
Patio de columnas
José Francisco Roldán
Impás de Agosto

Muchos españoles viven lo que solemos llamar compás de espera en pleno mes de agosto. Pero en esta ocasión, por una decisión política cuestionable, que nos abocó a las elecciones del veintitrés de julio, la semana que comienza tiene un evidente y original protagonismo. Nuestros representantes en el poder legislativo, habitualmente mediatizado por el ejecutivo, se enfundan los guantes de votar para decidir qué nos depara el futuro cercano, donde se resumirá el modelo con el que deberemos encauzar las distintas maneras de vivir.
Las negociaciones entre partidos no han hecho más que repartirse voluntades ajenas, la mayoría desafecta, para imponer un devenir capcioso basado en ocurrencias diversas, algunas disfrazadas de progreso o devaneos con el pasado más rancio, porque nuestros referentes sociales suelen designar el cómo y dónde deberíamos mostrarnos más acordes con el designio ideológico imperante. Una presión evidente, que sujeta veleidades de todo tipo, nos quiere imponer su modelo moral a toda costa.
No son pocos los que supervisan la calidad ética de unos ciudadanos empeñados en determinarse con absoluta libertad, tolerancia y respeto. Demasiados censores del pensamiento terciando en cómo hemos de expresarnos inventando términos lingüísticos errados con un descarado desconocimiento. Por mucho que se repita, el término presidente no admite su acepción femenina, como tampoco contrincante, practicante, almirante, dependiente, insolente o ignorante. Es deprimente comprobar el abuso malintencionado de aberraciones gramaticales para imponerlas por vía del llamado lenguaje inclusivo, donde no se acepta el término idioto o imbécila, porque se dice idiota o imbécil.

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijoó.
La etimología de las palabras, como sus desviaciones aceptadas por la RAE, no sirven de nada cuando nos tropezamos con tanto torpe, que no torpa, caminando por la linde. Un impás puede servir para esperar mejores momentos para debatir y reprochar, pero, precisamente, en este mes de agosto no es así, porque nuestros parlamentarios deben emplearse a fondo para componer esa melodía desencadenada, que surgirá de una matemática desproporcionada, pero decisiva para manejar tanta seguridad, vida y hacienda.
Este lunes es una novedad histórica, que mostrará el rictus impasible de los caraduras, no caraduros, soportando improperios desaforados reclamando solvencia y ejemplaridad, lo que sus votantes no tomaron en consideración al introducir papeletas en urnas primando otros intereses. La mentira, desgraciadamente, es rentable en estos tiempos, donde la insolidaridad se enaltece y el rigor ético-moral no cotiza en el mercadillo social.
Y en estos días del año pasado hablábamos de algo parecido, porque los más indocumentados avasallaban el idioma solapando a los sabios, silenciados sin tapujos. El mensaje oficial no reparaba en tópicos absurdos desnudando con descaro la ignorancia más atrevida, sin escatimar gastos o soflamas, mientras divulgaban aberraciones lingüísticas bendecidas por la oficialidad.
También, recordábamos deficiencias para facilitar los trámites a muchos ciudadanos reclamando condiciones adecuadas para obtener o renovar su documentación personal. No era de recibo asumir como normal una cola interminable frente a las oficinas del DNI. en determinadas ciudades españolas. Había que demostrar voluntad e imaginación suficiente para ampliar horario y personal.
En el año dos mil veintiuno nos deteníamos en ese deporte nacional, que es la envidia culpable denigrando a los mejores para poner en el podium a mediocres con respaldo oficial. Y en el dos mil veinte, por supuesto, porque tenemos memoria, recordábamos que faltaban vacunas para proteger a una población martirizada, donde los traidores sacaban rendimiento a su avaricia, sin recibir el reproche social, más aún, la retribución legal, aún pendiente.
Nada se ha tenido en cuenta en este abrasador mes de julio, donde tantas conciencias han contemplado la ignorancia de muchos descerebrados sin memoria respaldando la conducta de una patulea privilegiada, que trata de mantener la manija de las cosas en pleno impás de agosto.
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