18 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

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José Ignacio Herce Álvarez

La enigmática sonrisa de Díaz Ayuso

Isabel Díaz Ayuso.
Isabel Díaz Ayuso.

La sonrisa es un instante, una expresión, un gesto de nuestra faz que refleja en segundos el sentimiento que nos invade en ese momento. La sonrisa, que no la risa, puede transmitir afecto, cordialidad, temor, nerviosismo…y según leí hace tiempo en una publicación, parece ser que “las personas risueñas viven más, gozan de mejor salud, tienen mejores relaciones, son más atractivas, desarrollan su inteligencia y disfrutan de mayor equilibrio emocional.”

En un reciente artículo mío para este diario, comentaba algunos de los hechos de la más variada índole que se estaban desarrollando durante las pasadas elecciones a la Comunidad de Madrid y resaltaba el hecho de que estos estaban teniendo lugar bajo la siempre enigmática sonrisa de la presidenta.

Hoy día a la vista de los últimos acontecimientos, me reafirmo en lo dicho. Para mi este gesto de la ya “intocable” Isabel Díaz Ayuso se convierte en un signo de identidad que la define en toda su plenitud.

Todos sabemos que hay alguna sonrisa enigmática que trae locos a la humanidad al intentar descubrir que se oculta detrás de ella, el caso de la Mona Lisa es el más claro de todos ellas, evidentemente.  Sin intentar elevar la sonrisa de la presidenta a la categoría de obra de arte, que tampoco es eso, si es importante verla como un fiel reflejo de su personalidad.

Su permanente sonrisa, pocas veces abierta salvo en ocasiones muy concretas, tiene un significado diferente según la ocasión, es un gesto que trasmite a veces vaguedad, lejanía, quizá incluso una cierta superioridad, pero no una superioridad prepotente sino una superioridad consciente, reflejo de la seguridad que tienen en sí misma y en lo que está haciendo.

Son muchos los obstáculos con los que se ha tenido que encontrar Diaz Ayuso desde sus comienzos como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Aquellos primeros momentos en los que fue duramente atacada por algunas intervenciones poco afortunadas y que hicieron dudar sobre sus posibilidades de revalidar la victoria electoral, hasta cuando consiguió ser proclamada presidenta de la Comunidad de Madrid y posteriormente, sus esfuerzos a veces sobrehumanos para conseguir gobernar y mantenerse cuando tenía que lidiar incluso con el enemigo en el interior de su propio gobierno siempre casi seguro, desde la soledad del poder. Pero siempre mantuvo esa sonrisa enigmática o si quieren ustedes, misteriosa que en cada momento representó sus diferentes estados de ánimo. Y no hablemos del último año de gobierno, con pandemias, traiciones, elecciones…. pero que al final ha culminado con el mayor de los éxitos y quizá con la mejor de sus sonrisas o posiblemente con la de más satisfacción por lo conseguido, que no es poco.

La presidenta Díaz Ayuso.

Yo que he tenido el placer de conocerla personalmente y de dialogar con ella he sentido la fuerza de esa sonrisa, reflejo de lo que pasa por su cabeza en cada momento, habla mientras piensa, a veces habla pensando en otra cosa, pero siempre sientes que tiene muy claro lo que te está diciendo y, sobre todo, expresando.

No es agresiva en su discurso, es contundente. A veces desde la lejanía que transmite esa sonrisa, a veces desde misma cercanía, siempre desde su propio interior. Esa sonrisa que tanto inquietó al Sr. Iglesias en el célebre debate de Telemadrid y que como era de esperar se malinterpreto por algunos al considerarla “prepotente” o “nerviosa” porque era una sonrisa desde la lejanía pero que brotaba del interior frente a un “enemigo” al que sabía acorralado y sobre el que se sentía, ¿porque no?, superior porque contaba con el respaldo de sus “obras” que como se dice, “son amores y no buenas razones”.

Isabel Díaz Ayuso “La Presidenta” es una mujer experta en redes sociales, acostumbrada al debate, a manejar los tiempos, los espacios…parece incapaz de dominar su sonrisa, ella la define y aunque su mirada pueda parecer en algún momento fría o calculadora, su interior siempre se verá reflejado a través de ella. Como dominar el gesto cuando luchas casi en soledad contra una pandemia nunca antes conocida, contra un gobierno central dispuesto a aniquilarte, contra tus propios socios de gobierno que te traicionan, contra los que dudaban sobre el éxito de compaginar salud y economía aprovechando cualquier dato para atacar, luchando en suma… contra casi todo.

Pero también es difícil controlar ese gesto cuando sientes que has conseguido contener ola tras ola la pandemia, cuando has conseguido crear empleo, cuando has trabajado por la salud de tus ciudadanos, cuando has conseguido que “tu” comunidad viva pese a las mascarillas, cuando el éxito te rodea…

La respuesta es fácil, con la magia que transmite una sonrisa. Una sonrisa que ha transmitido esfuerzo, sufrimiento, alegría, dolor y el pasado día 4 de mayo … éxito.

Se dice que el ser humano tiene al menos seis veces al día razones para sonreír. En estos días Díaz Ayuso quizá tenga alguna más...el hecho es que el mundo tiene su sonrisa enigmática en el Louvre, nosotros en Madrid.     

 

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