24 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

La jugadora de baloncesto Delle Donne es la última damnificada de un problema que divide a deportistas de todas las competiciones

Brecha salarial en el deporte: Las mujeres ganan siempre menos, pese a triunfar en sus disciplinas

Della Donne.
Della Donne.
La desigualdad de salarios entre hombres y mujeres es un hecho innegable dentro de la esfera deportiva. La reciente polémica generada en torno a la figura de la estrella de las Washington Mystics de la WNBA, Elena Delle Donne, vuelve a traer a la palestra de la actualidad la eterna discusión entre los defensores de una retribución en base a los ingresos generados y quienes son partidarios de una equiparación salarial entre hombres y mujeres, más allá de los beneficios producidos.

La llamada brecha salarial se ha erigido en los últimos tiempos como un motivo de controversia en todos los ámbitos del mundo profesional. En este sentido, el mundo del deporte no es una excepción. El caso de la baloncestista Elena Delle Donne, nombrada mejor jugadora de la WNBA en los años 2015 y 2019, ha reabierto el debate sobre la disparidad de sueldo y condiciones laborales entre deportistas.

La jugadora de las Washington Mystics publicó recientemente una carta en la que revelaba que padecía la enfermedad de Lyme, una infección bacteriana que la obliga a ingerir hasta 64 pastillas al día para mantener una forma de élite. Por este motivo, Delle Donne se estaría planteando no acudir con su equipo a la finalización de la liga en Florida, que en estos momentos es el epicentro mundial de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, el personal médico de la WNBA ha considerado que la jugadora de Delaware no es paciente de alto riesgo. En consecuencia, si renunciara a jugar, Washington podría optar por no pagar su salario.

Delle Donne, con la selección de Estados Unidos.

Hay que tener en cuenta que la temporada de la NBA masculina incluye 82 partidos, mientras que la de la WNBA consta únicamente de 34. En este sentido, Delle Donne debería renunciar a un porcentaje altísimo de su salario. Conviene recordar que los sueldos de la WNBA son abismalmente inferiores a los de la NBA. De no jugar, Delle Donne, que es considerada la mejor baloncestista del planeta, renunciaría a unos 215.000 dólares mientras que, por citar un ejemplo, Kevin Durant, uno de los mejores jugadores masculinos del mundo cobrará este año 37.199.000 dólares sin haber puesto un pie en la cancha al haber sufrido una importante lesión a finales de la pasada campaña.

El fútbol femenino, ejemplo de una tendencia transversal

Lo que acontece en el mundo del baloncesto es extensible al deporte en general. La lista que cada año publica Forbes con los cien deportistas mejor pagados del mundo incluye en 2020 únicamente a dos mujeres, las tenistas Naomi Osaka y Serena Williams, que ocupan el puesto 29 y 33 respectivamente. Dentro de la amplia variedad deportiva representada en esta lista, es especialmente sangrante la desigualdad generada en el fútbol. La ambigüedad es la nota dominante en cuanto a los datos sobre la retribución de las futbolistas profesionales. No obstante, la escasa información de que disponemos no ofrece lugar a dudas.

Serena Williams, leyenda de la WTA.

De acuerdo con los datos publicados por la revista L.Football, especializada en fútbol femenino, la futbolista mejor pagada de 2019 fue Alex Morgan, que facturó esa temporada 408.000 euros. En el mismo año, Lionel Messi fue el futbolista masculino mejor pagado, acumulando 112 millones de euros. Los premios colectivos mantienen la misma tendencia.

Según la web OurGoalIsNow, el campeonato mundial de fútbol celebrado en Brasil en 2014 repartió 358 millones de dólares en concepto de premios. La versión femenina del torneo, que tuvo lugar en Canadá un año después, únicamente repartió 15 millones. Lo mismo sucedería con la edición siguiente. El mundial masculino adjudicó premios por valor de 400 millones de dólares en 2018 al tiempo que el femenino hacía lo propio repartiendo 30 millones.

Un debate aún por concluir

Expuesta la situación general y concretada la problemática con la situación de los dos deportes más seguidos en Europa, es decir, el fútbol y el baloncesto, podría pensarse que no hay lugar para discutir la existencia de una amplia brecha salarial en el deporte entre hombres y mujeres. Nada más lejos de la realidad. Personalidades como el ex futbolista Frank de Boer se han posicionado en contra de la igualdad salarial en el deporte alegando que, si las mujeres no generan los mismos ingresos que los hombres, no pueden ganar lo mismo. En esta línea, el tenista español Rafael Nadal argumentó, en una rueda de prensa para la ATP el pasado año, que "lo que se tiene que conseguir es que no por ser hombres o mujeres se gane más, sino por la calidad de tu trabajo y lo que seas capaz de vender o generar".

Rafael Nadal junto a Novak Djokovic.

Otros deportistas difieren. Es el caso del retirado atleta norteamericano Carl Lewis, quien afirmó en una rueda de prensa celebrada con motivo de los Juegos Panamericanos de 2019, que “hay mujeres que no tienen la misma publicidad, pero debemos entender que no hay diferencias”. Particularmente cruda es la visión de Megan Rapinoe, futbolista norteamericana que ha criticado en varias ocasiones la desigualdad salarial entre hombres y mujeres en el deporte: “Es hora de dar un paso más hacia la igualdad, de tener otra conversación. Nosotras ya hemos demostrado que damos un buen espectáculo. Es el momento de que las instituciones apuesten por nosotras”.

Independientemente de las opiniones de unos y otros, la equiparación salarial en el mundo del deporte parece un hecho bastante utópico y, en cualquier caso, lejano en el tiempo. Habrá que esperar acontecimientos para comprobar si en algún momento potencial del futuro se halla una forma de conciliar los diversos enfoques que genera este problema.

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