25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

El manejo social

"No importa nada si se trataba de un ataque homófobo o una simulación de delito, hemos asistido a la enésima manipulación".

En fechas recientes hemos sido testigos y afectados por un espectáculo lamentable, que podríamos denominar manejo social. Nos han estado manoseando la opinión y el amor propio una colección de indeseables, ávidos de protagonismo, empeñados en emponzoñar la vida ajena. Una legión de sicarios de la palabra se han desplegado buscando rentabilidad de grupo en una desgracia deleznable.

No importa nada si se trataba de un ataque homófobo o una simulación de delito, daba lo mismo. Hemos asistido a la enésima manipulación para desorientar a la población y seguir generando ese odio que los sectarios dicen denunciar. Algunos dirigentes políticos y voceros de los grupos de presión, tan bien financiados para contar con su servicio, han atacado como una jauría de hienas ante el rastro oloroso de la sangre dibujada en un trasero. Los filibusteros políticos suelen acaparar habilidades extraordinarias para detectar la putrefacción social y seguir justificando una existencia, que exhala demasiado descaro y desprecio.

Los de siempre, esos intermediarios que siguen obedientes la voz de sus amos, sin esperar el avance de la investigación policial, porque era evidente que los hechos denunciados parecían muy cinematográficos, se agarraron a la historia para hacer daño sin contemplaciones. Una orden de arrebato los puso en movimiento para irradiar descrédito sin límites enfangándose en la miseria moral de quienes no disponen de nada digno o sincero.

Determinados malabaristas del embuste lanzaron a sus huestes para escudriñar en conciencias abandonadas. Menos mal, que los investigadores, serios y profesionales, ajenos a la excusa malévola de quienes deberían estar callados esperando, desentrañaron una trola para desarmar el gran notición de la semana.

Había que disimular como fuera la extorsión impositiva, como otros tremendos desatinos diseñados por torpes manirrotos. Los cocineros de la maldad encendieron fogones para elaborar alternativas a una realidad molesta. El descalabro de Kabul, como la obscena carestía de gasolina, gas, electricidad y miles de productos afectados por el precio nuevo de las materias primas, debían esconderse bajo la tapadera corrupta de una indeseable agresión.

Una auténtica tropa de bolsillos agradecidos tomaba la iniciativa y, lo que es peor, callaban para no perjudicar los intereses de sus benefactores oficiales. Tras unos días contemplando el desfile esperpéntico de tanto mal nacido, la verdad no ha podido solapar al titular falsificado con algaradas urbanas; una sobreactuación asquerosa que no debería ser bien recibido por el sentido común de tanta buena gente, que vive alejada de la disciplina política, verdadera losa que impide el libre albedrío de personas inteligentes, apresadas por la necesidad de seguir amasando obediencia y silencio.

Pero la actualidad nos atropella cada mañana y no permite reflexionar sobre lo que merece la pena. Quienes practican el manejo social no descansan, porque se juega su futuro y dineros. En determinadas mesas de redacción se reciben instrucciones para seguir malmetiendo sin el menor recato. Se inventan o retuercen argucias para despreciar la inmadurez de una población que ya se muestra cansada y asqueada de tanto sinvergüenza. No hay manera legal de ignorarlos. Los cajones de algunos despachos están repletos de dramas verídicos, que deben ser silenciados para impedir que lleguen a la opinión pública, de ese modo los ciudadanos no salen del guion diseñado por los grupos de presión. Se trata de representar la indecente pantomima nacional, coartada para la propaganda.

Demasiados muertos, heridos, enfermos, perjudicados, arruinados, doloridos, defraudados y desgraciados como para seguir aguantando tanta miseria moral. Porque se maneja la opinión, dignidad, amor propio, instituciones, poderes del Estado, Corona, Congreso, Fuerzas de seguridad, jueces y magistrados, cuyo respeto y defensa se reparten como cromos en una partida clandestina de tahúres haciendo trampas. Y los que quieren trabajar y vivir tranquilos levantándose cada mañana sobresaltados con la última ocurrencia de golfos sin escrúpulos, expertos en el manejo social.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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