19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El deportista fue número 1 del mundo por doce semanas, pero una mala gestión de sus ganancias le ha puesto en uno de los peores momentos de su vida

Así es Boris Becker, el extenista alemán ha pasado de ser idolatrado a luchar por no entrar en prisión

Boris Becker.
Boris Becker.
El tenista Boris Becker encontró la gloria en Londres con apenas 17 años, en julio de 1985. Sin embargo, el conocido como “el alemán favorito de los ingleses” vive uno de los momentos personales más duros de su vida en la capital británica. Comienza ahora un proceso penal en Londres tras declararse en bancarrota e infringir, supuestamente, el estatus al que le obligaba esta situación. Si es declarado culpable, el tenista se podría enfrentar a siete años de prisión.

Boris Becker, es probablemente el tenista alemán más importante de la historia. Fue número 1 del mundo durante doce semanas en el año 1991 y durante su carrera levantó seis Grand Slam (tres Wimbledon, dos Open de Australia y un US Open) y 49 títulos. También fue campeón de la Copa Davis en 1988 y 1989, y ganó el oro en los dobles en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. Becker fue una superestrella del mundo del tenis.

Desde que era bien joven tuvo una gran acogida del público por su pasión y su juego dinámico. Sus golpes más característicos eran su potente servicio por el que se ganó los nombres de “Boom Boom” y “Der Bomber”, y sus impresionantes voleas para las que solía lanzarse al suelo, con tal de no perder el punto.

Boris jugó su último encuentro en Wimbledon 1999 (cayendo, en los cuartos de final, con Patrick Rafter). Cerró su carrera con un récord de 713 victorias y 214 derrotas. De esta forma, consiguió llegar al éxito y se convirtió, en 2003, en miembro del Salón de la Fama del Tenis Internacional.

Tras retirarse pasó un tiempo jugando al póker de forma profesional, tuvo un período exitoso de tres temporadas como entrenador de Novak Djokovic (entre 2013 y 2016) y ahora, a sus 54 años, acostumbrado a hacer vibrar al público en los mejores estadios de tenis del mundo y a ser escuchado con admiración, una mala gestión de sus ganancias, marcada por las malas inversiones, el derroche y los excesos, ha provocado que se encuentre ante uno de los momentos más delicados de su vida personal.

Mala gestión y deudas

La mala gestión de los beneficios que acumuló durante su carrera tenística le llevó a contraer deudas por valor de 61,5 millones de euros. En un hecho que lastimó profundamente en lo sentimental a Becker, en julio de 2019 se subastaron 82 artículos, entre trofeos y recuerdos personales, y se recaudaron 765.000 euros, una suma destinada a saldar parte de su deuda económica.

De niño mimado a rebelde: cómo el legendario tenista alemán Boris Becker  terminó en bancarrota - BBC News Mundo

Boris Becker.

Ahora, en el mismo rincón geográfico que consiguió alcanzar el éxito por primera vez, en el sudeste londinense, la leyenda del tenis vive una pesadilla e intentará evitar la cárcel. Este lunes comenzó el juicio al que asiste como acusado de haber infringido 24 cargos, entre ellos haber ocultado bienes cuando se declaró en bancarrota en 2017 (sus deudas, por entonces, se estimaban en aproximadamente 65 millones de dólares). El proceso judicial podría durar hasta tres semanas.

Durante las audiencias preliminares, se supo que Becker era dueño de un departamento en el barrio londinense de Chelsea y que tenía dos propiedades en Alemania, que no fueron declaradas entre junio y octubre de 2017. También está acusado de transferir miles de libras a otras cuentas, inclusive a las de sus exesposas, la diseñadora alemana Barbara Feltus y la modelo neerlandesa Sharlely Kerssenberg. Además, a Becker también se le acusa de haber ocultado sus acciones en la empresa de inteligencia artificial Breaking Data Corp.

El propio extenista declaró que su problema comenzó cuando el banco privado Arbuthnot Latham & Co, de Londres, le exigió el pago de 3,5 millones de euros más intereses por una deuda contraída por una doble hipoteca sobre su casa de Mallorca. Boris reconoció la deuda, pero se negó a pagar los intereses, y su decisión provocó que el litigio llegara a una corte de Londres.

Su situación empeoró más cuando su exsocio, Hans-Dieter Cleven, envió un comunicado a la prensa alemana informando que le reclamaba el pago de 42 millones de dólares. Desde entonces, su situación financiera se convirtió en un tormento y los conflictos (también los personales) lo acompañaron.

Ahora, el extenista alemán tiene mucho en juego: su reputación, las posesiones que le quedan y, por último, pero no menos importante, si tiene que ir a prisión por un largo tiempo en el país que le idolatró.

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