25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Miguel Muñoz

El alto precio de la adicción

Los tiempos han cambiado. Se han perdido los valores, el respeto y la educación que nuestros mayores nos trasladaron. Algo estamos haciendo mal los padres y madres de este ‘loco’ siglo XXI en la sociedad más moderna del mundo, donde las redes sociales, las consolas y los móviles se han ‘apoderado’ de los adolescentes en los que está el futuro de esta tocada y manipulada sociedad.

El triple homicidio ocurrido el pasado martes en un domicilio de la pedanía de Algoda (Elche), donde un joven de quince años acabó presuntamente a tiros con la vida de sus padres y hermano de diez años, nos debe invitar a reflexionar. Homicidio producido, al parecer, por el castigo que le puso su madre por sus malas notas y no ayudar en las tareas agrícolas de la familia; privándole por ello del uso del wifi, la consola y el móvil.

El joven tuvo la frialdad primero, de matar a su madre y hermano y, posteriormente, de esperar a que llegara su padre para terminar el triple homicidio y no confesarlo hasta tres días más tarde. Asesinato que debe hacernos reaccionar sobre el futuro de nuestros hijos y esta nueva generación. Llevamos años preocupándonos en dejar una buena sociedad a nuestros hijos, pero en realidad deberíamos preocuparnos en dejar buenos hijos a la sociedad.

Los jóvenes van perdiendo el respeto a sus mayores dando importancia a temas tan frívolos como ser influencers, youtubers o todo aquello que les haga sentirse importantes con la ley del mínimo esfuerzo. Hemos acostumbrado a esta nueva generación de niños a conseguir sus ‘caprichos’ con suma facilidad; flaco favor para cuando en el futuro vean que todo en la vida lleva un sacrificio, un esfuerzo y un precio… a veces inalcanzable.

Crecen los porcentajes de delincuencia, violencia doméstica, tráfico de droga y agresiones sexuales. Niños en la calle como si de adultos se tratara y una dejadez absoluta hacia nuestros mayores, esos a los que añorábamos en plena pandemia. Salíamos a los balcones para aplaudir a los sanitarios, comenzamos a dar un buen uso a la tecnología para acercarnos a los seres queridos que teníamos lejos, mientras que ahora, cuando vamos volviendo a la normalidad, son la herramienta para alejarnos nuevamente de ellos.

Se ha perdido el respeto, los valores morales y la ética. No hay empatía y no se aceptan las reglas porque para ellos es mejor vivir sin ellas, como en aquella época prehistórica donde ganaba el más violento, el más inmoral… Un humano deshumanizado, vacío, frívolo. Sin su ADN de serie, convirtiéndose en alguien vulnerable en manos de esa tecnología que es, a día de hoy, quien mueve los hilos de ese cerebro humano cada día más débil e impersonal.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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