28 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

Las personas asertivas que se divorcian tienden a superar mucho antes y mejor la ruptura, lo que redundará en su propio beneficio y en el de sus hijos

El caso de las niñas de Tenerife reabre la falta de control sobre las personas con problemas tras separaciones conflictivas

Olivia y Anna.
Olivia y Anna.
El caso de las niñas de Tenerife y el comportamiento criminal de Tomás Gimeno su progenitor, tras la separación problemática de su exmujer Beatriz Zimermann, reabre las diferencias que se magnifican a veces en las rupturas sentimentales. El abogado de familia Alberto García Cebrían explica los beneficios de la asertividad en las parejas, así como en los casos de divorcio y separación.

La asertividad es el punto intermedio entre los extremos de la agresividad y la pasividad. Una relación matrimonial no asertiva puede acabar en ruptura, o lo que es peor, en un matrimonio conflictivo, mal avenido e insatisfactorio, como yo lo llamo, un matrimonio contencioso. Un divorcio no asertivo, de igual manera, puede acabar en un proceso traumático para toda la familia de manera innecesaria. Por ello, una de las claves de un matrimonio y en su caso, divorcio saludable, es la asertividad, algo muy importante pero que, por desgracia, no se suele tener en cuenta su potencial como debería.

La asertividad es la habilidad y capacidad de expresar nuestros deseos y opiniones de una manera amable, respetuosa, sincera, abierta, directa y adecuada, indicando en nuestras relaciones aquello que queremos sin ofender a los demás. Una actitud asertiva nos permitirá relacionarnos con libertad, igualdad y respeto.

En los casos en los que en un matrimonio alguno de los esposos pierda la posibilidad de opinar o actuar con libertad, se establezcan roles injustos que constituyen desigualdad conyugal, o directamente se falte el respeto, estaremos en riesgo de mantener relaciones de imposición y sumisión.

Relacionarse sentimental y emocionalmente de forma asertiva debe permitir controlar en la medida de lo posible nuestros sentimientos y emociones para gestionarlos adecuadamente tanto para nosotros mismos como en nuestra relación con los demás. De lo contrario no se desarrollará relaciones naturales sino condicionadas.

Los problemas de comunicación constituyen uno de los principales problemas para el entendimiento en pareja. En muchos casos sí que sería posible superar estas dificultades que son inherentes a todas las relaciones, pero de no ser asertiva, se ejercitará de una manera limitada al no poder desarrollarla y compatibilizar con plenitud las esferas individuales y compartidas.

Tomás Gimeno. 

Es importante la asertividad para poder transmitir correctamente y también para percibir los sentimientos y emociones de nuestra pareja evitando cualquier error de apreciación que distorsione el punto de vista, lo que puede acabar provocando que un mismo matrimonio se conciba de manera totalmente diferente por cada uno de los cónyuges.

Un matrimonio no asertivo puede llegar a ser tóxico al desarrollar conductas de dependencia y sometimiento que provoquen tensión, ansiedad y frustración. Las decisiones de un matrimonio deben de tomarse con naturalidad y libertad para que sean acertadas y verdaderamente conscientes.

Inteligencia emocional

Para el caso de que no tengamos conciencia de nuestra situación y por tanto, tengamos cierta ignorancia, no contar con habilidades de inteligencia emocional que nos permitan mostrar una actitud asertiva puede generar que se mantenga un matrimonio infeliz, o que de tomar la decisión de divorciarse, el divorcio puede no llegar a buen puerto, no por no ser posible, sino por haber limitado con nuestra actitud las posibilidades de entendimiento. En un divorcio es muy importante poder transmitir propuestas de una manera clara y flexible sin prejuicios y sin injerencias, prejuicio y rencor.

La conducta agresiva en alguno de los cónyuges puede desembocar en una manera de relacionarse intransigente e intolerante con vocación de imponer el criterio a la otra parte con cierta tendencia de superioridad, violenta o intimidación. Por el contrario, si alguno de los cónyuges tiene una forma de ser pasiva, puede conducirle a aceptar la imposición de comportamientos injustos con sometimiento y dependencia.

Un matrimonio asertivo será mucho más fuerte y con más probabilidad de satisfacer con plenitud a ambos esposos y que ninguno quiera pedir el divorcio. En un matrimonio asertivo, ambos cónyuges son compañeros de vida mientras que en matrimonios con agresividad o sumisión pueden sentirse como enemigos vitales.

Las pequeñas Olivia y Anna en uno de los vídeos difundidos por su madre durante su desaparición. 

Para el caso de que el divorcio sea necesario porque así lo quiera alguno de los cónyuges, el divorcio de un matrimonio asertivo en la inmensa mayoría de los casos es de mutuo acuerdo pues ambos tienden a aceptar y entender la ruptura con actitud mediadora y conciliadora. Además, las personas asertivas que se divorcian tienden a superar mucho antes y mejor la ruptura, lo que redundará en el beneficio de los esposos y también de los hijos comunes, en su caso.

La asertividad constituye una forma de vivir que se puede aprender y potenciar. El mejor ejemplo será el de nuestros padres, que pueden enseñar a los hijos a mejorar las habilidades relacionales con tendencia a la madurez, la empatía y la generosidad para desarrollar relaciones sanas y justas que no sólo no perjudican a los demás, sino que crean aptitudes de autodefensa e independencia emocional que repelen agresiones sentimentales y estimulan la intolerancia a relaciones tóxicas.

Para el caso de que los cónyuges no sean en su día a día asertivos, pretender utilizar herramientas de asertividad puede ser muy complicado, pues no debemos olvidar que en el momento de la separación o el divorcio los problemas y diferencias se magnifican.

En definitiva, si las personas nos relacionáramos con asertividad, todo sería más fácil y evitaríamos gran parte de los conflictos pues se podrían moderar los enfrentamientos que sean inevitables al mantener aptitudes más consideradas con mayor amor propio y compartido.

El futuro de los matrimonios debe de ir encaminado a la asertividad, que potencia el valor de las familias que se basan en el respeto y que logran darle una mayor valoración a sus relaciones con independencia de que estén juntos o separados. Así se conseguiría entender y normalizar que el divorcio no es un drama que destruye la familia, sino que meramente lo transforma.

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