19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

Eduardo Gavín

No pasa ná

Asiáticos protegiéndose del virus.
Asiáticos protegiéndose del virus.
Tras unas semanas de una cierta histeria sobre la pandemia que se nos viene encima, la España más iletrada y torera ha reaccionado como se esperaba. La España de la alta autoestima, la opinadora, ha encontrado el argumento que necesitaba. Como los aguiluchos, el español moerno, que es más cañí que nadie, implora siempre a su caudillo particular la opinión que va a exponer en la barbería, la oficina o twitter en las próximas semanas. 
 
Esta vez han aupado a Lorenzo Milá, que ha hecho gala de una irresponsabilidad social como solo la ignorancia permite. Ha usado todos los topicazos que en España tímidamente iban surgiendo, para ilustrar su reportaje sobre el virus en Italia. Como si, en el fondo, toda esta necesidad informativa le hubiese apartado del dolce far niente en el que imagino que se mueve un corresponsal de TVE en Italia. Mi solidaridad con él, en este particular.
 
Esa irresponsabilidad deja muchas víctimas. Más que las que deja  el coronavirus en la bolsa, algo que él considera un problema mayor que el propio virus. La España moderna, la España tuitera y de las redes sociales, la que se negaba a repatriar al misionero con Ébola pero lloraba sangre con el puñetero perro Excálibur (espero que aún se pueda llamar puñetero a un perro), esa misma España, es la que ahora repite que "no es más que una gripe", que "no pasa ná", que "qué exageraos" y no sé cómo, aunque ya ni me lo pregunto, culpa a la derecha del alarmismo. 

Lorenzo Milá en Italia.

Milá (y toda la red social "enrollá") dicen ahora que va a ser peor la cosa económica que la infección. Y que al fin y al cabo, solo mueren viejos.  Siempre me ha llamado mucho la atención esta gente que considera menos muertos a unos que a otros. Parece que los ancianitos pensionistas hubiesen pasado de víctimas de los recortes a cargas para "lo público"... En fin, que los  empáticos y cosmopolitas corazones necesitan un perrito para ponerse en marcha por la autopista de la emoción. Hasta entonces son viles burócratas moscovitas. 
 
Hasta el diputado/excientífico Echenique se ha sumado a este posicionamiento, al estoicismo con la muerte de los demás. Sorprende ver a un científico malinterpretando datos. Igual que sucede a Milá, que habla de ellos con la alegría del que no los ha entendido. 
 
En efecto, si nos fiamos de las cifras chinas, la mortalidad es bastante baja, a pesar de que, de los casos resueltos, el 10% ha sido por defunción. Sin embargo, la cosa es bastante más complicada.  La mortalidad es algo muy complicado de medir durante un brote activo. La propia OMS se niega a dar cifras de mortalidad definitivas. No basta dividir el total de muertos por el total de infectados (comunicados)... esa cifra salta factores como la cantidad de infectados que se encuentran en situación grave o crítica y que pueden acabar por fallecer. En el caso del coronavirus, el porcentaje de enfermos en estado grave o crítico roza el 20%. Hay que tomar el índice CFR (case-fatality rate) para tener una cifra un poco más aproximada de lo que puede suceder. Si nos fiamos de la estimativa que la propia OMS advierte como demasiado temprana, la mortalidad rondaría el 2-3%.
 
Pues bien, al contrario de lo que sostienen nuestros nuevos expertos de barra tabernaria, la mortalidad de la gripe estacional es bastante más baja, alrededor del 1% según los rangos más burdos. Pero además, hay otro factor que no se tiene en consideración y es el de transmisibilidad, el índice R0 (r-nought) tiene un rango, según los primeros estudios de entre 1,4 y 4,0 frente al 1,2 de la gripe estacional. Hasta 3 veces más contagioso que la gripe, lo que, junto a la mayor mortalidad, multiplica exponencialmente los fallecimientos. 
 
Dejémonos de tecnicismos. La cuestión es intentar proteger a la población. A toda. Hay un tufillo que dice que hay vidas (y muertes) más importantes que otras, pero los médicos no podemos mirar currículums a la hora de ofrecer protección, prevención, diagnóstico o cura. Es obvio que hay que racionalizar los recursos y que la edad altera los protocolos de actuación, pero es nauseabundo que el mensaje "tranquilizador" sea que solo mueren ancianos o gente con enfermedades previas, como si eso los convirtiese en ciudadanos dispensables. Y que, además, ese mensaje se aderece con datos falsos, como que la mortalidad del coronavirus es más baja que la de la gripe.
 
En una sociedad cada vez más longeva, que mueran solo los ancianos significa que puede morir mucha gente. Pero eso es lo de menos. Aunque muera poca. Bastaría que Milá o alguno de sus fans, en persona, tuviesen que comunicar a una familia el fallecimiento de la abuela. Ahí es cuando uno debe mostrar seriedad, estoicismo y discreción. Ahí es donde uno preferiría mantenerse en silencio. 

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