Adiós de Miki Oca: Así se forjó el campeón olímpico y leyenda del waterpolo femenino
Tras 15 años Miki Oca deja de ser entrenador de la selección femenina de waterpolo, un deporte donde lo ha ganado todo
Miguel Ángel Oca Gaia, más conocido como Miki Oca, sorprendió al mundo del waterpolo el pasado 18 de diciembre. El seleccionador nacional anunció a través de una carta a la agencia Efe que se hacía a un lado.
Un mito, una leyenda y un emblema del deporte español puso punto final a una trayectoria de 15 años al frente de las Guerreras. Un camino de repleto de éxitos, que le dieron una segunda oportunidad en su vida, tras coquetear con sustancias dañinas años anteriores.
Miki Oca alcanzó la cima del deporte español mucho antes ser seleccionador nacional. Formó parte de una generación que puso al waterpolo nacional en lo más alto. Fue parte de la selección de Barcelona 92 junto a Pedro García Aguado, Chava Gómez, Manel Estiarte o Jesús Rollán, entre otros.
Italia privó a esa generación de jugadores de colgarse el oro olímpico en su tierra natal. Pero aquella selección se ganó el respeto del mundo entero y elevó el waterpolo español a lo más alto. Una historia que ha llevado a Dani de la Orden y Álex Murrull a crear una película, 42 segundos, sobre lo que vivió aquella selección.
Los inicios de Miki Oca y su salto a Barcelona
Miki Oca nació en Madrid, en 1970. Una desgracia le hizo quedarse de niño sin padre y fue su madre quien sacó a la familia adelante. Desde muy pequeño aparecería su interés por el waterpolo, siendo el Centro de Tecnificación de la Federación Madrileña su primer contacto serio con este deporte.
Precisamente en Madrid conocería a sus futuros compañeros de viaje, como Salva Gómez, ‘Toto’ García y Jesús Rollán. Además de a un entrenador que marcaría su carácter para siempre, Mariano García. Sus sesiones extenuantes acostumbraron a Oca a sufrir y a no temer a nadie.
Los fines de semana, y siendo unos adolescentes, Mariano García les llevaba a la Casa de Campo a cortar leños y a correr para entrenar. La recompensa era la comida a la que el entrenador les invitaba.
Rafael Aguilar, capitán del Tarrasa e internacional, sería el encargado de llevar a Miki Oca a la Ciudad Condal en 1988, cuatro años antes de los Juegos Olímpicos. Una generación que vivió por y para el deporte, dejando de lado los estudios. Oca no acabó ni el COU.
La residencia Joaquín Blume de Barcelona fue testigo de la energía que desprendía aquel grupo de chavales. Sus travesuras y el desenfreno en aquel centro, pues siempre había manera de burlar la seguridad, les caracterizó.
Sin embargo, una vez entraban al agua todo cambiaba y se transformaban en atletas de primer nivel.
"Recuerdo enganchadas con él. Discusiones sanas. No desde el punto de vista negativo, sino fruto de la competencia. Todo lo llevamos al límite", destacaba su compañero, Dani Ballart, en una entrevista a As.
Una competencia que se acrecentó en sus concentraciones en Andorra. Unas sesiones de entrenamientos infernales a cargo del entrenador croata, Dragan Matutinovic. Jornadas que llevaron al límite físico y mental a muchos de ellos.
Prácticas extraídas de métodos militares que les llevaron a la plata de Barcelona '92 y al oro en Atlanta '96. Unos éxitos que saciaron a un Miki Oca de 27 años.
Sí, a esa edad abandonó el waterpolo y puso punto y final a su carrera como jugador profesional. Comenzaba su segunda vida.
Una segunda vida: la moda y las adiciones
"Siempre he sido muy presumido, pero nunca me había planteado lo de la moda. Llegué por casualidad, gracias a un amigo. Y descubrí una vida mucho más libre, que me permitía viajar, conocer gente...", ha declarado Oca en alguna ocasión.
Sobre su salto a la pasarela señala que "mis amigos me llamaban de todas partes del mundo para decirme que había una fotografía mía gigante en alguna plaza emblemática".
Miki Oca llegó a ser portada de la revista GQ y fue escogido uno de los siete personajes internacionales que dieron imagen a Allure de Chanel, en 2004. "Cuando me vi en los Campos Elíseos, en un póster gigante, casi me muero de vergüenza", ha reconocido.
También se adentró en el mundo del cine y estudió Arte Dramático, pero las adicciones le llevaron a tocar fondo. “Miki tenía otro trabajo, se alejó del waterpolo, y perdimos el contacto hasta que volvió”, declaró Salva Gómez en alguna ocasión.
El propio Oca ha reconocido que tocó fondo y "era momento de remontar". "Salió de dentro de mí el instinto de supervivencia", ha reconocido.
Un cambio de chip que llegó en 2004, justo tras finalizar su participación en el reality de televisión, ‘La selva de los famosos’. Una experiencia que calificó de "única" y "que te cambia".
Ese mismo año comenzó a entrenar al CN Alcorcón femenino, con el que consiguió títulos rápidamente. Años más tarde llegó la llamada de la selección, de su viejo amigo y director de waterpolo en la federación, Rafael Aguilar.
El resto es historia: oro olímpico en París y dos platas (Londres y Tokio); un oro, tres platas y un bronce en mundiales, y por último, tres oros europeos.
Un trabajo de leyenda de un tipo que se define así mismo como "un entrenador normal que trabaja con unas chicas que tienen mucho compromiso”.
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