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Un jugador de fútbol con una camiseta blanca y un escudo en el pecho, posando en un estadio.
PIZARRA DEPORTIVA

Fallece Pérez-Payá, jugador del Real Madrid y Atlético, y expresidente de la RFEF

Javier López-Galiacho, exdirector del Colegio Mayor de San Pablo, recuerda al legendario futbolista para Elcierredigital

Cerca de su Alcoy natal, me ha llegado la noticia de su muerte, no por esperada, muy sentida. A la historia del balompié español se le ha muerto una de sus leyendas, José Luis Pérez Payá. Uno de los últimos caballeros del futbol de España. Integrante de la mítica delantera del Atlético de Madrid que los asiduos al viejo campo Metropolitano de la Avenida de los Cuatro Caminos de Madrid en la década de los 50, se sabían de carrerilla: Carlsson, Escudero, Juncosa, Ben Barek y Pérez Payá.

Pero también integrante del aquel mítico Real Madrid junto Di Stefano, Olsen, Molowny, Rial y Gento, ganador de dos copas de Europa de las cinco que ganó el Madrid en la década prodigiosa de los 50. El fichaje del Real Madrid de Pérez Payá arrebatándoselo al Atlético Madrid fue considerado durante muchos años una traición por el equipo colchonero, pero de la boca caballerosa de don José Luis no salió una mala palabra.

Sin embargo, Pérez Payá llevó en su corazón y hasta el último día al Alcoyano, el equipo que presidió su padre, prócer de su ciudad natal, en aquel viejo e histórico campo de El Collao, donde José Luis inició sus primeros pasos.

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Pérez Payá fue una rara avis del fútbol ya en aquella época y más aún en está (donde es muy raro el jugador que estudia), porque aseguró primero su carrera profesional para luego hacerse futbolista. Vino a Madrid, tras pasar por la Real Sociedad, a estudiar a la elite de los colegios mayores de España que entonces era, y lo es aún el Colegio Mayor de San Pablo de Madrid. Allí sacó sus oposiciones a Inspector de trabajo.

Un futbolista con formación 

A escasos 300 metros del viejo Metropolitano, Pérez Payá colgaba los libros en el San Pablo y con un par de botas en la mano, y con ficha de amateur, bajaba la Avenida del Valle del barrio de la Moncloa para llegar hasta el viejo Metropolitano, entrando por aquella mítica gradona del fondo sur, que se elevaba en un graderío de gran pendiente hasta lo que hoy es la confluencia entre las calles del Conde la Cimera y Beatriz de Bobadilla.

Allí, bajo la dirección del mago  Helenio Herrera, integró el quinteto conocido como la “Delantera de Cristal” (por su calidad sí, pero también por sus muchas lesiones), con otras cuatro leyendas del futbol. Ni más ni menos que junto al catalán Juncosa, la “perla negra” Ben Barek, el sueco Henry Carlsson, que pasaba por poco del metro sesenta, y el madrileño Adrián Escudero. Aquella “Delantera de Cristal” pasó el testigo a la no menos mítica de “Delantera de seda” con el propio  Escudero  al lado de  Juncosa, Vidal, Silva y Campos.

Disputó  Pérez Payá 81 partidos con la camiseta rojiblanca de 1950 a 1953, metió casi 40 goles, para luego ser arrebatado por el Real Madrid, donde jugó otras tres temporadas y presidió durante años la Asociación de Veteranos.

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Jugó con la selección española, recordándose aquel equipo con Ramallets, Matito, Garay, Campanal, Mauri, Zárraga, Carmelo, Kubala, Rial, Gento y Pérez Payá.

Al frente de la RFEF

En los años 70 presidió la Federación Española de Fútbol antes de llegar Pablo Porta. Años que él recordaba como de honradez en su gestión y una etapa innovadora en el planteamiento con la llegada de los llamados oriundos, luego los extranjeros, colocando al gran  Kubala de entrenador.

Con la muerte de Pérez Payá, se nos va una leyenda del fútbol español, sí, pero sobre todo un caballero. Pérez Payá era un lord inglés a la española. Embutido en un esqueleto privilegiado por altura y fuerza, con esa mata de pelo, que aún blanco, preservó hasta su muerte. De mirada inteligente, modales señoriales, fue fiel a sus amigos y pasó por los terrenos de juego, como fue en la vida, dejando muestras por toda España de su señorío.

Tuve la suerte de tratarle. Cuando fui director del Colegio Mayor de San Pablo de Madrid, en una época complicada para el futuro de esta institución que estuvo a punto de desaparecer, recibí la llamada de Pérez Payá, antiguo colegial, diciéndome: “director, las leyendas del Real Madrid al servicio del colegio”. Y me facilitó que por las prestigiosas cenas coloquio de San Pablo en mi etapa como director, pasaran leyendas como don Alfredo Di Stefano, Camacho, Michel, Del Bosque, Butragueño, entre otros, que ayudaron a mantener viva la llama del San Pablo. Nunca olvidaré su frase: “director, el Colegio Mayor de San Pablo es el Real Madrid de los colegios mayores y aquí vienen los mejores”, frase que le copié muchas veces cuando exigía a mis colegiales el mismo espíritu de victoria que el equipo merengue.

En esas cenas, a las que acompañó su  hermano Vicente, también antiguo colegial y a quien desde estas líneas transmito mis condolencias, siempre estuvo en un segundo plano, sin querer protagonismo, solo con el orgullo de ayudar a aquel colegio mayor de donde salía con su par de botas camino del viejo Metropolitano.

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Tuve la suerte hace unos años de agradecerle su apoyo en una comida, cerca de su casa en la madrileña calle de Panamá, a escasos metros del Bernabéu, junto a otro antiguo colegial, Aitor Errasti. Ya acusaba el paso del tiempo y le costaba recordar sus gestas junto a los Ben Barek, Rial, Di Stefano y su vecino Paco Gento. Pero, sobre todo, nos llamó la atención recordara a su padre y a ese Alcoyano de sus primeros pasos en el viejo El Collao de Alcoy.

Antes de la pandemia me lo cruce. Iba con su hermano Vicente. No me reconoció casi. Pero guardaba el físico, el porte impecable de esa leyenda de las delanteras del Atlético y del Real Madrid, cuya efectividad en el gol y en el regate imposible, hicieron de él un mito del futbol español. Seguramente no haya sido consciente que su Alcoyano eliminó de la copa del Rey a su Real Madrid.

Al balompié de la piel de toro se le ha muerto una leyenda. A los amigos, entre los que me siento, se nos ha ido un fiel compañero. A la familia un padre, esposo y hermano ejemplar y especial. Desde hoy la “delantera del señorío” en España, con su muerte, se queda huérfana.

Descanse en paz, José Luis, amigo, compañero. Se nos va un Señor del futbol y de la vida. Gracias por haberte conocido y tratado.

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