24 de abril de 2024
|
Buscar
FIN DE SEMANA

España, hacia la quinta fase de la transición demográfica y sus grandes retos

Hace algo más de un siglo, en 1900 los menores de 15 años representaban más de un tercio de los habitantes españoles mientras que los mayores de 65 años apenas representaban un 4% de la población censada. Esta estructura poblacional, que reflejaba un régimen demográfico primitivo, con elevada natalidad y mortalidad, escasa esperanza de vida y predominio neto de la población joven ha cambiado radicalmente.

Actualmente, hay una escasa presencia de nacimientos en la base de la pirámide, y los menores de 15 años suponen menos del 15% cuando dos décadas antes suponían en torno al 25%. Por el contrario, la población de 65 años y más representa un cuarto de la población española. España sigue su proceso de envejecimiento, creciendo en mayor medida la proporción de octogenarios, que ahora representan el 6,0% de la población y con ello iniciando lo que muchos consideran una nueva etapa demográfica llena de retos.

Envejecimiento y diferencias regionales

Como hemos visto, España presentan los valores porcentuales de población joven bajos, pero es especialmente preocupante en algunas provincias como consecuencia de la emigración de su población que sufrieron ya desde principios del siglo XX. El peso de la población anciana se sitúa por encima de la media en catorce provincias, que fueron las que más sufrieron los éxodos demográficos desde principios del siglo pasado: A Coruña, Lugo, Ourense, Asturias, León, Zamora, Salamanca, Palencia, Ávila, Burgos, Soria, Cuenca, Huesca, y Teruel.

Esta diferencia regional es igual de acusada con la otra cara de la moneda. Si se analiza la proporción de menores de 25 años, se observa cómo los valores más elevados se localizan en la mitad meridional española y en los cinturones periféricos de las grandes metrópolis. En la mitad septentrional, que en general se mueve en valores mucho más bajos, destacan A Coruña, Lugo, Ourense, Asturias, León, Zamora, Salamanca y Palencia, que están fuertemente envejecidos por el éxodo rural o por el impacto sufrido por la fuerte reestructuración de los sectores siderometalúrgico, naval y minero.

Los retos de la quinta fase demográfica

Todo ello defina la quinta fase en la evolución de la población lo que algunos denominan segunda transición demográfica, caracterizada por un crecimiento natural bajo, e incluso decrecimiento ya que con frecuencia la mortalidad es superior a la natalidad. Pero no solo lo define esto, también la inclusión de nuevos perfiles sociales como son el incremento de solteros, retraso del matrimonio y del primer hijo, el alza de las rupturas familiares, y la diversificación de las modalidades de organización familiar. 

El principal reto en este modelo está en la dependencia senil un índice que relaciona la proporción de población mayor de 59 años y la de 20 a 59 años residente en el territorio Esta medida deja clara las necesidades asistenciales de las familias con personas mayores a su cargo y la importancia de los servicios públicos Así, mientras la la media nacional se acerca al 0,5, destacando la zona noroccidental, Extremadura, Sistema Ibérico y valle del Ebro.  Esta nueva etapa está y estará cada vez más caracterizada por el sobreenvejecimiento y va a plantear grandes retos a los servicios sociosanitarios, la atención a los mayores y la financiación del sistema de pensiones.

Por todo ello, el llamado cuarto pilar del estado del bienestar: la atención a la dependencia ha adquirido una gran relevancia por su magnitud e intensidad, fruto del incremento de los mayores y los cambios habidos en la dinámica familiar, como la reducción del número de miembros o la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. El desafío será máximo en un futuro próximo cuando lleguen a las edades más avanzadas los nacidos en los años del baby-boom , años sesenta y setenta, que deberán ser sostenidos por un número muy inferior de población nacida en las dos décadas finales del siglo pasado.

Todo ello definirá un futuro lleno de novedades, incertidumbres, pero también nuevas soluciones para los grandes retos de la estructura demográfica española.

COMPARTIR: