29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

EL ENTRENADOR EXTREMEÑO TRANSFORMÓ PARA SIEMPRE ESTE DEPORTE EN NUESTRO PAÍS, TANTO EN LOS DESPACHOS COMO EN LOS BANQUILLOS DE CLUBES COMO EL ATLÉTICO

Un año sin Juan de Dios Román, el hombre que convirtió el balonmano en un deporte de éxito en España

Juan de Dios Román con la selección española de balonmano.
Juan de Dios Román con la selección española de balonmano.
Hace un año fallecía uno de los hombres fundamentales en el mundo del deporte en España: Juan de Dios Román. Sin él, el balonmano no se habría convertido en un deporte seguido por millones de personas. Su aportación fue primordial para cambiar el paradigma y lo hizo desde equipos como el atlético. Un derrame cerebral acabó con su exitosa existencia en noviembre de 2020.

Hace un año nos dejaba uno de los nombres fundamentales en la reciente historia del deporte en España: Juan de Dios Román. El balonmano español no puede entenderse sin la figura de este inolvidable técnico que, desgraciadamente, falleció hace doce meses por un derrame cerebral irreversible, como informaron desde la Asociación de Entrenadores de Balonmano (AEBM).

Román nació en Mérida (Extremadura). Estudió Magisterio, Educación Física y Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid (ha ejercido la docencia durante años) para posteriormente, dedicarse a su gran pasión: el balonmano, un deporte que descubrió por casualidad gracias a una beca que se le concedió y con la que pudo licenciarse en Educación Física.

Su carrera en los banquillos arrancó en 1964, en el balonmano de base, entrenando en el Colegio de Padres Jesuitas de Chamartín. El gran salto a la élite deportiva lo daría siete años después. Y es que en 1971 se le confiaba el cargo de entrenador del Club Atlético de Madrid. Con el club colchonero empezaría su leyenda.

Durante los 14 años que estuvo al frente del equipo, el “Atleti” llenó sus vitrinas de trofeos, levantando cinco títulos ligueros y cinco Copas del Rey, pero más allá de ello, Juan de Dios Román ofreció al balonmano de la capital algo que ni siquiera los más grandes triunfos pueden logar, una esencia propia.

Icónico es el aroma del balonmano que se respiraba los domingos por la mañana en el Polideportivo Antonio Magariños, que vibró en innumerables ocasiones con la dirección del técnico extremeño y el buen hacer de un equipo en el que brillaban con luz propia un grupo de jugadores liderados por el lateral y central Cecilio Alonso.

Una estampa irrepetible, recuerdo imborrable para los que cada fin de semana se dejaban la voz animando a aquel conjunto que se atrevió a ser grande. Pero nada dura para siempre. En la temporada 84/85, el club madrileño se quedaba a las puertas del que habría sido su primer triunfo en la Copa de Europa: “Nos sobrepasó el ambiente de la final, no allí, pero sí en Madrid”, declaró el técnico.

Y es que el rival, la imponente Metaloplastika de Serbia, no dio opción alguna. Ni siquiera las 13.000 gargantas que abarrotaron con banderas y vítores el pabellón rojiblanco pudieron contener la clase de los Basic, Isakovic, Vujovic o Portner. Era el momento de cambiar. Tras la finalización de dicha campaña, Juan de Dios Román pasó a dirigir a la selección española, cargo en el que permanecería durante tres años sin grandes éxitos.

A principios de los años 90 volvía al “Atleti”, equipo al que entrenaría cuando las estrecheces económicas amenazaban con hacerlo desaparecer, como así acabaría siendo apenas unos años después. Y es que, tras la decisión de Jesús Gil de cerrar una sección ya por entonces muy deficitaria, la última intentona de supervivencia gestionada por socios y particulares en Alcobendas no llegó a buen puerto.  

Nuevo comienzo y broche de oro

El renacer de la carrera de nuestro protagonista llegaría entre 1995 y 2000. Durante este periplo, de nuevo al frente de la selección española, condujo al combinado nacional a la élite del balonmano mundial, obteniendo dos medallas de plata en los Europeos de 1996 y 1998 y tres bronces, dos en Juegos Olímpicos (Atlanta, 1996 y Sídney, 2000) y otro en el Europeo del año 2000. La selección acababa de erigir los cimientos sobre los que décadas después construiría sus éxitos más sonados.

Tras una etapa como comentarista deportivo en Televisión Española, pasó a entrenar a otro clásico de nuestro balonmano, el BM Ciudad Real. El equipo manchego, ya extinto, representó durante dos décadas (1992-2011) lo que había sido el Atlético de Madrid previamente, convirtiéndose en este breve periodo temporal en el tercer equipo más laureado de nuestro país.

La apuesta en el club fue firme y el apoyo económico e institucional posibilitó un desfile de grandes jugadores por Castilla-La Mancha. A este respecto, el propio Román pronosticó, tras la Recopa ganada en la temporada 2002/2003, que en dos años el equipo sería “invencible”.

Por supuesto, la contribución del técnico extremeño fue, una vez más, fundamental. En la temporada 2004-2005, pese a obtener el título doméstico de la Liga ASOBAL, en una histórica final de la Copa de Europa con dos equipos de nuestro país, el FC Barcelona privó al pequeño equipo manchego del mayor de sus sueños. Goliat había vencido a David. Poco después, ya con Talant Dujshebaev como entrenador, los ciudadrealeños se desquitarían alzándose con el máximo título a nivel continental en tres ocasiones.

En cualquier caso, Román pasó definitivamente a los despachos, desempeñando el cargo de director deportivo del Ciudad Real en principio para, posteriormente, presidir la Real Federación Española de Balonmano. Suya fue la decisión que cambiaría este deporte en nuestro país, confiar el puesto de seleccionador nacional al gran Valero Rivera, que llevó a los “hispanos” a la victoria en el campeonato del mundo en 2013.

Entre su larga lista de reconocimientos, destaca sobremanera el Premio Nacional del Deporte, que recibió en 2017. Ahora, después de algún tiempo luchando contra un cáncer de pulmón, sufrió un derrame cerebral que le produjo la muerte. El mundo del balonmano y, por extensión, todo el deporte español lamentaron su pérdida. Juan de Dios Román era sinónimo de entrega, de lucha, de sapiencia y sobre todo, de BALONMANO. Su figura es ya leyenda. 

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