Adiós a Dick Fosbury, campeón olímpico americano que cambió la historia del atletismo
Su revolucionaria técnica en salto de altura en los Juegos Olímpicos de México en 1968 marcó un antes y un después
El ex saltador estadounidense Dick Fosbury, campeón olímpico en los Juegos Olímpicos de México 1968 gracias a una revolucionaria técnica de espaldas, falleció el pasado domingo a los 76 años, informó ayer lunes su agente. "Con el corazón encogido tengo que anunciar que mi viejo amigo y cliente Dick Fosbury falleció en paz mientras dormía el domingo por la mañana tras una breve recaída de un linfoma", escribió el agente Ray Schulte en un comunicado a través de su cuenta de Instagram. "Dick será muy extrañado por amigos y aficionados de todo el mundo. Una verdadera leyenda y amigo de todos", agregó.
El atletismo mundial está de luto por la muerte de uno de los "inventores" del salto de altura. En los Juegos de México 1968, con permiso de los 8,90 de Bob Beamon en longitud y la icónica escena del black power contra el racismo, el estadounidense Dick Fosbury fue el gran protagonista del evento. Nacido en Portland (Oregón) en 1947, Fosbury se convirtió en uno de los atletas más influyentes de la historia del atletismo al desarrollar la innovadora técnica de salto de altura que transformó su deporte en la década de 1960. Antes de la aparición de Fosbury, casi todos los saltadores de altura intentaban superar el listón mediante la técnica del rodillo ventral, en la que se elevaban de cara mientras intentaban girar el cuerpo a medio salto por encima del listón.
Fosbury era un saltador más en su etapa colegial, apenas destacaba. Sus marcas utilizando la tijera o el rodillo ventral no sobresalían entre el resto de atletas. Eso fue hasta que probó el ahora denominado "Fosbury flop". En vez de saltar de frente al listón, se eleva en una curva, se gira de espaldas y con el brazo extendido trata de buscar un arco lo más pronunciado posible para superar el listón. Su aparición en 1968 transformó para siempre la disciplina. 25 años después con la misma técnica, en 1993, el cubano Javier Sotomayor voló sobre 2,45 en Salamanca para fijar un récord del mundo que todavía se mantiene.
El “Fosbury flop”
En la final de aquellos Juegos, Fosbury necesitó nueve saltos con su revolucionario estilo para subir a lo más alto del podio. Ganó la final con un salto de 2,24 en su tercer intento. Su compatriota Edwards Carutherns se quedó en 2,22 con el estilo clásico para colgarse la plata y el ruso Valentin Gavrilov, también con el rodillo ventral, fue bronce con dos centímetros menos. Fosbury se llevó el oro, pero no pudo batir el récord del mundo que estaba fijado en 2,29.6
El estilo que desarrolló el atleta norteamericano sólo tenía ventajas: era más vistoso y estético para el público, se lograba saltar más de una forma sencilla y su preparación en entrenamientos era también más asequible. La ganancia en marcas se ha calculado en torno a 40 centímetros para un mismo atleta con las dos técnicas de rodillo ventral y Fosbury, es decir, un saltador con una marca inicial de 1,80 podría saltar hasta 2,20 saltando de espaldas el listón.
Tras ganar el oro en México, Fosbury siguió compitiendo un tiempo, pero se retiró joven, justo después de no lograr la clasificación para los Juegos de Múnich. Continuó sus estudios universitarios y terminó la ingeniería civil que había comenzado años antes. No fue de los mejores atletas de su época, pero sin duda cambió la historia del salto de altura para siempre.
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