El abogado Alberto García Cebrián explica, a través del ejemplo de manejo de un vehículo, el comportamiento de un matrimonio cuando se separa
Las claves para interpretar las reacciones de una pareja rota: Los españoles nos divorciamos como conducimos

Si una persona observara cómo se comporta su pareja o cónyuge en la circulación con su vehículo, podría hacerse a una idea de cuál sería su actitud en caso de que su relación sentimental acabara en separación o divorcio.
No se trata de conducir, pues toda persona que se ha sacado el carnet sabe utilizar su vehículo, sino cómo circula cuando está en la carretera. Hay que prestar atención a la consideración externa e interna. La manera de relacionarse tanto con los demás vehículos y viandantes como con las personas que se encuentran en el interior del vehículo.
La situación que debería de hacernos recapacitar sería aquella en la que la conducción es muy desconsiderada y agresiva, pero busca que la persona que está a su lado en el vehículo le dé la razón para que de alguna manera su comportamiento de conducción poco civilizada se entienda como algo perfectamente normal y justificado.
Todos hemos visto a personas que conducen de una manera muy agresiva y desconsiderada y tal vez es algo que se está generalizando en la medida en la que la sociedad evoluciona de una manera más individualista y poco empática.
Mala circulación con los demás usuarios de la carretera
Comportamientos muy graves: conducción agresiva e intimidatoria que protagonizan o crean en primera persona, ante una interacción en la carretera tiende a mostrar una actitud de hostilidad. Esto se materializa en personas que gritan, pitan descontrolados, persiguen a la persona que consideran que les ha adelantado inadecuadamente o sin preferencia, personas que si tienen ocasión se bajan del vehículo para pedir explicaciones…

Un coche tras un accidente.
Comportamientos graves: personas que ante una situación de interacción en la carretera que ellos no han creado reaccionan mal. Reaccionar mal a malos comportamientos que reciben del exterior.
Comportamientos leves: personas que ante una situación en la que pueden optar por facilitar la conducción de los demás, optan por no hacerlo de manera egoísta o desconsiderada. Personas que cuando se incorpora otro vehículo a la vía, pudiendo facilitarlo, no lo hacen. Que pudiendo ceder el paso tienden a no hacerlo.
Mala circulación con los demás ocupantes del vehículo
Personas que pierden los papeles al volante sin importar que no sólo su propia vida está en peligro, sino que también pone en peligro eventualmente la de los demás conductores y viandantes y la de los ocupantes de la vía.
- Personas que dejan de prestar atención a la carretera para gritar e insultar a otros vehículos por cualquier chorrada.
- Conductores que no llevan el cinturón ni se lo ponen a sus hijos.
- Conductores que conducen bebidos.
- Conductores que conducen por el carril rápido de las autopistas sin guardar la distancia de seguridad por el carril de la izquierda (el de los rápidos) con la intención de que los vehículos de delante se vayan apartando a pesar de ir a la velocidad máxima permitida (que conducen como si fueran de rally o un videojuego de carreras).
Nos divorciamos igual que conducimos
No sólo nos divorciamos de manera similar a la que conducimos, sino que construimos relaciones familiares de manera similar a la que nos comportamos al volante.
Algunas personas cuando conducen se transforman fruto de la falsa sensación de poder que les dota su vehículo.
Hay personas que cuando llegan a una intersección intentan colarse y saca ventaja de manera improcedente.
Otros conductores si pueden quitan un aparcamiento a otro.
Incluso en caso de cualquier incidente como roce o golpe, existen muchos que, en vez de asumir su responsabilidad, si pueden, se marchan de manera irresponsable e incívica.
De hecho, no es que puedan existir únicamente similitudes o rasgos concurrentes en nuestra forma de conducir en relación al divorcio, sino que también es aplicable a la construcción y evolución de relaciones familiares y personales en general. Lo que ocurre que, con la circulación, si estamos atentos a ciertas reacciones y comportamiento se puede ver muy fácilmente.
La clave es la educación, tanto al volante como en una relación sentimental o familiar.
Igual que hay personas que tienen a dar los buenos días, a disculparse, aunque no tenga la culpa si se chocan ligeramente caminando con otra persona o simplemente ceden el asiento a otra persona desconocida, hay otras que hacen todo lo contrario.
Es la educación vial que puede mostrar signos de nuestra educación y rasgos de nuestra personalidad.
El divorcio y la similitud con un accidente de tráfico
Un divorcio se compara emocionalmente con un accidente de circulación pues puede suponer un shock.

Pareja quitándose los anillos de casados.
Existen accidentes de circulación fortuitos, pero en la mayoría de los casos se debe a que alguno de los conductores ha efectuado una mala conducción, ya sea exceso de velocidad, apurar demasiado y acabar pasando un semáforo en rojo en una intersección o paso a nivel, déficit de atención, conducción temeraria o imprudente...
De igual manera que la gran mayoría de los accidentes se podrían evitar, sobre todo los más graves, la mayoría de divorcios también se podrían evitar, sobre todo los contenciosos y conflictivos.
Concienciación y sensibilización contra el daño
Existen campañas de concienciación de la DGT que destacan por ser muy explícitas para intentar sensibilizar a los conductores y condicionarles positivamente hacia un conducción responsable y diligente. ¿Acaso no se conoce perfectamente cómo se debe conducir? Es evidente que sí que se sabe, pero no serían pocos los que conducirían sin ITV, sin carnet, a velocidades desproporcionadas de no existir normas y sanciones. Cómo no va a pasar si a pesar de existir un paulatino endurecimiento de las sanciones de circulación siguen existiendo graves accidentes que provocan muertes y graves lesiones de por vida.
En 2022 se produjeron 1.042 siniestros mortales en las carreteras españolas en los que fallecieron 1.145 personas y otras 4.008 resultaron heridas graves.
Debemos de concienciar a la sociedad hacía una conducción más saludable y amable reduciendo el nivel de tensión y agresividad en la conducción, con consciencia, diligencia y responsabilidad que no sólo protegerá a cada conductor, sino que reforzará la seguridad social de las carreteras, pues las víctimas más injustas son las que tienen la mala suerte de sufrir un accidente fortuito fruto de la irresponsabilidad de los demás.
Podemos hacer un paralelismo con los divorcios, pues el 50 por ciento de los divorcios contenciosos en España son muy agresivos y está demasiado normalizado el mantenimiento de un peligroso nivel de tensión que acaba provocando un grave daño familiar a toda la familia, pero muy especialmente a los niños que son los más vulnerables y los que menos se lo merecen.
Por ello hay que prevenir riesgos y construir relaciones familiares y sentimentales saludables y conscientes, pudiendo ser de gran ayuda observar con detenimiento aspectos como pueden ser la forma de conducir o tratar o hablar de los demás, pues tal vez de una manera similar pueda tratarnos a nosotros ante una eventual ruptura, que también vendrá muy determinada por su mismo comportamiento. Además, los espectadores de conducciones inadecuadas, al igual que reacciones, comportamientos y actitudes inadecuadas en familias y relaciones, no deben de colaborar con el aumento de la tensión y la agresividad, debiendo de mostrar rechazo hacía comportamientos irresponsables, pues será una manera de dejar de justificarlos socialmente y alimentar su normalización. En la medida en la que seamos capaces de detectar comportamientos agresivos y no los toleremos, sino que los podamos repeler y desaprobar, estaremos contribuyendo a la mejora de las relaciones educadas, responsables y saludables en todos los planos de la vida.