvenes con buena presencia llaman a la puerta del piso, un hombre joven abre la puerta les sonríe y las invita a pasar. Error, las chicas son dos policías de paisano a las que acaba de invitar a pasar a una fiesta ilegal.

No hay problema, el organizador de la fiesta y los participantes recogen sus multas sin rechistar. “Centro, Salamanca, Chamberí...nos dan trabajo con las fiestas ilegales en viviendas o en pisos turísticos alquilados, cada vez detectamos a más profesionales del mundo de la noche, relaciones públicas que alquilan pisos y convocan a su agenda de conocidos a una fiesta como si fuera una sesión privada en una discoteca con Dj, datáfono para cobrar las copas y últimamente hasta exigen a los clientes que se descarguen aplicaciones de pago en los móviles para comprar las copas”, señala a elcierredigital.com.

Control Policía Municipal. 

El desalojo de estas fiestas ilegales son auténticos caldos de cultivo del Covid, parece sencillo pero no lo es. “Si conseguimos que nos dejen entrar actuamos con la mayor suavidad, sabemos que podemos encontrar algún menor o incluso mayor que se asuste y cometa alguna locura, y lo mismo cuando nos vemos obligados a esperar en la puerta del edificio hasta que vayan saliendo los participantes en la fiesta ilegal, se trata de garantizar la seguridad de todos frente al Covid o en una situación complicada” avisa el comisario de guardia.

“El pasado fin de semana un joven para escapar de una intervención en una fiesta ilegal huyó por la ventana y trepó varios pisos hasta la azotea jugándose la vida para evitar una multa, su idea era pasar de una azotea a otra para escapar sin multa saliendo por otro edificio”. Lo de los jóvenes franceses que viajan a Madrid con “packs”, que incluyen vuelo, alojamiento y fiesta, no es leyenda, es una realidad cada vez más habitual. Tanto que desde el Ayuntamiento madrileño ya están en conversaciones con el consulado francés.

Se acerca la hora del toque de queda, y el patrulla del distrito centro ya ha atendido media docena de avisos, intervenido en una fiesta en vivienda y supervisado varias terrazas y locales multando a infractores sin mascarilla, y ahora los policías se dirigen al intercambiador de transportes más próximo para organizar y supervisar la retirada organizada de los visitantes a sus domicilios. Aquí la instrucción no es multar, se trata de apremiar a los rezagados dando cierto margen de cortesía por imprevistos.

Segundo turno

En breve entra el segundo turno, el de la noche, desde las 10  hasta las 6 de la mañana. Este fin de semana preocupan los distritos de Centro o Vallecas, allí el problema son las fiestas en locales tales como antiguas oficinas o talleres de joyería. Cuando la fiesta ilegal no es en una vivienda todo está más descontrolado, los fiesteros infractores no están por la labor ni tienen ningún nexo de unión con los organizadores. Ya toda la actividad policial anti pandemia se centra en responder a las denuncias de los vecinos.

Este sábado varios vecinos se quejan de un local en el distrito centro. Había sido una tienda de venta al por menor, pero ahora figuraba en las redes como piso turístico. A la 1:45 horas llegó la patrulla a la calle Espejo, los vecinos le advierten de que dentro del local del sótano podría haber más de medio centenar de personas en una fiesta ilegal. No quieren abrir y llegan los refuerzos de la Unidad Central de Seguridad.

Se escucha a personas gritando “socorro, quiero salir” y la policía fuerza la entrada. En el interior se encuentran con 66 jóvenes, 11 de ellos menores, algunos de los cuales estaban retenidos contra su voluntad. No les dejaban salir de la fiesta ilegal. “Pasa continuamente, en estas fiestas ilegales entran antes de las 10 de la noche y ya no pueden salir hasta las 6 de la madrugada por el toque de queda, pero siempre alguno se arrepiente y quiere volver a casa por el motivo que sea. No le dejan y entonces incluso nos llama a nosotros pidiendo ayuda” puntualiza el comisario. “En otras ocasiones, como éste sábado, nos piden ayuda en cuanto notan que hemos llegado”.

El local tiene todas las puertas cerradas y cegadas con colchones, incluidas las de emergencia, para así evitar que salga el ruido y también los participantes en la fiesta. Una locura. En caso de incendio estarían todos muertos en cuestión de minutos sin posibilidad de escapatoria.

La Policía Municipal recibe 500 llamadas por fiestas ilegales cada fin de semana. 

Lo primero que hacen los policías es encender las luces y separar a los grupos de “fiesteros” entre los que tienen mascarilla y los que no la llevan. Multa, sí, pero también se les intentará mantener a salvo a unos de otros. Nos cuentan que “son momentos difíciles, ellos siempre son más, el otro día se pusieron de acuerdo y nos hicieron una avalancha para escapar que provocó varios heridos entre “fiesteros” y policías”.

Las multas se acumulan. Están denunciados por reunirse en un espacio cerrado, en un local que no es de ocio, alguno se lleva otra multa extra por no portar mascarilla, cuatro más son denunciados por llevar encima drogas. Se revisan los móviles para ver si hay quedada, las multas graves suponen de 600 a 30.000 euros de sanción.

El papeleo corre a cargo de los policías municipales del distrito, el agente con mayor antigüedad suele asumir la responsabilidad de la intervención y de los papeles, las multas leves y las de armas o drogas se enviarán al Ayuntamiento. El problema son las multas graves, se envían a Sanidad de la Comunidad Autónoma porque son multas por infracciones en el ámbito sanitario de la pandemia de Covid. Tardarán meses en tramitarse, el departamento de Sanidad encargado de recibir esas denuncias estaba orientado a tramitar pocas denuncias y de asuntos de ámbito sanitario estricto, ahora reciben en un día más multas para tramitar que lo que recibían en un año pre-pandemia. A esto hay que añadir la posibilidad de recursos del ciudadano en cuestión, así que las multas tardarán meses o años en ejecutarse perdiendo todo su poder coercitivo sobre los infractores.

De momento, el resto del papeleo puede esperar. Los patrullas se retiran a mitad de turno a descansar escalonadamente. Son las tres de la madrugada, les esperan 40 minutos de descanso en la sala de la unidad, unas mesas, unas sillas y un microondas en la esquina para los más previsores. El resto acude las máquinas expendedoras. En menos de tres bocados, en pie de nuevo. La siguiente fiesta ilegal en Carabanchel les deja un sabor amargo de insultos e intentos de agresión. No les gustó que la policía interrumpiera su fiesta. En la siguiente, los policías al menos pudieron reír ante las ocurrencias de otros fiesteros. Tras intervenir la fiesta ilegal en un piso, los agentes tuvieron que bajar a rescatar a varios fiesteros que se habían escondido en los trasteros. El problema es que los trasteros sólo se podían cerrar desde fuera y el fiestero que les ayudó a encerrarse cerró desde fuera y se largó con la llave en cuanto vio aparecer a la policía.

Más de 3.000 fiestas ilegales desde diciembre

En más de tres mil fiestas reventadas por los policías durante esta tercera ola, hay anécdotas para todo. “Cada vez se extiende más la afición por el teatro", cuentan divertidos los policías en referencia a los múltiples casos en que varios jóvenes pillados en plena fiesta ilegal deciden fingir que sufren un coma etílico para intentar eludir la multa. Los agentes intentan llevarlo lo mejor que pueden, pero se asustan ante una nueva ocurrencia de este fin de semana.

“Sorprendidos en una fiesta ilegal en un piso, a varios no se les ocurrió otra idea que esconderse en las azoteas, algo peligroso, y además pasaron frío hasta que descubrimos donde estaban. Ahora la gente se va a los polígonos para montar las fiestas lejos de los vecinos que les denuncian, también estamos detectando fiestas ilegales en viviendas okupadas”, señalan a elcierredigital.com.

Desalojo fiestas. 

Un antiguo relaciones públicas es sorprendido por los agentes en la “segunda fase de su plan”, ha organizado una fiesta “legal” hasta la hora de cierre, en un local normal pero después traslada a toda la clientela hasta un piso turístico para seguir la juerga.

Son las 6 de la madrugada y es la hora de retirarse para los patrullas del turno de noche. Un último vistazo a los intercambiadores de transporte, es la hora en la que termina el toque de queda y los que han conseguido burlar a los policías se baten en retirada de vuelta a sus domicilios. Ellos miran de reojo a los policías temiendo las multas, pero los agentes no les miran a ellos, miran los alrededores del intercambiador buscando a los carteristas que aprovechan la retirada de los fiesteros para desvalijarles.

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