02 de diciembre de 2023
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FIN DE SEMANA

Las playas de Copacabana y Maracaná priorizan la seguridad para acoger este sábado este histórico encuentro entre Fluminense y el club argentino

Río de Janeiro en alerta: Las barras bravas del Boca llegan para la final de la Libertadores de fútbol

La barra brava de la 12.
La barra brava de la 12. / Boca se enfrenta al Fluminense en la final de la Copa de Libertadores en Río de Janeiro.
En la memoria del fútbol sudamericano están los hechos ocurridos en Buenos Aires en 2018, cuando la expedición de Boca sufrió un brutal ataque por parte de hinchas de River Plate en el partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores. Ahora, ese escenario se quiere evitar en Río de Janeiro, donde Boca jugará una nueva final ante Fluminense, en Maracaná. El cruce de mensajes por redes sociales entre las barras de ambos equipos y algunos altercados en la semana, pondrán a prueba la seguridad.

Menos de 48 horas para que el mítico estadio de Maracaná acoja la mayor fiesta del fútbol sudamericano: la final de la Copa Libertadores de América. Un partido que todo equipo desearía disputar y que cualquier hincha sueña con celebrar.

Rio de Janeiro será la ciudad encargada de acoger la cita entre Boca Juniors y Fluminense. Maracaná el campo de batalla. El cuadro argentino buscará el séptimo entorchado, una cifra que le igualaría con el 'Rey de Copas', el Independiente. Por su parte, el Fluminense no cuenta con ninguna copa y esta será la segunda final que disputa en su historia, tras la de 2008 que perdió contra Liga de Quito. 

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Cartel de la Copa Libertadores.

Boca Juniors jugará su decimosegunda final de la Copa Libertadores. Sin embargo, su última conquista queda muy lejos en el tiempo, fue ante el Gremio en 2007. Desde entonces, y hasta la fecha, el conjunto azul y oro ha disputado dos finales más: 2012 ante Corinthians y la gran espina en 2018 frente a su eterno rival, River Plate.

2018, el año que cambió todo

River Plate y Boca Juniors son protagonistas de una de las rivalidades más acérrimas del mundo del fútbol. Las dos grandes instituciones del fútbol argentino se enfrentaron en un clásico que vivió su peor momento hace cinco años. 

La máxima competición internacional a nivel de clubes de todo el continente americano deparaba una de las finales más esperadas del balompié: Boca y River, para consagrarse campeón de la Libertadores ante su eterno rival. Por aquel entonces, la gran final no se jugaba en una única sede, sino que era a doble partido, es decir, un ida y vuelta.

En 2018, el primer encuentro se disputó en la Bombonera, feudo y templo de Boca. Pero el segundo encuentro, que debería jugarse en el Monumental, no llegó a disputarse. Hay que destacar que el hincha argentino o el fútbol argentino se vive con especial arraigo y sentimiento, lo que para nada justifica lo vivido aquella fecha en la capital bonaerense. 

La expedición de Boca sufrió un violento ataque cuando se acercaba al Monumental. El autobús que los transportaba fue diana de todo tipo de objetos de parte de la afición del River Plate, causando graves destrozos y obligando a la suspensión del partido

La final se acabaría disputando fuera de América del Sur, en el Santiago Bernabéu, al no poder garantizar la seguridad del evento. "Después de analizar varias opciones CONMEBOL decidió de manera excepcional que se celebre en el territorio de una asociación nacional que no es miembro de la CONMEBOL, en territorio de la Real Federación Española de Fútbol", rezaba el comunicado de la FIFA. 

Marea argentina rumbo a Rio

La hinchada de Boca Juniors sueña con conquistar la tierra del Cristo Redentor y alzar su séptima Libertadores, por ello, la ciudad brasileña se prepara para acoger a decenas de miles de aficionados. Una gran parte ya está rumbo a Rio de Janeiro y, por desgracia, también se han visto ya los primeros enfrentamientos. 

Son 2.700 los kilómetros que separan Buenos Aires de las cálidas playas brasileiras. Unos kilómetros que serán recorridos por tierra y por aire por la afición del azul y oro. La cónsul argentina en Rio, Ana Sarrabayrouse, declaraba a Olé que “cerca de 100 mil argentinos arribarán a la ciudad en los próximos días”. 

Un viaje que ya comenzó a principios de semana y que se alargará hasta el sábado a primera hora. Un convoy de 85 autobuses partían desde el barrio de la Boca la noche del miércoles con más de 6000 hinchas a bordo. "Al ser un viaje largo, estamos obligados a hacer varias paradas y cambiar de conductor varias veces. Dependiendo del tiempo que tardemos en cruzar la frontera podemos llegar el viernes a la noche o el sábado a la mañana", declaraba Alejandro Fernández, uno de los chóferes, a El Gráfico

Unas cifras que contrastan con las 22.000 localidades que la CONMEBOL ha reservado para cada equipo. Maracaná está dispuesto para 79.000 aficionados, así que muchos aficiones Boca y de Fluminense no podrán entrar al estadio. 

Temor a una escalada de violencia

Tras lo vivido en 2018, nadie quiere que se repitan esas escenas. Sin embargo, el gran desplazamiento de aficionados argentinos a Brasil también supone la llegada de muchos barras bravas a Rio de Janeiro. 

Las amenazas entre barras argentinos y brasileños ya se ha iniciado por redes sociales. Hace tiempo que la rivalidad entre ambas formaciones existe, pero en las últimas campañas se ha acrecentado. Uno de los problemas es el racismo que emplean las barras argentinas, acto que en Brasil está condenado con duras sanciones penales. A todo ello, hay que sumar la pasividad policial brasileña en las riñas. 

Los primeros incidentes graves ya han sucedido. Un grupo de 30 seguidores xeneizes que descansaba en la playa de Copacabana se vio sorprendido por barras brava de Fluminense. Una agresión que saldó con dos argentinos heridos, robo de objetos materiales y símbolos de Boca. 

Unas agresiones que vienen precedidas del cruce de mensajes entre la barra del Fluminense y el jefe de la 12, Rafa Di Zeo. A través de Instagram se difundió un mensaje por parte de la hinchada brasileira: "Todos los hinchas comunes de Boca, las familias y los niños serán bienvenidos en Rio de Janeiro. Los cagones de La 12 estén atentos”. Un mensaje que tuvo respuesta del líder de la barra argentina, Rafa Di Zeo: "Si guerra quieren, guerra tendrán".

Flu Instagram

Cruce de mensajes entre barras del Flu y Boca.

Un clima tenso que ha empeorado en las primeras horas de la tarde del jueves, donde se han visto embestidas de la barras brasileñas sobre hinchas argentinos. Por otra parte, los mensajes por parte de los altos cargos de la ciudad no contribuyen a rebajar la tensión.

Eduardo Paes, alcalde de Río de Janeiro, no dudó en pronunciarse: "El próximo sábado Fluminense va a ser campeón de la Libertadores y los tricolores van a poder festejar". Al mismo tiempo que respondía a un mensaje con un tono picante sobre el desplazamiento de la afición azul y oro. 

También quiso informar sobre los lugares donde ambas hinchadas podrán festejar y vivir el partido. "Para los argentinos tenemos preparada la estructura en el Sambódromo", declaraba el alcalde, aunque a día de hoy no haya confirmación oficial y se espera que se habilite la zona para aquellos que no tengan donde pasar la noche. 

Paes informó que están en diálogo con la dirección de Fluminense para mudar la zona de festejo del Flu a Cinelandia: "Dado el espacio limitado disponible en los Laranjeiras (zona donde se iban a juntar inicialmente) estamos hablando con el Fluminense para instalar una pantalla gigante en el cine, ¡para que quienes no tengan entrada, puedan ver el partido con su hinchada!".

Río cede su sambódromo a personas sin hogar - La Opinión de A Coruña

‘Terreirao do Samba’ en Río de Janeiro.

Por otro lado, el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Flávio Dino, anunció un gran despliegue policial sin especificar el número de agentes. Se reforzará la seguridad en los dos aeropuertos y en el turístico barrio de Copacabana. Además de establecer la ley seca desde primera hora del sábado a primera hora del domingo en las inmediaciones del recinto, con sus consecuentes cortes de tráfico.

Toda una ciudad que será invadida por la marea xeneize que busca su séptima copa Libertadores y en la que las autoridades esperan vivir una jornada sin incidentes. Pero viendo los antecedentes a escasas 48 horas de la gran final, no se augura una jornada tranquila.  

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