25 de abril de 2024
|
Buscar
FIN DE SEMANA

El abogado Alberto García Cebrián analiza las tendencias de las parejas a su vuelta de las vacaciones, "que suelen ser una prueba de fuego"

Claves para evitar divorcios tras el verano: Unas relaciones reforzadas o deterioradas

/ Divorcios después del verano.
Algunos matrimonios mantienen su convivencia a lo largo del año embalsamada por la rutina, pero después de pasar las vacaciones de verano juntos, llegan al límite y llevan a cabo la separación posvacacional al darse cuenta de que no quieren seguir compartiendo sus vidas. Así lo expresa el abogado Alberto García Cebrián a través de las claves para evitar este final en las pareja.

Es de todos sabido que después del verano aumenta el número de divorcios. Es lo que cada vez se conoce más como el divorcio postvacacional.

Algunos matrimonios mantienen su convivencia a lo largo del año embalsamada por la rutina, pero después de pasar las vacaciones de verano juntos, toman la decisión de divorciarse al haber compartido unas vacaciones que les han llevado al límite, a darse cuenta de que no quieren seguir compartiendo sus vidas.

Este verano tiene peculiaridades propias, pues se junta una difícil combinación. Por un lado, son las ansiadas vacaciones para muchas personas que por la Covid-19 no ha podido disfrutar como hubiera querido de los pasados dos verano, pero por otro lado tenemos una gran incertidumbre económica a la sombra de una cada vez patente crisis económica que viene siendo cada vez más tangible en las economías familiares que deben de afrontar con el mismo dinero mayor costes de alimentación, combustible y suministros.

Divorcios irremediables en matrimonios ya rotos

Antes de preguntarnos qué se puede hacer para prevenir el divorcio, debemos de recalcar que hay algunos matrimonios que sí necesitan divorciarse, aquellos que por desgracia están irremediablemente rotos. En estos casos, la prioridad no será la de prevenir el divorcio, sino conseguir un divorcio amistoso y evitar el juicio de divorcio contencioso.

Para los restantes matrimonios y parejas, este verano puede ser una prueba de fuego en la que la relación puede salir reforzada o deteriorada. Es por ello que, en vez de utilizar la palabra “necesito”, deberíamos de utilizar la palabra “quiero”. En vez de decir lo que queremos y merecemos hacer este verano, tal vez debamos de equilibrarlo con oír lo que quieren y merecen los demás miembros de la familia conforme a las circunstancias de todos ellos.

En definitiva, debemos de dedicar tiempo y generosidad a la familia, pues en estos momentos, todos necesitan un merecido descanso y lo importante es hacer el plan que pueda hacer compatibles los deseos de los miembros de la familia juntos o separados. Debemos de reforzar la comunicación, la empatía y el dedicarnos a satisfacer aquellas parcelas que tal vez a lo largo del año no hemos hecho.

Hacer esos buenos planes que no necesariamente requieren un gran desembolso económico. Dedicar el tiempo a estar juntos desarrollando planes de unión, que satisfagan a todos miembros de la familia.

En ocasiones para paliar la sensación de cansancio acumulada del año, parece que la sociedad nos impulsa hacia el consumismo material. Ir a un destino paradisíaco, grandes restaurantes, hoteles… etc. Eso esta muy bien, pero no es lo importante. Lo importante no es dónde y qué hagas en las vacaciones, lo importante es que lo compartas con las personas que quieres.

Son muchos los matrimonios mal avenidos que proyectan grandes viajes y vacaciones que no hacen otra cosa que poner un parche en su relación insatisfactoria, pues realmente tal vez preferirían un plan menos ostentoso, pero solos o con otra compañía que les fuera más enriquecedor.

Muchos matrimonios desgastados tienden a tapar con cosas materiales sus carencias y dentro de esa “foto de vacaciones perfectas” cada vez se centran en proyectos que aparentan ser más idílicos, pero que cada vez dejan al descubierto el vacío real que puede existir en realidad. Por ejemplo. Ir a la piscina municipal con la persona que quieres y disfrutar de una jornada de ocio puede ser un plan excepcional. En cambio, ir a un destino paradisiaco junto una persona cuya compañía llega a ser desagradable y/o molesta, puede llegar a ser un infierno.

Vacaciones en familia.

Por eso, antes de pensar en los detalles de nuestras vacaciones, debemos de reforzar los pilares que sustentan nuestra relación familiar para que se pueda disfrutar en armonía de un periodo satisfactorio para todos los miembros.

Es un periodo de unión y no de evadir los problemas con unas vacaciones de ensueño, pues cuando termine ese ensueño vacacional, puede comenzar la pesadilla del día a día junto a una persona con la que tenemos graves problemas de convivencia y entendimiento y tal vez con la dificultad añadida de haber gastado innecesariamente en vacaciones un dinero que probablemente podían haberse destinado a cubrir una necesidad familiar más prioritaria o servir para un ahorro familiar que reste tensión económica y permita un desahogo familiar para el resto del año.

Lo importante es mantener un proyecto familiar que tenga claro que lo importante son las personas y lo secundario el plan a compartir. Que lo importante es el tiempo compartido y no la foto que se colgará en las redes sociales. Que las relaciones deben de aportarnos tranquilidad y paz, alegría de estar juntos, que cuando no estén juntos se echen de menos, que exista apoyo, entendimiento, comprensión y respeto.

Lo que no podemos pretender es empezar la casa por el tejado y pretender que en vacaciones se solucionen los problemas del día a día, pues las vacaciones pasarán y si no hemos resuelto o aclarado los problemas antes de marcharnos, a nuestro regreso los problemas seguirán ahí. Eso sí, sin el dinero que nos hemos gastado en las vacaciones y con la sensación de que hemos desperdiciado el tiempo de descanso pues en vez de disfrutar del descanso hemos sufrido una convivencia vacacional insatisfactoria.

A lo largo del año los matrimonios y familias están sometidos a presión, si en verano aumentamos dicha presión con una mala convivencia, corremos el riesgo de someterlo a más presión de la que pueda aguantar, precipitando el divorcio o una situación límite.

Antiguamente las familias se iban de vacaciones “al pueblo” y no necesitaban grandes lujos, pues disfrutaban de la compañía mutua y tiempo con los demás familiares y amigos. Ahora parece que a diario nos relacionamos con amigos en la pantalla de nuestro móvil que es la que dedicamos gran parte nuestro tiempo, pero en verano debemos de disfrutar de planes a lo grande.

Tal vez sea el momento de volver a la esencia de aquello que no tiene precio y valorar que lo importante es ir con la familia y/o seres queridos y disfrutar de las vacaciones; no disfrutar de las vacaciones como prioridad en primera persona, aunque sea con la familia.

COMPARTIR: