26 de septiembre de 2023
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

No ni ná

Los sectarios recalcitrantes se dedican a diferenciarse del resto utilizando cualquier coartada preñada de intransigencia. En los primeros años de la segunda década del presente siglo hemos ido conociendo expertos en crispación alardeando de democracia falsificada y usurpando la representación de un pueblo, que no debería dejarse arrastrar por indeseables revanchistas, que fardan de progresismo arrogándose un desmedido protagonismo social.

Las Cortes de Cádiz simbolizan el despertar de una España nueva empeñada en seguir adelante, a pesar de la prepotencia autoritaria, que tanta desgracia repartió. Los dictadores de todo signo no han hecho más que subyugar conciencias impidiendo la libertad. No es posible esconder la necesidad de progresar canjeando sumisión por subsistencia, pero la mayoría de los ciudadanos españoles supieron acometer el futuro con decisión cerrando determinados capítulos, que fueron protagonizando sus ascendientes, mientras padecían tragedias y sus rémoras sociales.

Una secta de torpes, endemoniadamente resentidos, optaron por incendiar conciencias reclamando deudas impostadas. Fueron alimentando odios para crispar la convivencia de nuevo, en nombre de una supuesta decencia de la memoria. Han minado una armonía respetuosa, que nos enseñaron los que perdonaron y superaron estigmas dramáticos inventándose una historia que solamente sirve a sus intereses grupales, ideológicos y financieros.

La maledicencia en estado puro ha proporcionado pingües beneficios a los intransigentes, que suelen llenarse la boca gritando fascistas a los que no están de su lado. Demasiados indolentes, que conocen y saben de ello, callan o consienten ese cuento que inventan los que desean dividir con descaro a una sociedad dispuesta a mirar hacia adelante. Los revolucionarios de siempre, que matan, amenazan, destrozan e intimidan, no se conforman observando cordialidad respetuosa y tratan de hacer sangrar cualquier recuerdo de lo injusto para mantener el enfrentamiento más trágico.

Se conoce de sobra el modo de asegurarse la paz social amedrentando opiniones, que deben acatar los dictados de los más violentos, cuyos líderes se tapan mientras aúllan reclamando el poder de la calle pisoteando el ordenamiento jurídico. No pueden evitar la envidia que experimentan contemplando las algaradas aterradoras que se viven por las calles de París. Desean fervientemente que se reproduzcan en Madrid y preparan las estrategias adecuadas para conseguirlo en cuanto lo determinen sus intereses perversos.

El detonante saldrá sin demasiado esfuerzo, y los ejecutores del desorden, cuyo control normativo está desactivado, pondrán todo su esfuerzo en desestabilizar la convivencia. Fariseos de la política disimulan una ponderada resistencia frente a los que han etiquetado como enemigos del pueblo cumpliendo los roles diseñados hace mucho tiempo, adaptados a una sociedad moderna infectada de odios vetustos.

Distinguir entre pobres y ricos siempre sirvió para justificar agresiones y maldades. Los peores, que dirigen la conciencia de los sectarios tradicionales, saben vivir muy bien a costa de la desgracia ajena, que fomentan y engordan para disponer de la voluntad suficiente con la que cumplir sus objetivos. Y sigue habiendo conformistas aceptando convivir con lobos disfrazados de corderos. Los hay que pueden dormir en la cama común de la intransigencia etiquetando a otros de lo que ellos rezuman con nitidez.

Han eliminado tipos delictivos o reducido sus efectos penales para asegurarse una impunidad despreciable. Los que no secundan su ideología autoritaria deben soportar la deriva alejándose de los derroteros democráticos sobre los que se asienta nuestra cultura. Están pisoteando los fundamentos ideológicos del progreso y suplantan el futuro para recuperar lo peor del pasado mediante la manipulación más obscena.

Cuidado con los traidores de nuevo cuño, empeñados en conseguir su modelo social aplastando la contestación. Resisten su capacidad monopolista inventando técnicas para sacar rédito electoral pergeñando una enorme estafa. Como diría un andaluz: no ni ná.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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